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Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

Sentido (de Estado) y sensibilidad (para la memoria de las víctimas)

Homenaje a Gregorio Ordóñez en el Parlamento Vasco

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El pasado martes tuve el honor de poder defender en la tribuna del Congreso de los Diputados la exigencia de una memoria digna para las víctimas del terrorismo y de la violencia. Pedí unidad y dignidad en el reconocimiento. Y que cesen las batallas en torno a las víctimas, que pare el uso y la utilización de su dolor de manera partidaria y además cruel.

Decía Mario Benedetti en el poema 'El gran simulacro' que la verdad es que no hay olvido y que el olvido está lleno de memoria. Y por eso utilicé la oportunidad que me brindó el grupo socialista para defender el derecho a una memoria digna, que pasa necesariamente por dejar las políticas de utilización de las víctimas y sustituirlas por políticas de reparación sin guerras, sin insultos y sin intereses espurios. Recordé ese día a todos las víctimas asesinados un 6 de febrero, y lo hice especialmente con mi compañero, Fernando Múgica Herzog, socialista vasco asesinado por ETA hace 24 años. Imposible olvidar el día y la hora de su muerte, y tampoco el enfrentamiento posterior en las calles entre quienes pedíamos la paz y la libertad, y quienes jaleaban su asesinato, delante de su hijo, al que encañonaron, mientras le mataban con un tiro en la nunca.

Como me es imposible olvidar tampoco a uno de sus asesinos, Francisco Javier García Gaztelu, alias 'Txapote', el mismo que asesinó antes a Gregorio Ordoñez, y asesinaría después, entre otros, a Miguel Ángel Blanco. Porque grande debió ser el dolor y la humillación de todas sus víctimas, a las que les desgarraría el alma escuchar cómo ahora se canta, corea y celebra el nombre del asesino 'Txapote' en  mítines, fiestas, bodas, bautizos y comuniones. No entiendo cómo se puede tener la conciencia tranquila cuando celebras la vida coreando el nombre de un asesino que solo causó muerte y desolación a su paso. 

La época del terrorismo y la violencia en Euskadi, Navarra y toda España fue un largo tiempo de inmenso dolor e incontable sufrimiento. Una época en la que socialistas y populares -vascos y navarros más directamente- compartimos la trinchera de la lucha por la libertad, haciendo gala de una resiliencia y una dignidad que hoy cuesta encontrar en la política de este país. 

Las víctimas merecen memoria digna y el respeto a los derechos que les asisten al reconocimiento, reparación y justicia. Y merecen la reparación que proporciona el conocimiento de la verdad, especialmente para aquellos crímenes del terrorismo que no han podido esclarecerse y en los que la colaboración e información de los victimario otorgaría a las víctimas la verdad que la justicia no pudo concluir en su momento. Porque qué duda cabe, las víctimas merecen justicia y  la reparación que proporciona el conocimiento de  la verdad.

Esas actuaciones pueden llevarse a cabo dentro de la legislación con la que ya contamos en España: ley integral de protección de víctimas, apoyadas por legislaciones autonómicas, y los artículos destinados a proteger la dignidad de su memoria que figuran en el Código Penal vigente. Todo un conjunto legal de protección integral de los derechos de las víctimas, impulsado por el Partido Socialista, y no por otros que habitualmente juegan a colgarse medallas. Siento un gran orgullo y dignidad de  ser socialista con esta hoja de servicios en protección de los derechos de las víctimas, para garantizar también su memoria.

Pierden el tiempo quienes nos insultan y menosprecian a los socialistas vascos y navarros, víctimas del terrorismo también, porque no les vamos a consentir más -nunca más- que vuelvan a manchar la sangre derramada de nuestros compañeros con barro, insultos y menosprecios. Aquí también decimos se acabó.  Ni una más. Porque los socialistas ni hemos olvidado ni olvidaremos a las víctimas. A todas, porque todas son de las nuestras y porque, gracias a esas víctimas, nuestras son las libertades consolidadas y los derechos conquistados. 

Como dije el pasado martes en el Congreso, aprovechemos el tiempo en respetarlas y honrarlas. Y no en manipularlas con intereses partidarios. Porque, como dijo hace unos días Consuelo Ordóñez en la Asamblea de Madrid de manera ejemplar, los derechos de las víctimas no tienen ideología, sino que son derechos a respetar por todos los partidos políticos. Y lleva razón Consuelo Ordóñez porque, como pedí desde la tribuna del Congreso, las políticas de memoria y derechos de las víctimas deberían considerarse políticas de Estado. Y en esas políticas hace falta sentido de Estado. Sentido y sensibilidad, que es lo que habitualmente falta cuando hablamos de los derechos de las víctimas. Y así hacer de su memoria  un campo libre de ruido y de barro, y llenarlo de honor, y de honra, que es lo que merecen.

El pasado martes cumplí emocionada un compromiso que adquirí cuando supe que sería Diputada por Gipuzkoa en el Congreso y que voy a cumplir siempre: poner -por encima de la bronca, el ruido y el barro - el honor y la honra de todas las víctimas. Porque me prometí, y les prometí a muchas de esas víctimas, respetarlas y empoderarlas;  y, por tanto, ni usarlas, ni utilizarlas ni hablar en su nombre. De verdad, confío en poder lograr un consenso para una política de Estado respetuosa con la memoria de las víctimas y sus derechos. Confío porque, tal y como lo hicimos entonces, cuando existía la violencia de ETA, defendiendo en aquellas trincheras la libertad de manera conjunta, no voy a dejar de trabajar para que exista ese espacio de encuentro también ahora con el Partido Popular y que podemos dejar el barro para otras luchas. O mejor para ninguna. 

Porque en estas políticas de memoria debemos ponernos de acuerdo todos los partidos.  Porque podemos y también porque debemos. No repitamos la historia, cuando lo que necesitamos para curar el dolor de tanto tiempo, es honrar la memoria de los muertos. Termino esta tribuna con algo de poesía, que bien merece salir de los libros y traernos un soplo de aire, también, al espacio de la política. Sobre todo, si es para poner en valor las palabras,  y porque las palabras sirven para ponernos de acuerdo. Unos versos de Ana Erostarbe:  

“Vengan las palabras de frente

y sin miedo.

Vengan a nuestro rescate,

sin idiomas, sin raíces,

sin color.

Vengan de la piel y atraviesen las ideas.

Vengan y nos cambien,

pero vengan, por favor.“

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