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Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

Elige ser incómoda

Imagen de archivo. Manifestación en Madrid contra el fascismo, el racismo, el machismo y toda forma de discriminación

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Llega supongo un momento, en la vida de toda persona que se involucra en alguna lucha, en el que toca ser la persona incómoda de las sobremesas. Toca ser la apuntadora de los fallos y de los matices horribles de un documental aparentemente bueno; la que critica la peli que a todo el mundo gusta, la pesada que hace tambalear el aparente “buen rollo” de un grupo de gente hablando de temas de actualidad sin tener ni pajolera idea. Toca siempre romper en mil pedazos la conversación cómoda, dejar de dar la razón y confrontar abiertamente a personas que, como yo, no han tenido que sufrir, ni sufrirán jamás las consecuencias de ser negras, afrodescendientes, gitanas o musulmanas (entre muchas otras).

Hoy en el Euskaltegi se ha dado una de esas situaciones en las que se sabe que, el debate que se avecina, será el antes y el después en las relaciones que había, por escasas o efímeras que fueran.

A raíz de una noticia de la prensa, comenzamos a hablar sobre la violencia machista, y sobre las leyes. El tema central parecía rondar el cómo identificar una situación como machista, algo que luego se trasladó al racismo. ¿Cómo saber que una situación es fruto de la violencia de género o del racismo? tela lo que se venía...

La cuestión que se planteaba, en el caso de la violencia machista, era si, por ejemplo, al tener un hombre una discusión en un bar con una mujer, quien lo agredió primero, corre riesgos él al responder a la mujer con un insulto o con otro empujón, ¿Está ejerciendo el hombre entonces violencia machista?, ¿es el machismo lo que lleva al hombre a agredir a la mujer?  

Encima de la mesa se pusieron los miedos comunes de ser acusados injustamente, por algo que piensan, nunca harían. Ahí estaba ese miedo a la “denuncia falsa”. Ese miedo terrible, falto de información y fruto también de haber mamado patriarcado toda la vida, que tira por tierra y cambia de lugar el foco de atención. Que simplifica la violencia machista e ignora la estructura patriarcal bajo la que toda mujer vive y se desarrolla toda su vida.

Este tema y estas preocupaciones se trasladaron rápidamente al tema del racismo, y claro, el mismo miedo y no saber se pusieron de manifiesto. “Si un hombre blanco y un hombre negro se pegan en plena calle, ¿es el hombre blanco un racista? ¿Acusarían al hombre blanco de cometer un delito de odio?” 

Yo intentaba, con mi torpe euskera y más torpe aún cuando estoy nerviosa y algo me revuelve las tripas, explicar que todo tiene un contexto y que este marcaría la diferencia, a mi parecer, en muchos casos.

Intentaba también, que la gente comprendiera que el delito de odio es algo gravísimo, y que no se le acusa a nadie ni mucho menos condena por ello a la ligera…es más, me harto de ver situaciones, y esto lo saben bien los y las juristas, en las que insultos y acciones gravísimas con un racismo atroz campando a sus anchas, son en un Juzgado tomadas como delitos leves. Vamos que a nadie la acusan con tanta facilidad de cometer delito de odio. Quería transmitir que esa idea de un hombre blanco peleando con un hombre negro y siendo acusado de racista y de cometer delito de odio era una absoluta marcianda, a mi modo de ver claro.

Además, si nos paramos a pensar, es fuerte que todo gire en torno a los “posibles riesgos” a los que está expuesto el hombre blanco. Preocupa más que le puedan acusar a uno de racista, o de machista, que la propia lacra en sí misma. 

Somos racistas en todo nuestro ser, sin embargo, lo negamos, siempre

Quería expresar, pero no fui capaz, que conlleva mucho más riesgo el hecho de ser mujer, y más aún una mujer racializada. Por lo tanto, especular sobre casuísticas que pudieran darse, sin hacer un análisis de nada, más amplio, a nivel estructural, teniendo en cuenta el patriarcado en el caso del machismo, y el racismo estructural* y sistémico en el caso del racismo (*instituciones y estructuras de poder creadas por personas blancas para el beneficio exclusivo de las personas blancas, oprimiendo a su vez a las personas racializadas), es una manera, en la que caemos todas, de hacer demagogia y confundir. Nos confunde y distrae de lo que verdaderamente es importante. Nos confunde sobre dónde debemos poner el foco de atención como sociedad. Y todo esto no hace sino alimentar miedos y prejuicios en las personas que jamás sufrirán -sufriremos- ninguna de estas opresiones, y por tanto perpetúa ambas lacras.

