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Las 85 científicas pioneras que abrieron camino en la Universidad de Santiago

La 'editatona' busca mejorar los contenidos de la Wikipedia sobre estas pioneras

Marcos Pérez Pena

Este domingo 11 de febrero se conmemoró el Día Internacional de las Mujeres y las Niñas en la Ciencia, una fecha en la entre otros objetivos se busca visibilizar el trabajo de las científicas y fomentar vocaciones entre las jóvenes que aún están en la enseñanza primaria y secundaria. La Universidad de Santiago lleva a cabo varias actividades “para sacar del olvido a las pioneras de nuestra universidad”.

Entre ellas destaca la exposición Mujeres en el laboratorio: las primeras científicas de la USC, elaborada por la investigadora de la USC Xoana Pintos Barral, que se podrá ver en seis institutos de la ciudad de forma sucesiva. Además, la Oficina de Igualdad de Género y la Biblioteca Universitaria de la USC han previsto para el 20 de febrero a celebración de una editatona, en la que colaboran Galipedia y la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas de Galicia (AMIT-Gal). La editatona es una reunión virtual para editar y mejorar colectivamente los contenidos de la Wikipedia en gallego sobre las mujeres en la ciencia.

Entre los contenidos sugeridos para su realización están las biografías de 85 mujeres científicas que estudiaron en la Universidad de Santiago de Compostela entre 1910 y 1960. La lista está tomada de la tesis doctoral Las mujeres en los estudios experimentales en la Universidad de Santiago: 1910-1960, presentada por la propia Xoana Pintos Barral en 2015. De momento, tan sólo siete de ellas cuentan con una entrada en la enciclopedia libre, entre ellas Elisa Fernández de la Vega, Jimena Fernández de la Vega y Ángeles Alvariño González, además de Manuela Barreiro, primera mujer matriculada en la USC (1896) y licenciada (1901).

Acceso de la mujer, a partir de 1910

1910 fue un año clave para el acceso de la mujer a la educación superior en España. El 8 de marzo de ese año se promulgó una orden que reconocía el derecho de las mujeres a cursar estudios libremente en los centros oficiales de enseñanza. “Detrás de esta corriente aperturista había un movimiento de mujeres ilustradas, cultas, luchadoras y reivindicativas, apoyadas en un renovador pensamiento, el feminista, que centró sus reivindicaciones en el derecho a la educación y que batalló contra los numerosos obstáculos legales, contra la hostilidad por parte de la sociedad y contra la dificultad para el ejercicio de los conocimientos adquiridos en la universidad”, destaca Xoana Pintos Barral en su tesis.

En ese momento el 85% de las mujeres gallegas eran analfabetas, pero poco a poco un grupo de pioneras fue abriéndose camino en las aulas de la Universidad de Santiago. La primera fue Manuela Barreiro, en Farmacia, incluso antes de la referida orden de 1910. Debido a las limitaciones impuestas a las mujeres en la época, tuvo que solicitar permiso (que finalmente le fue concedido) para matricularse y para ejercer su profesión. En el escrito dirigido al ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, indicaba que los estudios realizados debían habilitarla “para el ejercicio de una profesión que siempre creyó propia a su sexo y en la que pretende hallar ocupación útil para sí y para la sociedad”.

Las primeras que pisaron las aulas de la Facultad de Medicina fueron las hermanas Fernández de la Vega (1913), naturales de Vegadeo; Olimpia Valencia López (1919), natural de Baltar, en Ourense; Mª Luisa Fernández Cascallar (1920), de Pontevedra; María Piñeiro Estrella (1921), de Santiago y María Freire Garabal (1921), natural de Montevideo, Uruguay, y de familia compostelana. A esta vanguardia se sumaron estudiantes de Farmacia, siendo las cinco primeras matriculadas las hermanas Marina y Manuela Caldero Calvo, Sara Fernández Casas y María López Cotarelo (las cuatro en el año 1914) y María García Berdiales (1917). En la Facultad de Ciencias hubo que esperar a su creación en 1922, pero ya desde el primer curso hubo alumnas en las aulas de esa facultad.

Lucha contra el machismo y los perjuicios sociales

Xoana Pintos Barral destaca que “el número de mujeres que se acercaban a la Universidad para formarse en ciencias experimentales fue muy bajo y creció lentamente por las resistencias, el machismo y los perjuicios sociales, en especial hacia los estudios de Medicina”. El número de matriculadas se disparó a partir de los años veinte, y especialmente, durante la II República, pasando de 12 alumnas en 1920 a 148 alumnas matriculadas entre las tres carreras experimentales en 1935. Si hablamos de la población universitaria total, las jóvenes aumentaron de un 1.4 a un 8.9 por ciento en esos quince años. Sin embargo, la presencia de las mujeres seguía siendo minoritaria entre el alumnado y casi inexistente en el profesorado universitario. Las primeras docentes serían auxiliares de clases prácticas, en un principio sin remunerar: en 1933 Concepción Carnero y Natividad Mejuto, en la materia de Química orgánica; en 1934, Antonia Ferrín en Física teórica, Elisa Díaz en Física experimental y Sara Soto en Complementos de Física.

En las dos primeras décadas del Franquismo a matrícula femenina en Medicina se mantiene en niveles muy bajos, no llegando nunca a levantarse. Con todo, la presencia femenina en las tres carreras era mayor en Santiago que en las mayor parte de las universidades españolas, que registraban cifras aun más bajas. La Facultad de Farmacia fue la que presentó siempre la mayor proporción de alumnas.

Pioneras en distintos ámbitos

Debido a su elevado número, no es posible saber cuántas de estas mujeres alcanzaron sus objetivos profesionales pero Xoana Pintos Barral siguió en su tesis de doctorado algunos recorridos vitales, que recogió en un apartado titulado Itinerarios de mujeres más significativas. Entre las médicas encontró un gran número de ellas que ejercieron como especialistas en fisiología, rehabilitación, pediatría, ginecología, análisis clínicos, medicina familiar y medicina de empresa y, sobre todo, en odontología (Irene Álvarez, Coro Clavero, Ruth Selbmann, Josefina Areses, Marina Gulín). Algunas fueron docentes en facultades de Medicina (Elisa Fernández de la Vega, Fernanda Monasterio, Amparo Pérez) pero ninguna en la Universidad de Santiago.

En las estudiantes de Ciencias la salida mayoritaria sería la docencia en la enseñanza media (Patrocinio Armesto, Isaura Usero, Teresa Bouzo, Elisa Díaz); la docencia en las Escuelas Normales (Celia Brañas, Antonia Ferrín); docencia universitaria (Ángeles Alvariño, Antonia Gunther), o vinculadas a la investigación en el CSIC (María Domínguez, Carmen García, Mª Antonia Gunther, Aida Méndez o Amparo Pérez). Estas mujeres publicaron los primeros artículos en revistas científicas, ampliaron estudios en el extranjero y participaron en sociedades científicas donde antes sólo había varones. Sobre todo Ángeles Alvariño, Mª Antonia Gunther y Fernanda Monasterio alcanzaron la excelencia científica.

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