Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
La portada de mañana
Acceder
El PSOE convierte su Comité Federal en un acto de aclamación a Pedro Sánchez
Las generaciones sin 'colchón' inmobiliario ni ahorros
Opinión - El extraño regreso de unas manos muy sucias. Por Pere Rusiñol

Badajoz: un alcalde trapecista, el ganador sin premio, Unidas Podemos y su agujero

Ricardo Cabezas, el candidato socialista la alcaldía de Badajoz y vencedor de las anteriores elecciones, habla con vecinos en el mercadillo

0

Un día el alcalde de Badajoz amenazó con ponerse en medio de la carretera nacional, la N-V, para impedir “que se lleven” la guarnición militar a Mérida. Afortunadamente no lo hizo porque de lo contrario podrían haberle “arrollado” por la espalda los carros de combate y cañones autopropulsados que con toda la guarnición emeritense hicieron en realidad el viaje inverso, de Mérida a Badajoz.

Era una forma de hablar, un gesto político, porque en realidad hacía muchos años que los equipamientos militares pesados se transportan en tren, pero la impronta del alcalde pacense que realizó proclamas como esa, Miguel Celdrán, sigue muy presente en la ciudad más poblada de Extremadura y su figura, junto a la del socialista Manuel Rojas, continúa siendo la más recordada de la era democrática municipal reciente y, sobre todo, marcó estilo en el entonces su delfín político destinado a sucederle en la alcaldía, José Antonio Monago, que por otro designio del poderoso Celdrán acabó presidiendo el PP de Extremadura y dio al partido su primera presidencia autonómica entre 2011 y 2015.

Badajoz casi siempre ha votado más derecha que izquierda, desde los tiempos de la UCD, en un caso paralelo a la de la otra capital provincial, Cáceres; todo lo contrario que desde 1979, primeras elecciones municipales democráticas, ha venido ocurriendo en la tercera capital en discordia, la autonómica Mérida.

¿Por qué en Badajoz se vota así? La explicación más dada es que se trata de una ciudad con mucha clase media, y algo de media-alta vinculada a la burguesía urbana y a la propiedad tradicional agraria, una urbe relativamente acomodada, sin tradición industrial y obrera como sí llegó a tenerla Mérida, en la que además Celdrán supo aprovechar y extender una cierta sensación de agravio respecto a los favores que atribuía a la Junta para con la capital autonómica, y sobre todo al presidente autonómico con el que el alcalde pacense lidió muchos años, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, emeritense afincado en Badajoz pero que al final acabó siendo ni de un sitio ni de otro, desde su casa en Olivenza.

En los años 80, en la cumbre del poder socialista en España, Ibarra consiguió que uno de los suyos, Manuel Rojas, recuperara para la izquierda un sillón municipal en el que no había vuelto a sentarse desde los tiempos de la República y el que durante 12 años, con Gabriel Montesinos de sucesor, se mantuviera así. En 1985 entró el ciclón Celdrán que se mantuvo en la alcaldía durante 18 años, nunca intentó en serio saltar a la política regional, pero sí tuvo cuidado en dejar en ella una herencia de poder vía Monago, y en el Ayuntamiento por medio de Francisco Fragoso entre 2013 y 2021, los dos últimos años tras haber perdido éste las elecciones a manos del socialista Ricardo Cabezas.

Esa historia está reciente, en 2019 una coalición PP-Ciudadanos-Vox (aunque luego el concejal de este último fue expulsado del partido) mantuvo por 14 concejales frente a 13 (PSOE más Unidas por Badajoz) el poder para la derecha, con una alcaldía por turnos PP-Cs que ahora este domingo rinde cuentas ante los electores. El tripartito procedente de Andalucía se estrenaba en Extremadura.

Ricardo Cabezas (PSOE), profesor de música e hijo de un conocido activista social y vecinal, se plantea esta vez sí o sí volver a ganar los comicios y recuperar para la izquierda la alcaldía aprovechando la tortuosa legislatura vivida dentro de la coalición gobernante y, según explicación adicional de un pacense, la “parálisis” en mejoras que sufre de forma crónica la ciudad si no fuera por la acción de la Junta y la Diputación Provincial, ambas en manos socialistas: Plataforma Logística del Suroeste Europeo y su consiguiente desarrollo urbanístico (viviendas), rondas, puentes, instituciones culturales diversas, rehabilitación del antiguo hospital de San Atón...

“En realidad esto viene siendo así desde hace muchos años, la mayoría de las cosas que se hacen en Badajoz las ha hecho la Junta, pero el PP, Celdrán en principio, tuvo la habilidad de que en la ciudad no se fuera consciente”, añade esa fuente. Últimamente se ha distinguido en ello, en acciones en la ciudad como si del mejor alcalde se tratara, la Diputación Provincial, una de cuyas caras como vicepresidente es precisamente Ricardo Cabezas.

Ya no es solo la “pereza” inversora de un gobierno local que sin embargo atesora decenas de millones de euros en los bancos, sino una “incapacidad” de gestión -se acusa desde la izquierda pacense- que ha hecho que por ejemplo la Junta acabe harta de poner dinero para hacer una piscina en la margen derecha que aún está por empezar tras la quiebra de la primera empresa contratista.

La abstención, ese fantasma electoral impredecible, va a jugar su papel. En principio beneficia a la derecha, aunque también es cierto que la fragmentación en el voto de ese bloque -PP, Cs, Vox o el antiguo concejal de Vox que va por su cuenta, por no hablar de más formaciones- puede castigarla.

En cualquier caso el voto conservador es muy importante en las dos capitales provinciales. En Badajoz la presencia de 6.500 militares con sus familias pesa mucho.

A la izquierda del PSOE, como en el espectro de las derechas, también hay problemas. En principio es inaudito que en una ciudad que elige 27 concejales como es Badajoz, Unidas Podemos solo tenga uno; en Cáceres o Mérida, corporaciones de 25 ediles, son tres y dos respectivamente, también dos en Plasencia con un pleno de solo 21 concejales. A Ricardo Cabezas se le escapó la alcaldía hace cuatro años por 154 votos, y otra cosa habría sido si Unidas Podemos hubiera sacado dos escaños.

La exigencia de obtener al menos un cinco por ciento de los sufragios válidos para obtener el acta de concejal va a poner a prueba a las pequeñas formaciones, que han de cosechar por tanto un mínimo de 3.500 votos; aparte de PSOE, PP o UP, otras siete candidaturas quieren entrar en las urnas el domingo.

Ignacio Gragera, el abogado que tras varias carambolas pasó de candidato perfecto desconocido por Ciudadanos a alcalde por turno dos años, y ahora a candidato por el PP, se ha catapultado desde su trabajo en un pequeño bufete legal a mediante una pirueta inverosímil pasar de la noche a la mañana a alcalde por otro partido, y a liquidar las aspiraciones sucesorias de Fragoso que pudieron tener María José Solana o el fugaz y presunto candidato este sí del PP Antonio Cavacasillas.

Una voltereta a la situación que no ha dejado de desconcertar en el Partido Popular local máxime cuando por primera vez en muchos años el timón no se lleva desde la ciudad y la provincia, sino desde Cáceres por María Guardiola, aunque en esa decisión la palabra fuerte la ha tenido Madrid que llamó a ser prácticos.

El resultado electoral municipal está abierto, lo que explicaría la presencia en campaña de Alberto Núñez Feijoo, y la apuesta que también ha supuesto la de Pedro Sánchez. La alcaldía de las ciudades más importantes va a ser un gran estandarte.

Etiquetas
stats