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Santiago no sabe cómo librarse de un gran grabado en homenaje a Primo de Rivera que ven miles de turistas cada año

El nombre del fundador de la Falange, José Antonio Primo de Rivera, grabado en la piedra del monasterio de San Paio de Antealtares en Santiago de Compostela.

Beatriz Muñoz

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La pared que los peregrinos dejan a su espalda cuando entran, durante los años jacobeos, por la puerta santa a la catedral de Santiago de Compostela es el soporte de uno de los homenajes a símbolos franquistas que se mantienen en la capital gallega. Allí está grabado, en un lugar privilegiado sobre la piedra del convento de San Paio de Antealtares, el nombre de José Antonio Primo de Rivera, cuyos restos acaban de ser exhumados de Cuelgamuros, tras la entrada en vigor hace seis meses de la Ley de Memoria Democrática.

Con los focos sobre la figura del fundador de la Falange Española, la inscripción recobra protagonismo. El Ayuntamiento de Santiago señala que está ya buscando la manera de eliminar o cubrir, al menos lo suficiente como para que no se pueda leer completo, el nombre de Primo de Rivera en uno de los espacios más emblemáticos de la ciudad, la Praza da Quintana, por la que miles de turistas pasean cada año. Fuentes municipales indican que el problema se está abordando en la Comisión Asesora do Patrimonio Histórico, por su “complejidad” y por la afección al patrimonio.

La pared es el cierre al oeste del convento de San Paio, en el que viven monjas de clausura y que es propiedad de la Iglesia católica. Lo que añade dificultad al caso es, según el Ayuntamiento, que las letras no son elementos añadidos a la fachada, sino que se grabaron sobre la cantería vista.

Antes de plantear la cuestión ante la comisión, se analizó en una reunión de trabajo de la subcomisión asesora del patrimonio histórico do plan especial PE-1 de Santiago (el que afecta al casco histórico). El Ayuntamiento recuerda que antes las letras estaban coloreadas de rojo y que se retiró la pintura para intentar que el grabado fuese menos visible. También se eliminaron elementos que estaban anclados a la piedra. Esta intervención, señala, “tuvo como resultado que la visión actual de la inscripción no sea fácil de percibir”. “El texto solo es perceptible con claridad en las jornadas despejadas y luminosas, cuando la luz del sol tiene suficiente intensidad para proyectar una sombra contrastada sobre la superficie de la fachada”, sostiene el Gobierno local. El nombre del fundador de la Falange es legible, aunque menos, también los días cubiertos.

Las alternativas propuestas inicialmente fueron rebajar la superficie completa de las piedras en las que está el grabado para eliminar el relieve, rellenar los huecos de las letras con mortero de reparación y hacer una limpieza que difumine el contorno de las letras para dificultar la lectura, una opción que no las eliminaría del todo. Se planteó también cambiar las piedras afectadas, pero esta es la vía “más desaconsejable” debido a “la dificultad técnica y por el elevado coste”.

Hay una última propuesta: mover una placa que está instalada en la misma pared y que recuerda al llamado Batallón Literario, integrado por estudiantes durante la guerra de la Independencia (1808-1814). El problema es que su tamaño es menor que el de la inscripción del nombre de Primo de Rivera, de modo que habría que conformarse con taparla solo parcialmente. La placa se colocaría “en una posición centrada entre los dos huecos de fachada que enmarcan” el grabado para “ocultarlo en su mayor parte para evitar su lectura”. “Esta parece ser, de momento, la intervención más adecuada”, defiende el Ayuntamiento.

No sería la primera vez que la solución ante un símbolo franquista en la ciudad es cubrirlo: ocurrió con el escudo de la Facultad de Química y en el edificio de Correos, en los que se instaló, tras la aprobación de la ley anterior de memoria histórica, el escudo de la Universidade de Santiago de Compostela y el logo de la empresa pública, respectivamente, para tapar los elementos relacionados con la dictadura. En la ciudad quedan otros vestigios, como las inscripciones que hay en varios bloques de viviendas construidos durante la dictadura en los barrios de Pontepedriña y Santa Marta.

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