En todo este batiburrillo y explicación torpe por mi parte, una intervención cambió el tono de las cosas. Alguien, con muy mala onda, enfadada y mandándome callar, me dijo que ya estaba harta, que ya estaba bien, que lo que tenía esta gente, negra, era complejo de inferioridad. A mí casi me da un chungo, porque sus formas y lo que dijo, me parecieron de un racista heavy. Me pareció una intervención de alguien que está realmente enfadada. Realmente algo le molestaba y yo no daba crédito a entender el qué ni por qué. 

Me quedé atónita, perpleja, tenía ganas de gritar. ¿Por dónde podía empezar a explicarle? Intenté torpemente explicar situaciones muy concretas sobre racismo, a ver si así, poniendo ejemplos, esta supremacista blanca entraba en razón. No hubo manera, ni mencionando la esclavitud, la colonización y la historia que nos precede y que nos convierte en una sociedad históricamente racista, pudieron convencer a esta joven. Negó que la esclavitud, la colonización y nuestra historia tuvieran nada que ver, para ella la gente racializada lloriquea, y punto, y ella está ya harta…

Pues ¿sabéis qué? estoy harta de que la gente con semejante arrogancia y clara ignorancia sobre la materia, se atreva a decir algo tan insustancial, con total impunidad.

Traté de explicar, en vano, problemáticas comunes, a ver si podía hacer algo de pedagogía. Saqué un tema muy habitual en las denuncias de racismo y discriminación por motivos étnico-raciales, que es el tema del acceso a la vivienda y la discriminación que sufren las personas racialidadas por parte de las inmobiliarias y las propietarias. A este tema, una nueva opinión: “eso no les pasa por ser negras, ¡sino por ser pobres!”

¿Por qué la gente blanca niega el racismo? ¿Por qué nos molesta tanto que se hable de racismo? ¿Por qué podemos afirmar que como sociedad somos clasistas, aporofóbicos y mil adjetivos más pero nunca reconocemos que somos una sociedad muy racista?

Somos racistas en todo nuestro ser, sin embargo, lo negamos, siempre.

Sin tener ya más energía para esta batalla, puse una excusa, me levanté y me marché. porque en ese momento no era capaz de decir nada con sentido.

Ahora pensando en frío, me preocupa que alguien tan joven, que no lleva banderas colgadas al cuello ni creo que se identifique como militante de extrema derecha -digo esto porque eso me hubiera dado pistas antes de intentar cualquier tipo de acción de sensibilización- suelte semejantes afirmaciones, además desde la rabia y mandando callar. Me preocupa la negación de esta lacra, negar lo que sufren las personas migrantes y racializadas todos los días de su vida, y lo peor, la creencia a ciegas de que el racismo es cosa suya, que es su problema, de las personas racializadas, que lo que tienen es complejo de inferioridad, qué terrible.

¿Qué tiene que suceder para que nos entre en la cabeza que el racismo es cosa nuestra, de las personas blancas? ¿Qué tiene que pasar para que admitamos que hay racismo y que lo perpetuamos? Porque está visto que las agresiones policiales racistas, las paradas policiales por perfil étnico, el racismo en las inmobiliarias -que deja sin vivienda a familias racializadas- los discursos de odio en las redes sociales, el racismo de la Ley de Extranjería -que impide a la gente migrante regularizar su situación condenando a la clandestinidad- las palizas de grupos de fascistas a gente en la calle, por mencionar algunos ejemplos, no son suficientes pruebas.

A ver si nos entra en la cabeza que es nuestro problema, de las personas blancas, y somos nosotras las que estamos llenas de complejos de inferioridad...puede que, por eso mismo, nos hayamos pasado la vida queriendo apropiarnos de otros pueblos y de otras tierras. A ver si nos entra en la cabeza que sí, que somos racistas, además de clasistas y enormemente fóbicos a la pobreza.

Es necesario que seamos incómodas. Es nuestra responsabilidad, como poco, cuestionar, confrontar y hacer tambalear la comodidad blanca. 

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