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Rodríguez Ibarra: “Fue un ‘aquí estamos’ pero dimos una imagen de partido clandestino desconectado de la sociedad”

Juan Carlos Rodríguez Ibarra

José L. Aroca

Juan Carlos Rodríguez Ibarra, ex presidente de la Junta, participó en el 27º congreso del PSOE celebrado en Madrid en 1976, el primero en España después de la muerte de Franco, en una delegación de Badajoz que encabezaba el entonces secretario provincial del partido Alfonso González Bermejo.

En su opinión aquella cita fue la presentación en sociedad del partido después de 40 años, el volver a tener presencia importante en España una formación que había sido relevante en la historia del siglo XX y particularmente en los hechos de la II República; pero se trataba de una formación con rémoras de la clandestinidad que no conectaba con lo que pasaba en el país en esos momentos, y con sus aspiraciones.

“El congreso fue importante relativamente, pero lo fue más el 28 congreso bis, el del marxismo, lo que pasa es que este era la entrada en sociedad de un partido que había estado cuarenta años bastante apagado, pero no de vacaciones como dicen algunos, porque detuvieron a unas cuentas direcciones y no tuvieron más remedio que estar en la clandestinidad y exilio”, recuerda para eldiarioex.

“Fue el flash de decir aquí estamos, un partido que tuvo importancia radical en la II República y con historia acreditada desde finales del siglo XIX. Y fue también el reconocimiento oficial por parte del socialismo europeo del PSOE renovado; este congreso se celebra con división entre los históricos de Llopis y los renovadores de González. Vinieron Willy Brandt, Miterrand, Olof Palme, Carlos Altamirano de Chile…, vino la plana mayor del socialismo europeo dando un espaldarazo al PSOE renovado de Suresnes, y a la vez fue el gran descubrimiento de una persona de apodo Isidoro, Felipe González, que ofrecía un aspecto e imagen joven, nueva y acorde con la sociedad que se formaba en ese momento en España tras la muerte de Franco”.

Fue la carta de presentación, pero una presentación que “ofrecía riesgos”, continúa Ibarra. “Veníamos de la clandestinidad y estábamos con la revolución, la República, el marxismo; un partido que estaba con el año 36 y esa fue la razón por la que no fuimos capaces de ser más que el principal partido de la izquierda en 1977 y 1979, era mucho pero no daba para gobernar. Una imagen de partido clandestino que no conectaba con la nueva sociedad española, que quería ser democrática y moderna, con partidos que se adaptaran a ello y no vinieran con la rémora de lo que había sido la República”.

-Pero no tuvieron malos resultados en esas primeras elecciones

-Sacamos 118 diputados en 1977 y 121 en el 79, pero con eso no se gobernaba, es como ahora Podemos que se conforma con ser… pero con eso que hace usted, nada, felicidades pero usted no gobierna.

-Entonces no hubo en el congreso una gran aportación ni política ni ideológica

-Lo que aportamos fue poco, era todo muy radical; nacionalización de la banca… Todo lo que se había ido elaborando en la clandestinidad para una España de Franco pero no la que surge después. La gran evolución fue el congreso siguiente cuando Felipe dice que se va si no se quita la identidad marxista, y entonces se hace un partido de la realidad de ese momento y con un futuro prometedor.

-Usted formó parte de la delegación provincial del PSOE de Badajoz, y defendieron cosas como la identidad marxista o que el sindicato de militancia no fuera obligatoriamente UGT.

-Nosotros presentamos varias cosas de cierto interés; yo en Sevilla había estado trabajando mucho con comunistas, formaba parte de un grupo marxista leninista y los comunistas eran entonces fantásticos, los que había en la Universidad eran extraordinarios, los más activos, y todos ellos estaban en Comisiones Obreras, por eso no entendía la militancia obligatoria en UGT cuando Comisiones era en ese momento la vanguardia obrera. Propuse que no fuera obligatorio y cuando lo defendí casi me arrolla Nicolás Redondo padre, casi se tira encima de mí, me echó una bronca del copón divino, y la propuesta como no tuvo ni un voto en comisión no llegó al pleno.

Otra era salirnos de la Internacional Socialista porque era excesivamente socialdemócrata y nosotros éramos de izquierda radical socialista, jeje, y alguien, que no daré su nombre, me dijo “¿pero tú quién crees que está pagando este congreso?, retira eso por favor, nos van a echar de la Internacional Socialista”, y al final la retiramos. Hoy provoca la sonrisa pero era lo que sentíamos en ese momento, el bagaje que traíamos de la clandestinidad y de estar escondidos tanto tiempo.

-Aquel congreso ratificó el liderazgo de González y Guerra.

-Se presentaron dos candidaturas para la ejecutiva, la de Felipe y otra que quisieron que encabezara Gregorio Peces-Barba, la radical y la moderada respectivamente. Nadie quiere contar la verdad de lo que pasó en la delegación de Badajoz, el secretario general Alfonso González Bermejo votó la candidatura de Peces-Barba, claro, él venía de grupos muy moderaditos; Peces-Barba era la gente que vivía en Madrid, Ciriaco de Vicente y otros, la parte moderada del PSOE que no se comieron un rosco en la votación.

Y como en aquel tiempo la buena costumbre era que al volver los delegados rendían cuentas en una asamblea provincial,  de si habíamos cumplido el mandato que los militantes nos dieron previamente, como él no cumplió el mandato de votar a González fue la razón de que lo quitaran de secretario provincial, lo destituyeron las bases, no le perdonaron ser tan moderado [y Rodríguez Ibarra fue elegido nuevo secretario provincial].

Entonces éramos delegados de verdad, debatíamos antes aquí las ponencias y lo que había que votar en cada enmienda; por eso había una asamblea posterior a la vuelta para explicar lo que habíamos hecho y los posibles cambios de posturas sobre la marcha, al final decidía la militancia aquí en Badajoz.

-¿Recuerdos de aquello?

-El ambiente era fantástico, solamente ver allí a Willy Brandt, Miterrand, era alucinante, todavía éramos ilegales aunque nos toleraban. Salir del hotel por allí para comer en los alrededores, con el escapulario del PSOE, la chapa y que no te pasara nada, era emocionante y un orgullo. Había de todo pero en ese momento la gente respetaba mucho más que ahora a los políticos, la familia no quería que te dedicaras a la política por miedo, ahora es por vergüenza.

Y nosotros en aquel congreso cuando salía uno que decía que llevaba 25 años militando en el partido, le llamabas de usted, un respeto; hoy llevas cuarenta y tantos años y te miran por encima: “Este antiguo de mierda”.

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