Un “terrorista incendiario” llamado cambio climático
“Terrorismo incendiario”. Esta ha sido la expresión más popular entre los vecinos de Galicia durante las últimas 24 horas. Se la han copiado a los políticos: el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, ha hablado de “actividade incendiaria homicida” y ha lanzado a los vecinos a la búsqueda del criminal. “Ante cualquier persona sospechosa de producir fuegos como los de esta madrugada, con más de 28 focos en horas nocturnas, es preciso llamar a la Policía, la Guardia Civil o la Xunta”.
El nivel de reconocimiento contra los incendiarios viles es máximo. Circulan vídeos de gente tirando piñas encendidas, se habla de motoristas vestidos de negro con mecheros y retardadores. Se explican los focos múltiples y en paralelo a la carretera con intención criminal y regueros de gasolina.
También se habla de montes sin desbrozar y de condiciones meteorológicas extremas, pero más del cárteles y mafias y de recalificación de suelo, de Ley de montes y de simple maldad. De lo que no se habla, extrañamente, es de lo que más sabemos: que la mano que ha sembrado de incendios no solo Galicia sino también Portugal, Asturias y en el resto de la cuenca mediterránea ha sido un enjambre de síntomas, reacciones y consecuencias claramente identificados como los efectos del cambio climático.