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El “estigma” y el “miedo” siguen haciendo que más de la mitad de los contagios de VIH se detecte tarde

VIH- imagen de archivo

Maialen Ferreira

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Más de la mitad de los contagios de VIH detectados en Euskadi en 2020, en concreto un 52,4% del total, ha tenido un diagnóstico tardío. Es decir, se han detectado tarde, una vez el virus ya ha hecho estragos en el organismo de la persona afectada. En el último año, a raíz de la pandemia y el confinamiento por el coronavirus, los nuevos casos han bajado a 105, el dato más bajo registrado desde 1985. El 80% de las nuevas infecciones corresponde a hombres y la edad media de las personas diagnosticadas es de 38,9 años.

Así lo refleja la memoria del Plan del Sida e Infecciones de Transmisión Sexual que ha publicado este lunes el Departamento vasco de Salud, que confirma que la transmisión en hombres que tienen sexo con hombres continúa siendo mayoritaria, con un 54,3% del total de los nuevos diagnósticos (57,8% en 2019), mientras que la transmisión por vía heterosexual supone un 35,2% (26,2% en 2019). Además, según el documento, el 46,8% de las nuevas infecciones corresponde a personas originarias de otros países, principalmente latinoamericanas y africanas (45,6% en 2019).

En el último año se han registrado 105 infecciones por VIH, frente a los 147 casos del año anterior, los 171 del 2018 y los 158 en 2016. Con estos datos la tasa de 2020 fue de 4,77 casos por cada 100.000 habitantes, 1,17 puntos por debajo que la del conjunto del estado. Se trata de la menor cifra de nuevos diagnósticos desde 1985.

A pesar de la mejoría en los datos, la consejera de Salud, Gotzone Sagardui, ha subrayado que no hay que relajar la alerta sobre las infecciones de transmisión sexual y el VIH. “Aunque ahora vivimos preocupados por la pandemia mundial, siguen existiendo otras infecciones sobre las que hay que seguir manteniendo toda la atención y nuestro trabajo diario. Las infecciones de transmisión sexual continúan produciéndose. El VIH sigue siendo un problema mundial”, ha remarcado.

Uno de los datos más alarmantes del informe es que a pesar de la información y concienciación de la que en general dispone la sociedad, más de la mitad de los nuevos casos han sido detectados tarde. Marco Imbert, agente de salud y educador de pares de la Asociación T-4, de lucha contra el SIDA, explica a elDiario.es/Euskadi que las razones principales para no hacerse la prueba son el miedo y el carácter voluntario de la misma.

“España sigue siendo uno de los países de la Unión Europea que sigue registrando año tras año un alto porcentaje de diagnóstico tardío. Ocurre porque en España el diagnóstico del VIH sigue siendo voluntario, para que una persona tenga acceso a una prueba diagnóstica, tiene que haber consentimiento y hacerla desde su propia voluntad, ya sea yendo directamente a la salud pública o yendo a una ONG o farmacia a realizarse la prueba. No hay otros criterios como en otros países de la Unión Europea en los que el diagnóstico pasa a ser una prueba rutinaria en la atención primaria. En el momento en el que una decisión es voluntaria, en esa decisión van a prevalecer factores como el miedo. Eso hace que mucha gente no acceda a realizarse la prueba básicamente por el miedo”, detalla Imbert.

El diagnóstico del VIH sigue teniendo un peso importante a nivel de estigma social y discriminación

Es ese miedo el que hace que las personas prefieran no realizarse la prueba. Sin embargo, no se trata de un miedo desde el aspecto clínico o sanitario, sino de lo que le supone socialmente contraer el virus. “Es tal la presencia del estigma y la discriminación social que predomina sobre la valoración positiva de lo sanitario. Da más miedo hacerse la prueba por el estigma social que por el propio virus. No le tienes tanto miedo a lo que el VIH puede producir en tu cuerpo a nivel clínico porque tú sabes que hay tratamiento, sabes que tienes un seguimiento, un control y que en el fondo es como una enfermedad crónica, pero lo otro es muy difícil de gestionar y además lo tienes que gestionar tú solo. Es una batalla de ti mismo contra la sociedad. El diagnóstico del VIH sigue teniendo un peso importante a nivel de estigma social y discriminación”, asegura.

Cuando las personas con un diagnóstico reciente o nuevo acuden a la Asociación T4, que lleva casi 30 años trabajando en la lucha contra el SIDA, más allá del ámbito sanitario, lo que les preocupa es el aspecto social y se preguntan cuestiones como qué va a pensar la sociedad o cómo van a gestionar su vida, su trabajo o sus relaciones afectivo-sexuales. Por ello, Imbert recomienda insistir en todo lo que tiene que ver con la educación sexual. “Se debe trabajar en informar acerca de los beneficios de un diagnóstico y los beneficios de incluir en la rutina sanitaria la prueba diagnóstica del VIH. La gente le tiene miedo porque sigue teniendo como referencia las décadas duras del VIH, los años 80 o 90. En cambio, hoy en día la realidad del VIH es totalmente diferente. La gente no se muere, es una enfermedad crónica y hay una serie de datos científicos que avalan y confirman que es mucho más beneficioso saber cuanto antes que estoy infectado para tener un control sobre ese virus lo más rápido posible porque automáticamente eso va a indicar que voy a tener mejores expectativas en relación al posible daño que el virus pueda hacer en mi metabolismo al yo darle poco tiempo para estar ”libre“ en mi metabolismo e incorporar un tratamiento y controlar ese virus”, indica Imbert.

