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El andalucismo que renace en Madrid con la Gata

Imagen del desayuno andaluz que organizaron desde la agrupación el pasado 27 de febrero.

Guillermo Hormigo

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Gato, el apodo que con el que se conoce a los madrileños y madrileñas de pura cepa™ (de tercera generación, esto es, sus padres y sus cuatro abuelos nacieron en la ciudad), tiene su origen en la Edad Media. Madrid permanecía bajo dominio musulmán y todavía era Mayrit. La ciudad estaba rodeada por una gran muralla, lo que entorpecía los planes de conquista de los reyes españoles. Sin embargo, según cuenta la leyenda, la suerte cambió en 1083. Un día de mayo, mientras las tropas de Alfonso VI esperaban en silencio al otro lado de los muro, un valiente y hábil soldado comenzó a escalar sus 12 metros de altura. Solo contaba con una daga en su mano y la agilidad propia de un gato. Una vez arriba quitó la bandera árabe, colocó la cristiana y la ciudad quedó reconquistada. Cuando Alfonso VI vio al soldado trepar, exclamó que el soldado parecía un gato.

Casi mil años después, un grupo de andaluces y andaluzas emigrados se ha propuesto derribar otras murallas madrileñas, más simbólicas quizá, y reapropiarse de este espíritu gatuno. La Peña Andaluza La Gata busca conformar un espacio de acogida, compañía, comunión, discusión y diversión entre andaluces residentes en la capital. Una apuesta felina que toma su nombre de la fallecida rapera Ana Isabel García Llorente, conocida como Gata Cattana (Adamuz, Córdoba, 1991 - Madrid, 2017), aunque el guiño a la pureza madrileña tampoco sea casual.

Juan Martínez nació en Cádiz, pero lleva catorce años en Madrid. Informático de profesión, entró a formar parte de la asociación casi desde sus inicios, hace algo más de año y medio. Corrobora esta idea de que el nombre de la organización tiene varias lecturas: “Nos pareció guay hacer un tributo a esas peñas clásicas que tenían el nombre de una cantaora flamenca. A partir de ahí, la mayoría de la gente de la peña sentía un lazo muy fuerte con Ana. Pero es cierto que llamarla así cuando a la gente de aquí se les llama gatos nos hizo gracia. Gata resume perfectamente todo”.

Esta Gata nació a principios de 2021, cuando los estragos de la pandemia seguían muy presentes, así que en ese inicio las vías telemáticas tuvieron gran peso. Además de redes más promocionales como Twitter o Instagram, cuentan con un canal de Telegram abierto. A él entran periódicamente paisanos y paisanas recién llegados a Madrid, o que acaban de descubrir la existencia de la peña, en busca de consejos, recomendaciones o mera compañía con la que sobrellevar la morriña andaluza. Como explican en su web, se trata de “un regreso a la época en la que nuestros abuelos emigraron a Barcelona, Madrid, Alemania o Latinoamérica y se esforzaron en crear una red de Casas de Andalucía donde forjar redes de apoyo y mantener viva la cultura andaluza”, aunque actualizado a las nuevas realidades.

Juan se sumó de la mano de una amiga que le habló del proyecto. “Por mi profesión intento colaborar en la parte más de tecnología, aunque como todos colaboro en lo que puedo”, comenta. Cree que esa apuesta por lo telemático, aunque era la opción más sensata, les ha complicado atraer y retener gente en este comienzo: “Mucha gente usaba esas mismas herramientas para trabajar, así que fuera del ambiente laboral querían salir un poco de ahí. Con la vuelta a los espacios físicos la gente se está animando un poco más”.

Desde La Gata han organizado una charla sobre andaluzofobia y andaluzofilia, así como dos desayunos andaluces, donde no puede faltar su buen pan con aceite de oliva. El primero fue virtual, pero este 2022 ya pudieron verse las caras entre molletes. Hasta el momento la actividad presencial ha sido limitada, pero esperan que esto empiece a cambiar. Lo cierto es que, más allá de las actividades programadas, la idea es crear una comunidad que pueda funcionar espontáneamente. Así, cuando el inclasificable grupo Califato ¾ (al que quizá la única etiqueta que se le puede aplicar es “andaluz”) actuó en Madrid el pasado mayo, se produjo una quedada improvisada entre varios miembros de la peña.

Para Juan, otra de las grandes ventajas que ofrece la Peña es “ayuda y guía a cualquier andaluz o andaluza que acaba de llegar a Madrid”. Referencias que van desde dónde acudir ante ciertos problemas de salud hasta en qué bar encontrar el mejor gazpacho de la ciudad (asunto que no por menos delicado deja de ser serio). “Si llegas a Madrid y no conoces a nadie, por ejemplo porque acabas de empezar en el trabajo y preguntar ciertas cosas te da apuro, un lugar como este puede ser superútil”.

Andaluces pese a todo y a mucha honra

La pertinencia de redes como esta se hace todavía más palpable cuando hablamos con Juan de alguna de sus experiencias como andaluz en Madrid: “Lo que yo he visto particularmente es, sobre todo, poner en tela de juicio la profesionalidad de una persona que viene de Andalucía”. Opina que la situación persiste pese a que se ha ido relajando con los años, al menos en su caso (“supongo que porque he ido ganando rango en mi ámbito laboral”, añade). Al inicio, sin embargo, percibía que para algunos compañeros y superiores su acento ponía en tela de juicio su dedicación y su labor: “Hay tópicos sobre cualquier parte, pero es cierto que los que se aplican a la gente de Andalucía llegan a afectar en tu día a día en cuanto a la confianza que se tiene en ti. Si conocemos gente que sufre esto, apoyarnos y demostrar lo que valemos rebaja un poco la credibilidad de estas cosas, aunque ya sabemos que son falsas”.

En este sentido, Juan defiende que el andalucismo está viviendo una nueva época de esplendor. “He estado en colectivos andalucistas previamente y nunca había sentido con tanta fuerza que, en lugar de renegar de nuestra cultura como algo de catetos, se esté usando como símbolo. Algo que queremos compartir con nosotros mismos e incluso con gente de fuera. Hemos abrazado el acento, la iconografía y costumbres como el flamenco o la Semana Santa como hacía tiempo que no pasaba, está claro que ha habido un repunte”. Artículos, películas y libros como La generación del mollete (su autor, Jesús Jurado, también forma parte de la Peña) dan cuenta de este fenómeno y de sus posibles motivos.

La cercanía andaluza y la diversidad madrileña

Al hablar de lo que más echa de menos de su tierra, Juan menciona la “calidez”. Luego recula, o más bien concreta: “Comunicarnos en unos mismos términos que te hacen sentirte como en casa, aunque sea gente que acabas de conocer. Eso solo me pasa en Madrid cuando me junto con otros andaluces, pero bajo cuando bajo a Cádiz o en general a Andalucía es con todo el mundo”. Recuerda que, cuando viajaba en autobús y atravesaba Despeñaperros, notaba la diferencia nada más traspasar esta frontera natural.

Pese a todo esto, a Juan le encanta Madrid. “Sé que suena un poco a tópico, pero la oferta cultural es inmensa [para eso está Hoy Se Sale], aunque a veces eche de menos fiestas o eventos concretos de Cádiz o Andalucía”. Se declara “curioso” en lo gastronómico y subraya que en este sentido Madrid reúne una multiculturalidad inaudita en otros lugares de España, presente en general en todos los ámbitos de la ciudad. Una diversidad en la que los andaluces tienen tenemos mucho que decir y poco que callar.

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