El fuego y el viento, un binomio funesto para los bomberos de Gata
La Agencia Estatal de Meteorología constata que en Hoyos ha soplado el viento esta madrugada con una velocidad de 69 kilómetros por hora. No parece algo descabellado, salvo si se tiene en cuenta que esta población cacereña estaba en ese momento rodeada por las llamas de un pavoroso incendio forestal.
Si se habla de incendios forestales hay una pareja letal para los bomberos, la formada por el fuego y el viento, un binomio funesto que ha arrojado de sus casas, literalmente, al millar de habitantes de Hoyos, que han pasado así ha engrosar la larga lista de habitantes y visitantes de la Sierra de Gata -unos 3.000- desalojados por las llamas
Lozano es uno de los cerca de trescientos miembros que la Unidad Militar de Emergencias (UME) ha desplazado hasta la Sierra de Gata y esta mañana cumplía su arriesgado turno en Hoyos.
“Cuando llegamos anoche el fuego lo salpicaba todo allí donde podíamos mirar. Y lo peor es el viento. Cuando sopla de esta manera es muy peligroso atacar nada. Solo podemos defendernos para que no vuelva a entrar en el pueblo. Menos mal que contamos con los medios aéreos”, ha explicado a Efe.
Y es que la noche ha sido una auténtica pesadilla para los trabajadores que luchan contra un incendio que lleva calcinadas unas 6.000 hectáreas de tierra verde, fértil y, lo que es más importante, profundamente amada por sus habitantes.
Francisco Martín, bombero auxiliar, da una idea de lo que ha pasado. “Ha habido momentos de mucha tensión, sobre todo cuando cruzó y se nos metió en el pueblo. Ha sido una noche muy larga, en la que hemos hecho todo lo que podíamos hacer”.
Martín lleva el cansancio tatuado en su rostro y también la resignación, porque a pesar de tanto esfuerzo reunido no han podido evitar que algunas casas ardan por completo.
Cada diez minutos, cinco aviones anfibios en perfecta formación hacen una pasada sobre Hoyos. Intentan atajar los viejos y también los nuevos focos que cercan a la población.
Los helicópteros también se hacen sentir, al igual que las sirenas de los bomberos del SEPEI, los forestales del Plan Infoex, la UME, la Guardia Civil, la Cruz Roja y un largo listado de medios que protagonizan una triste procesión por las calles de Hoyos.
En ellas encuentra Efe a Miguel, un joven de la localidad que confiesa haber llorado durante una hora seguida cuando esta mañana temprano ha comprobado de primera mano lo que han hecho las llamas con su pueblo. “Hemos pasado mucho miedo y estamos muy cansados. Anoche cambió el aire y se nos echó el fuego encima. Unos pocos decidimos quedarnos para echar una mano, pero poco se ha podido hacer”, ha reconocido todavía con los ojos húmedos.
Tras la pena, la rabia. “Cada verano igual y este peor, pero no puedes pelear contra ese tipo de personas. Es lo que hay”, dice sobre la supuesta intencionalidad del fuego, que los vecinos no dudan..
Miguel asegura que frente al fuego da igual la edad que tengas. “Estamos todos por igual. El pueblo es de todos y a todos nos afecta”. Hace una última mirada hace la sierra, la misma que anoche les alteró el corazón. Y una última pregunta del periodista: “da pena, ¿verdad?”.
“Pues claro que da pena, la montaña echada a perder y no solo aquí, en muchos pueblos, pero...es lo que hay”, insiste Miguel.