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La crisis y los recortes sociales aumentan los casos de estrés y depresión en los mayores

Miguel Pardo

La crisis y los recortes sociales incrementan los casos de estrés y ansiedad, que son ya las principales enfermedades atendidas en los servicios de psicologías y psiquiatría desde lo comienzo de la recesión. Las principales instituciones médicas advierten de estas dolencias derivadas de los problemas económicos, pero advierten también de que “en el ámbito social se suele olvidar que el colectivo más afectado, vulnerable y desfavorecido por las consecuencias de la crisis, es lo de las personas mayores”, tal y como recuerda el gallego Raimundo Mateos, presidente de la Sociedad Española de Psicogeriatría (SEPG), especialidad que trata las enfermedades mentales de las personas de mayor edad.

Así, los datos están avalados por las principales instituciones médicas y de seguros públicas y personales y los expertos en psicogeriatría, que aseguran que este grupo de población es el más afectado por el estrés, lo que atribuyen, básicamente, a que los mayores “se sienten responsables por la mala situación de sus familias y por tener que ayudarlas y solucionarles sus dificultades económicas”.

Las estadísticas son claras. La depresión es el problema mental que más se consulta en los usuarios de atención psiquiátrica de la mayoría de las aseguradoras médicas españolas, hasta alcanzar cuotas del 14%. Pero en los mayores de 60 años, por ejemplo, este porcentaje llega al 36%, un número que se agrava porque a partir de esa edad, el estrés es la principal causa de depresión “y puede generar otras muchas enfermedades”.

Segundo el último estudio de la SEPG de 2011, la prevalencia de trastornos mentales en general en la denominada tercera edad llega al 35%, mientras que la depresión afecta a un 25% en la gente que supera los 65 años. “Ante situaciones de crisis, la persona mayor puede adoptar una enfermedad psiquiátrica, normalmente ansiedad y depresión, y otras físicas”, asegura Mateos en un comunicado.

“El cuerpo y el organismo están más débiles y envejecidos por el paso del tiempo y por dicha situación de estrés, con lo que es más fácil que se descompensen de otras patologías que se están produciendo como diabetes, hipertensión o problemas circulatorios”, añade.

La clave es que la respuesta ante el estrés y la capacidad de controlarlo y gestionarlo “es lo que determinará que aparezca o no la enfermedad”. “Es diferente” en los mayores, destaca Raimundo Mateos, que insiste en que “las circunstancias que provocan el estrés, excepto situaciones extremas, no son importantes en sí mismas, pero sí como las sienta y controle el paciente”. “Las circunstancias físicas, mentales, emocionales y sociales, disminuyen en los mayores su percepción de control sobre lo estrés”, añade.

Además, los prejuicios sociales también influyen en la situación de los mayores, ya que “tienden a marginar a la persona anciana, a identificar viejo con inútil o con alguien que no sirve ya para nada, a invalidar su capacidad de enseñar, tener sexualidad o participar activamente en la sociedad”.

Del mismo modo, económicamente los ancianos “se encuentran debilitados por unas bajas pensiones y los recortes económicos y sociales”. “Paralelamente, deben enfrentarse a más número de pérdidas, mayor volumen de tiempo libre que no saben gestionar por haberle hecho creer que no se merece o no precisa, así como una menor vitalidad y más necesidad de cuidados sociosanitarios que, a su vez, disminuyeron con la crisis”, insisten desde la SEPG, que destaca así los problemas de salud que entre los más veteranos causan los recortes en las políticas sociales.

Llega incluso a aclarar que se puede producir “una reacción patológica”, derivada de que los acontecimientos que generan los problemas “son muy intensos o desagradables o que el organismo está más debilitado”. Esta problemática se hace incluso más grave en Galicia, ya que los casos de enfermedad mental en las personas mayores también aumentan ante el progresivo envejecimiento de la población que, al juntarse con la crisis, hace que las urgencias psicogeriátricas de los hospitales estatales pasen del 5 al 12% desde el comienzo de la crisis.

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