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Bóveda, el mártir del galleguismo asesinado en 1936, se incorpora a la querella argentina contra el franquismo

Alexandre Bóveda y su mujer Amalia Álvarez.

Daniel Salgado

19 de enero de 2021 06:00 h

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El aniversario de su asesinato en A Caeira, un monte cercano a Pontevedra, se conmemora, primero en el exilio y después en su tierra natal, como el Día da Galiza Mártir. Su figura, la del organizador del galleguismo político y agudo economista, sirvió a Castelao de modelo para su imprecación pintada contra el fascismo, A derradeira lección do mestre [La última lección del maestro]. Alexandre Bóveda, nacido en Ourense en 1903 y fusilado el 17 de agosto de 1936, es, desde este lunes, una causa más de las recogidas por la juez Servini en la querella argentina contra los crímenes del franquismo.

La muerte de Bóveda, ocurrida el mismo día que la de Lorca pero en el otro extremo de la Península Ibérica, se ha convertido en emblema de la barbarie perpetrada en Galicia por los alzados contra la II República. Por eso su incorporación al proceso de Servini reviste un significado específico. “Sabemos que es un camino larguísimo y tedioso”, relata a elDiario.es Valentín G. Bóveda, nieto del histórico galleguista y vicepresidente de la fundación con su nombre, “y ha habido muchas trabas por parte del Estado, debido a los problemas que tiene con su memoria”.

El trayecto que culminó este lunes con un acto en el Consulado argentino de Vigo comenzó hace tiempo, cuando la Fundación Bóveda se dirigió a la magistrada María Romilda Servini –cuya investigación arrancó en 2010– para intentar la admisión de declaraciones a distancia. “Aquello quedó en el tintero. El apoyo del Área de Memoria de la Deputación de Pontevedra sirvió ahora de revulsivo. Esta gente debe ver sus derechos restituidos”, afirma. Hace un año anunciaron el movimiento que ahora, pandemia de coronavirus por medio, acaba, por lo menos en su fase inicial. Junto a Bóveda, entran en la denuncia colectiva Amancio Caamaño, presidente del propio ente provincial en 1931 que había participado en la fundación de Izquierda Republicana, y Ramiro Paz, militante socialista y presidente del Comité Provincial del Frente Popular. Ambos cayeron fusilados el 12 de noviembre de 1936.

Fue la Diputación, junto al equipo de derechos humanos del Grupo de Avogados Novos de Vigo, la que se encargó de recopilar “documentación, bibliografía e información” con la que argumentar las demandas. Las firman Amalia Bóveda Álvarez y Valentín García Bóveda, hija y nieto de Bóveda; Begoña y Olga Caamaño Santos, nietas de Amancio Caamaño; y Ángel Ramiro y Anxos Paz García, nietos de Ramiro Paz. “En todo esto hay una parte judicial, desde luego importante, pero también debe servir para cambiar el relato de cara al futuro. Eso es lo que más me importa”, dice García Bóveda. Begoña Caamaño, también presente en el acto de Vigo, cargó contra la Ley de Amnistía del 77: “Nunca debería haber salido así”.

La diputada provincial de Memoria Histórica, la nacionalista María Ortega, resumió el sentido de la iniciativa: “Es fundamental que sea la justicia la que reconozca oficialmente que las condenas, los asesinatos, las torturas, o las depuraciones de gallegas y gallegos por sus ideas fueron realmente crímenes contra la humanidad y no hechos individuales”. Ortega lamentó además que no sean los tribunales españoles los que “encaren la represión” y haya que “esperar resultados de un juzgado argentino o de tribunales internacionales”.

La anulación de los juicios franquistas

“Algunas personas, durante años, nos dijeron que nada de esto servía para nada, que ya estaba amnistiado”, explica el nieto de Bóveda, “pero no hubo un proceso de amnistía. Ni siquiera se sabe qué fue lo que se amnistió”. Por eso a los Bóveda, también implicados en la Iniciativa Galega pola Memoria que agrupa diversas asociaciones y personas, trabajan para acogerse a la anulación de sentencias del franquismo, una posibilidad que recoge la nueva Ley de Memoria Democrática ahora en tramitación. “En nuestra opinión, debería haber sido más ambiciosa, lo que pasa es que el Partido Socialista todavía tiene disonancias cognitivas con la materia. Hace y no hace”, señala.

Él mismo recuerda que su abuela, Amalia Álvarez Gallego, murió en 2001 sin ver la anulación del juicio sumarísimo que acabó con el fusilamiento de su marido Alexandre. “Entiendo que habrá una anulación simbólica, que no incorpora nada al expediente jurídico. Pero sí puede dar pie a que un juez intervenga”, señala. En cualquier caso, y a pesar de las insuficiencias que García Bóveda y otros activistas detectan en la futura norma, no quiere equiparar unos gobiernos y otros.

Núñez Feijóo se estrenó como presidente de la Xunta en 2009 finiquitando todas las políticas de la memoria del anterior gabinete bipartito PSdeG–BNG, incluido el memorial de San Simón, donde precisamente estuvo encarcelado Ramiro Paz. “En cuanto entras en los despachos políticos ya notas la diferencia, la percibes”, sostiene, “en los 90, desde la fundación fuimos a hablar con Fraga para que apoyase el Día da Galiza Mártir. Quedó en nada. La idea que tienen los partidos es distinta, porque los partidos también tienen su historia y su memoria”.

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