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La guerra de los tiempos, el pacto PP-Vox, y el 23J

Guillermo Fernández Vara y Laureano León (PP) en el último pleno de la legislatura celebrado el pasado 23 de marzo

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Antes del martes 28 de junio debe constituirse según el Estatuto de Autonomia el Parlamento extremeño elegido en los comicios del domingo pasado, y es el presidente de la Junta en funciones, Guillermo Fernández Vara, quien decide la fecha, una decisión que debe tomar el próximo lunes 12 como máximo.

En esa jornada se conformaría la nueva Asamblea de Extremadura, toman posesión los 65 diputados, y se elige una Mesa rectora cuya presidencia, muy probablemente del PP, será a partir de ahí la que tras hablar con los cuatro grupos parlamentarios -PSOE, PP, Vox y Unidas por Extremadura- designe al candidato que considere con más posibilidades de conseguir los votos necesarios para ocupar la presidencia de la Junta.

Los plazos en esta ocasión, a diferencia de todas las legislaturas anteriores, no son baladíes, por la convocatoria dentro de menos de dos meses de las elecciones generales, el 23 de julio; al PSOE y a Unidas Podemos les interesa que antes de esta fecha se vea claro el pacto de investidura presidencial y de gobierno de PP con Vox, y a la presidenta popular María Guardiola y su líder Feijoo, todo lo contrario. Los tiempos en política, siempre importantes.

Por eso, no solo en Extremadura, la consolidación de acuerdos de las dos derechas para gobernar las comunidades dependientes de esos pactos va a ser otra arma electoral para las generales del 23J, incluso podría esperarse que sea el campo central de batalla política; en los ayuntamientos no hay forma de evitar esas alianzas de derechas antes de las generales, acuerdo que Feijoo o Guardiola dicen no querer para no depender de Vox, ya que las corporaciones locales se constituyen y eligen alcalde, inevitablemente, el próximo 17 de junio.

Dado que los socialistas quieren hacer pasar por la pasarela política a María Guardiola (PP) y a Pelayo Moreno (Vox) de la mano, es previsible que el presidente en funciones Fernández Vara convoque lo antes posible la constitución de la nueva Asamblea de Extremadura. Para ese día sería inconcebible que las derechas extremeñas no tuvieran un acuerdo previo para hacerse con la presidencia y la mayoría de la Mesa, y para el puesto clave de la presidencia no hay otra que el voto conjunto (33 sufragios) de populares y extrema derecha, ya que una abstención de Vox daría esa tribuna a la conjunción previsible de diputados PSOE-Unidas (32).

Ese primer “retrato” va a ser inevitable pero en todo caso un mal menor respecto al momento clave de la investidura presunta de María Guardiola. Dos fuerzas políticas, populares y extrema derecha, que pescan en caladeros de votos en parte comunes, que acumulan en España ya un largo historial de pactos y coaliciones, pero que sin embargo parecen estar continuamente a la gresca; nada distinto, es cierto, a lo de PSOE y Unidas Podemos.

El margen temporal que tiene la mayoria parlamentaria que tome el poder de la Asamblea, para evitar que la investidura de Guardiola y en definitiva la coalición, el acuerdo programático de legislatura o lo que sea, se haga público antes del 23J, es de treinta días: 15 tiene la presidencia de la Cámara para designar candidato a la investidura, y otros 15 éste para presentarse ante los diputados. Es decir, que solo constituyéndose la Asamblea pronto, antes del 22 de junio, podrían forzar socialistas e izquierdistas a Guardiola y a Vox a pasar por ese “trago”.

Alguna pista se ha dado en las últimas horas cuando alguien dijo que “la Asamblea de Extremadura se va a constituir muy pronto”.

Toda la presión y responsabilidad recae sobre el PP y María Guardiola, Vox no tiene ninguna puesto que “acabar con el ”sanchismo“ en Extremadura, que estaría representado por Vara, le corresponde fundamentalmente a quien tiene 28 diputados. Pero no hay derrota, ni victoria, que no tenga su otra cara, y en este caso el extraordinario subidón de los populares extremeños de 20 a 28, y la victoria conseguida por Feijoo en España, precisan ahora de una digestión adecuada porque Sánchez les ha impuesto una segunda vuelta.

El panorama actual es de pactos, en ambos bloques, pero dependerá de los resultados del 23J el que los dos partidos mayoritarios lleguen a la conclusión forzada de que deben romper esas cadenas políticas.

El PSOE nacional ya lo está haciendo con Podemos, que ha obtenido un resultado pésimo en España, y que ha perjudicado también a una Irene de Miguel que ha hecho una excelente campaña: Unidas por Extremadura ha retrocedido, un 1,22% en votos, muy poco sí respecto al 6,9% del PSOE, pero precisamente eso, Unidas no se ha beneficiado de esa caída; mientras, los socialistas han perdido apoyos por el centro en una cierta sangría y es que la manta electoral da lo que da, cuando intenta abarcar más, por algún lado se rompe.

Desde el fiasco de la ley de Libertad Sexual en la que algunas dirigentes de Podemos se enroscaron, la fuga de votos del PSOE no ha parado; la puntilla en los momentos decisivos han sido las candidaturas de EH Bildu, y el remate de encaje fino lo ha puesto el conocimiento público, curiosamente en la última semana, de asuntos judiciales que incluían ¡hasta un secuestro!.

Hay muchos votantes cuyos puntos de apoyo ideológicos, lógicos o emocionales a favor de una candidatura son escasos. Basta que le fallen dos, o hasta uno porque no hay más, para que cambie de partido y de bloque.

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