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Infamia

El expresidente de la Junta y exsecretario general del PSOE de Extremadura Guillermo Fernández Vara falleció el domingo en Badajoz
6 de octubre de 2025 17:54 h

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Infamia entendida como vileza y bajeza moral. Solo esta palabra se me viene a la mente cuando trato de calificar lo ocurrido el sábado 4 de octubre con el falso anuncio de la muerte de Guillermo Fernández Vara, expresidente de Extremadura, quien se encontraba en sus últimos momentos, pero no fallecido. Y digo cuando trato de calificarlo porque entenderlo no podré nunca, ni como persona ni como periodista.

Ese día, muchas personas de su entorno, bien personal o político, conocíamos las duras circunstancias en las que él y su familia se encontraban desde hacía horas, lo que seguro no imaginábamos era que algún medio de comunicación o varios husmeaban esos hechos para ser los primeros en dar la triste noticia.

Quiero contar esto en primera persona porque si a mí me afectó leer ese falso titular, no quiero imaginar a su familia, que fue en los primeros en quienes pensé. Me encontraba en un evento con muchas personas cuando alguien de un corro de al lado dijo: “Ha muerto Vara”. En ese momento, me pregunté extrañada cómo es que no había recibido ningún mensaje de personas cercanas al respecto y entré en las redes a leer lo publicado. Mientras tanto, mientras muchos medios de comunicación de este país, alrededor de las 5 de la tarde, publicaban la noticia de su muerte, a mi WhatsApp llegó el desmentido y poco después, también a los medios. Fue ahí cuando se me heló el cuerpo.

Me recorrió un escalofrío que no podré olvidar y dos emociones pilotaron en mi interior: el asco y la rabia. Soy periodista y de raza y ese, fue uno de esos días en los que el periodismo deja de gustarme. Una fake news de la muerte de Guillermo Fernández Vara en los momentos más íntimos y dolorosos de la persona y sus allegados. No hay momento que pertenezca más a una persona que su muerte, no hay momento más íntimo, delicado y de uno mismo, y solo unos cuantos medios lo respetaron, entre ellos elDiario.es. En minutos, una cascada de portadas y titulares lo anunciaban, pero sin fuente. La regla número 1 del periodismo.

Entonces sentí asco e, insisto, bastante rabia. Rabia porque nadie merece algo así, nadie merece un anuncio de su muerte mientras respira, pero Guillermo lo merecía menos, mucho menos. Fernández Vara fue un político de los que hay pocos, pero sobre todo era una gran persona, porque no se puede ser lo uno sin la otro. Una gran persona que amaba muchas cosas, pero que siempre defendió una por encima de otras: la verdad. La verdad en la vida, en lo cotidiano, en lo político, en lo profesional y en el periodismo, esa profesión que tanto defendió y tanto amaba.

¿Qué rabia no? Que Guillermo siempre defendiese la pluralidad, el compromiso social de los medios, la libertad de expresión y de prensa y la verdad y algunos medios, entre los que tenía grandes amigos y amigas, le pagasen así. No puede caer en saco roto.

Pasadas las horas, de madrugada, Guillermo falleció. Ya era verdad, pero la infamia por parte de algunos medios de comunicación no debe caer en el olvido. No podemos inventarnos la vida de nadie, pero si eres periodista, menos.

Esta sociedad corre un gran peligro, lo tengo claro desde hace muchos años, pero cada día más. Las Fake News, noticias falsas o mentiras e infamias son muy antiguas, pero cada día más comunes. En nada nos hacen mejores, solo contribuyen a que seamos peores como sociedad y entrañan un gran riesgo. El deseo de inmediatez, de notoriedad y el ansia por tener muchos clics nos aboca a un precipicio que la sociedad, con todos mis respetos, creo que aún no dimensiona.

Esta vez fue la muerte de Guillermo, ¿pero alguien imagina cuando algo así ocurra con un problema de salud pública o de seguridad pública? Imaginemos una de estas dos situaciones, que tanta alarma social provocan. Podrían generar reacciones en cadena, el caos e incluso pérdidas de muchas vidas.

En estas situaciones, de las que no estamos tan lejos, me pregunto cuál es la ética que prima en los medios, dónde quedó el verdadero compromiso con la sociedad y la función pública que deben desempeñar desde la honestidad y la humildad, pero olvido que son valores que cada vez escasean más. Guillermo tenía mucha para repartir. Recojan un poco de ello, sería una gran cosecha dentro del enorme legado que nos deja.

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