Aunque desde los medios de comunicación y desde las Instituciones Públicas se habla muchas veces de la violencia contra las mujeres, conviene recordar que nos referimos a “todo acto de violencia basado en el género que tiene como resultado posible o real un daño físico, sexual o psicológico, incluidas las amenazas, la coerción o la privación arbitraria de la libertad, ya sea que ocurra en la vida pública o en la vida privada”.
Sin ningún género de dudas, este tipo de violencia pertenece al ámbito de los derechos humanos y por esta razón, las instituciones públicas tienen la obligación de prevenir, erradicar y castigar todo acto de violencia machista, siendo jurídicamente responsables cuando no se cumplan tales obligaciones. En este sentido, los ayuntamientos, como administraciones públicas del nivel local, también tienen el deber de tomar medidas para respetar, proteger, promover y cumplir los derechos humanos.
En este sentido, es evidente que algo se está haciendo mal, ya que los datos de violencia contra las mujeres, mes a mes, arrojan números realmente alarmantes. Por ejemplo, sólo en Euskadi el aumento de las agresiones sexuales se ha incrementado, del año 2023 al año 2024, un 29% y a nivel de la ciudad de Bilbao, subieron un 48%.
La realidad es muy preocupante. En Bilbao, este año, desde enero hasta septiembre incluido, llevamos ya 186 agresiones cometidas por hombres contra mujeres. Sólo en nuestra ciudad, en menos de un año, 186 agresiones y serán muchas más, porque faltan todavía por contabilizar tres meses para finalizar el año.
Si nos fijamos ahora en los datos judiciales, el machismo violento también tiene su reflejo en los tribunales. Sólo en Bizkaia, en el último año las condenas por delitos sexuales se han disparado un 54,2%. Así, el año pasado los tribunales vizcaínos dictaron 145 sentencias condenatorias firmes. Y esto muestra solamente lo que llega a denunciarse, no olvidemos que todavía hay una mayoría de mujeres que no denuncian por miedo o por vergüenza.
Por todo ello, conviene identificar qué se hace bien y, sobre todo, qué se hace mal desde las instituciones públicas. Y en el caso concreto del Ayuntamiento de Bilbao, nosotras creemos que antes de seguir impulsando nuevas actividades, proyectos o intervenciones para enfrentar las violencias machistas, conviene hacer primero una revisión y evaluación profunda de las herramientas y protocolos existentes con el objetivo de mejorarlos.
Ha llegado la hora de evaluar de manera sistemática todos los instrumentos municipales de los que nos hemos ido dotando durante los últimos años, con el objetivo de reorganizar el trabajo que hace el Ayuntamiento, para de este modo, poder proteger mejor a las mujeres y niñas de nuestra ciudad.
Definitivamente, no podemos normalizar semejante número de agresiones cometidas contra mujeres y niñas en una ciudad de nuestro tamaño. Sin duda, la violencia machista que sufrimos las mujeres sí que justifica una situación de alarma y una plena atención institucional, social y mediática. La violencia machista nos asalta. Las violencias machistas invaden nuestra ciudad y en consecuencia deberíamos actuar con premura para mejorar todos los protocolos, cartas de servicios o convenios que se aplican para de este modo lograr reducir el número de agresiones.
Ha llegado la hora de actuar con urgencia, acompañando y reforzando el trabajo técnico con gestos políticos contundentes. Porque al igual que sucede con otras tipologías delictivas, las 186 agresiones sexuales cometidas este año en Bilbao justifican con creces mensaje del tipo “palo al violador” o “guerra al machismo”.
Sobre este blog
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