Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
La indignación requiere compromiso
Ya solamente quedan unas pocas horas para que se cierre la campaña electoral y para que la ciudadanía acuda a depositar su confianza en un proyecto político en forma de voto. Las campañas para las elecciones europeas siempre son algo diferentes y esta no ha sido una excepción. El desconocimiento más o menos generalizado del funcionamiento de la Unión Europea y, sobre todo de las funciones del Parlamento Europeo, convierte a estas elecciones en una cita sin el más mínimo interés para el votante, por lo que hay que aderezar la campaña con temas locales, que despiertan y movilizan de forma más efectiva al electorado.
En estas elecciones europeas me ha tocado estar a pie de calle y la sensación que me transmite la gente es de hartazgo y desconfianza generalizada hacia los partidos políticos en general. Y lo triste es que se mete a todas las formaciones en el mismo saco, tanto a las que siempre han estado ahí desde la llegada de la democracia y que por tanto son responsables directos de la situación en la que nos encontramos, como a los nuevos partidos o a aquellos que nunca han tenido responsabilidades de gobierno importantes. “Todos los políticos son iguales y por eso no voy a votar” es seguramente la frase más escuchada durante estos días. Y en un sistema donde impera el clientelismo y el fenómeno fan, en lugar del análisis crítico de las diferentes propuestas a la hora de apoyar un determinado proyecto político, esto solamente puede significar que, a pesar de la indignación generalizada, todo siga más o menos igual a partir del próximo lunes.
Las políticas de austeridad y recortes inspiradas por la Troika que han impuesto primero los socialistas y después los populares y, en menor medida ya que el margen era mayor, el PNV en Euskadi, están afectando a las capas más desfavorecidas de nuestra sociedad y arrastran a una exclusión creciente de una parte de la misma. Y esto indigna a mucha gente, pero la indignación no se materializa en un compromiso activo por cambiar esta situación apostando por opciones diferentes a las que ya hemos visto fracasar en construir una sociedad justa e igualitaria. Parece que el cambio asusta y produce inacción, por lo que todo sigue igual y la indignación queda relegada a las conversaciones con amigos y familiares y, si acaso, al apoyo a alguna movilización puntual sobre algún tema que nos afecta directamente.
Esta actitud es especialmente preocupante en relación a unas elecciones en las que tanto nos jugamos como sociedad. Las políticas provenientes de Bruselas condicionan de manera determinante el modelo social y económico de todo el espacio europeo y resulta irresponsable desentenderse y dejar las decisiones en manos de otros, de los grandes partidos que sustentan el bipartidismo imperante también en Europa y cuyos objetivos reales son similares debido a los compromisos adquiridos con los poderosos lobbies que rondan por Bruselas. Estos lobbies defienden los intereses de la banca y de las grandes empresas multinacionales que buscan perpetuar hasta donde sea posible un modelo social, económico y medioambientalmente insostenible a medio plazo.
Por eso es el momento de superar la indiferencia y apostar por cambiar las cosas. Es tiempo de analizar con espíritu crítico, no los lemas y los programas de las diferentes formaciones, sino las actuaciones de los partidos y sus representantes en las instituciones. Y ser consecuente a la hora de introducir el voto en la urna el próximo domingo. Es hora de preguntarnos qué Europa queremos dejar a nuestros hijos y actuar en consecuencia. Si queremos seguir por un camino que nos lleva al desastre económico y medioambiental, a una sociedad dual de unos pocos muy ricos y una mayoría pobre y con derechos cada vez más limitados, a una Europa dominada por la extrema derecha xenófoba y autoritaria, en definitiva, al fin de la Europa social y del bienestar, no hay duda: lo mejor es no ir a votar y dejar que otros decidan por uno mismo, como ya lo están haciendo con los resultados que todos podemos ver.
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