José Luis Bilbao, diputado general de Bizkaia, siempre va sobrado, con un punto de chulería que le permite decir cualquier barbaridad que no se concede a otros. Entre ridícula y patética está su última incursión en la pelea entre el PNV y la patronal acusando a los empresarios de aprovechar la reforma laboral para ajustar plantilla. Amagó incluso con dar los nombres. ¿Desde cuándo un líder del PNV, partido conservador donde los haya, ha tenido un perfil sindical y social? Es una broma de mal gusto y un uso populista de la crisis,en la pelea que su partido, el PNV, mantiene con la patronal Confebask, que preside su compañero de partido Miguel Ángel Lujua.
La llegada de Lujua a la presidencia de Confebask fue apadrinada directamente por el PNV. Se barajaron otros nombres como el del empresario José Javier Arteche, pero el partido prefirió a un directivo frente a un empresario. Rompía en aras a la disciplina la tradición de que los presidentes de la patronal fueran empresarios; hecho que provocó más de una disensión interna entre las tres territoriales que forman Confebask.
El PNV impuso a una exconsejera del Gobierno vasco de su formación, Nuria López de Gereñu, a la secretaría general de la organización y luego a Lujua a la presidencia. Quería tenerlo todo atado y bien atado, pero parece que no les ha salido bien. Lujua le ha cogido gusto al cargo y se ha declarado en rueda de prensa permanente. Todas las semanas se encarga vía blog, entrevista o lo que sea, para que se haga oír su voz. Un directivo metido a pirómano.
Esta afición y su voluntad impenitente de absorber las territoriales (Sea, Cebek y Adegi), que son las que tienen afiliadas a las empresas, ha generado tensiones en el seno de la patronal. Los empresarios han jugado a ser 'lobby' históricamente y no a enfrentarse con los gobiernos. Tal vez a sugerirles acciones, pero no a imponerles modelos. El presidencialismo de Lujua está creando problemas en el colectivo que no entiende cómo teniendo un presidente de la cuerda del Gobierno las relaciones pueden ser tan malas.
Vivimos tiempos en los que ser empresario no está bien visto y Lujua está logrando que la cosa no mejore. José Luis Bilbao bien sabe que la imagen del patrono no pasa por su mejor momento y así aprovecha el rifirrafe interno para hacer populismo social de dudosa credibilidad.
El PNV no acepta las discrepancias en su seno y su Gobierno tiene claro que los errores o fracasos es mejor endiñárselos a un tercero. Sirva de ejemplo el fracaso sobre los convenios. Cuando hay dinero en las arcas públicas es fácil gobernar y contentar, especialmente a los amigos o afines. El problema es que cuando no hay dinero el amigo se desboca y si encima le gustan los medios más que a un bebé el chupete, pues el problema se acrecienta.
Estoy seguro de que el empresario que pelea por salvar el taller, que sufre la escasez de financiación y las penurias de la crisis no está muy contento con lo que pasa y no se merece el espectáculo. No estamos ante una película de buenos ni de malos. Estamos asistiendo a una lucha de egos en el seno de un partido que teme el desgaste para su Gobierno de una gestión empresarial sin resultados.