Pero ¿qué se considera un diagnóstico “tardío”? Según explica, es algo “relativo”, puesto que el virus no reacciona igual en todos los organismos. “Hay personas que una vez que el virus entra en su cuerpo puede tardar siete años o tres años en reproducirse y afectar en el sistema de forma importante. Llamamos diagnóstico tardío a aquel que se da porque la presencia de la prueba diagnóstica viene requerida porque ya se manifiesta una enfermedad o una patología rara o que al médico le lleve a pensar que esto puede ser una causa de una infección por VIH”, señala.

Estas personas llegan al médico cuando ya están manifestando algún síntoma que hace que al médico se le disparen las alertas y recomienden una prueba diagnóstica del VIH. Los síntomas pueden ser varios, como tuberculosis o neumonía. “El VIH por sí mismo no tiene síntomas, pero hay unas patologías que están determinadas por la OMS que son las que presentan los individuos cuando ya tienen el sistema inmunológico totalmente deteriorado y es cuando se desarrolla el SIDA. Son enfermedades puntuales, un tipo concreto de cáncer, un tipo de tuberculosis especial, una neumonía especial, distinta a la neumonía común que sufre normalmente la población”, detalla.

Se insiste en que la gente no se confíe porque el VIH no tiene síntomas. El efecto positivo es que cuanto antes lo sabes que lo tienes, automáticamente vas a iniciar un tratamiento para poder controlar el virus

“Se insiste en que la gente no se confíe porque el VIH no tiene síntomas. El efecto positivo es que cuanto antes sabes que lo tienes, automáticamente vas a iniciar un tratamiento para poder controlar el virus. Entonces, evitas que se replique en tu cuerpo. En cambio si tú te infectas hoy y no te haces la prueba, cada año que pase, el virus se va multiplicando en tu cuerpo y para multiplicarse lo que hace es destruir células del sistema inmunológico. Por cada célula que destruye, el virus fabrica más virus, entonces llegará un día en el que en cuatro, cinco o seis años dependiendo de tu organismo, tú ya no tengas un sistema inmunológico que te defienda y tu cuerpo sufrirá una serie de trastornos a nivel celular que hacen más difícil poder seguir un tratamiento”, apunta.

El Departamento de Salud subraya la necesidad de mantener plenamente activas y de potenciar todas las líneas de acciones preventivas contempladas en el Plan Vasco del Sida, entre las que destaca el programa de Profilaxis pre-exposición al VIH (PrEP), dirigido a personas sanas en situación de alto riesgo de infección. Al año de comenzar esta programa 237 ciudadanos se han beneficiado de él. Además, se han practicado 1.043 test rápidos en farmacias en 2020, con 12 resultados positivos (1,1%). Osakidetza ofrece también una consulta telemática dirigida a hombres gais que permite plantear de forma anónima cuestiones sobre síntomas de una posible infección de transmisión sexual, consulta que tuvo el pasado año 208 usuarios. En el ámbito educativo, existe un programa preventivo dirigido a jóvenes de entre 16 y 18 años, en el que en el último curso participaron 7.800 adolescentes de casi un centenar de centros.

Si ese miedo al coronavirus se va, las prácticas sexuales pueden volver a los niveles de antes o incluso aumentar

La memoria del Plan del Sida e Infecciones de Transmisión Sexual también recoge los casos de otras enfermedades. En 2020, se registraron 158 casos de herpes genital, lo que supone un 39,2% menos respecto a 2019; 199 casos de sífilis precoz (un descenso del 20%); 679 casos de clamidia, lo que supone un 4,5% menos; y 479 infecciones gonocócicas, siendo la única que aumenta, haciéndolo en un 16,26%.

El hecho de que las enfermedades de transmisión sexual hayan caído en la pandemia hace que desde asociaciones como T4 se muestren alerta a un posible repunte de contagios con el fin de la crisis del coronavirus. “Puede haber un repunte cuando la pandemia cese: por hacer una comparativa, es como quitarte la mascarilla. Hasta hoy se han reducido los casos porque también se han reducido las relaciones sexuales. Mucha gente, por el miedo colectivo a la transmisión de la COVID-19, ha reducido sus prácticas sexuales o algunos tipos de prácticas sexuales. Si ese miedo al coronavirus se va, las prácticas pueden volver a los niveles de antes o incluso aumentar”, concluye Imbert.

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