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140 campistas vuelven este sábado a las islas Cíes tras casi un año de cierre por COVID-19

Vista de las islas Cíes, en la ría de Vigo.

Beatriz Muñoz

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Este es el primer fin de semana que los visitantes de las Cíes se pueden quedar a dormir en las islas después de casi un año de cierre. Era habitual que el camping, el único lugar en el que se puede pernoctar, empezase a recibir viajeros en Semana Santa y los fines de semana de mayo, pero este 2021 el arranque de la temporada se ha retrasado hasta este sábado. Las reservas no han cogido ritmo todavía y a última hora del viernes constaban como ocupadas para el primer día 140 de las 600 plazas disponibles. Para el domingo, en un momento en el que hay poca gente con los lunes libres, apenas se quedarán una treintena de personas. Las navieras habían vendido 400 billetes para el sábado, lo que quiere decir que menos de la mitad de quienes planean pasar la jornada prevén también pasar la noche.

Las cifras son “normales” a estas alturas del año y comparables con las de la época anterior a la COVID-19, según los responsables del camping. Lo que se aleja más del patrón prepandémico es la procedencia de los viajeros. En torno al 85% son gallegos, entre los que se cuelan algunos visitantes de Madrid, de Euskadi y de Portugal. Los viajeros que llegan de territorio luso vuelven tras el paréntesis que supuso 2020. Las reservas se pueden hacer desde el mes de marzo y, por el momento, quedan huecos para cualquier día del verano, incluso para los fines de semana de julio y agosto, que son los que concentran más peticiones. A punto de terminar mayo, insisten los gerentes del campamento, los datos siguen dentro de lo que consideran habitual.

Aunque las reservas para quedarse a dormir empiezan a medio gas, las navieras sí notan el efecto del buen tiempo. A los 400 billetes del sábado se suman otros 350 reservados para el domingo y los que creen que se venderán todavía a lo largo de ambas jornadas. Siguen lejos del máximo de 1.800 personas que pueden desembarcar cada día en las islas, que forman parte del parque natural de las Illas Atlánticas. Para hacerlo es necesario un permiso de la Xunta. Las empresas que cubren las rutas desde varios puertos gallegos, como Vigo o Cangas, piden el número de referencia de esa autorización antes de vender los boletos.

También calientan motores los tres restaurantes que hay en la isla a la que llegan los barcos de las navieras. “Estamos surtidos”, declara Agustín Aparicio, uno de los socios del Rodas, que lleva el nombre de la playa sobre la que The Guardian hizo posarse todas las miradas cuando, en 2007, la situó en el primer puesto de su lista de las mejores del mundo. Este establecimiento abrió sus puertas el fin de semana pasado, con un ambiente “tranquilo”, como corresponde al mes de mayo, agrega Aparicio. Saben por las empresas que operan los barcos cuánta gente tiene boleto para pisar las Cíes estos sábado y domingo y se han abastecido de pescados y mariscos de la ría. Esperan que haya “más movimiento” y que sea un adelanto de lo que está por venir a partir de mediados de junio y hasta bien entrado septiembre.

“De repente” ha empezado a hacer buen tiempo en Galicia y coincide, además, con la apertura del camping, así que la tapería Illas Cíes también se ha abastecido para atender a los previsibles clientes, explica Ana Fernández, una de las responsables del local. Reabrió para la nueva temporada hace siete días y el domingo pasado ya se notó mucha afluencia, agrega. Para este fin de semana habla con cautela de lo que supondrá el aumento de visitantes. Muchos de ellos, recuerda, se llevan su propia comida y se quedan al aire libre. En cualquier caso, estas son las dos opciones de restauración en la isla. El tercer local, el Serafín, no ha terminado a tiempo unas obras y no abrirá hasta dentro de unos días.

Tanto los restaurantes como el camping confían en los buenos resultados de esta temporada. La anterior, marcada por la desescalada tras el confinamiento, fue “bastante bien” teniendo en cuenta las circunstancias, según Aparicio. El tiempo acompañó y las visitas no cayeron tanto como temían quienes trabajan en las Cíes. Fernández calcula que hubo la mitad de gente que en años previos. Ahora esperan que los habituales visitantes de otras zonas de España y del extranjero ocupen el puesto que en 2020 se reservaron los gallegos en las arenas de estas islas. En la zona de acampada también creen que este verano habrá más gente. Frente a un aforo que llegaron a reducir a 400 personas hace un año, para los próximos meses la previsión es la de no bajar de 600.

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