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Si no confías en tu Gobierno, elige otro: ya puedes hacerte ciudadano digital

Ser ciudadano online da derecho a usar los servicios digitales del Gobierno, pero no a vivir allí.

Analía Plaza

“Es hoy a internet lo que la tarjeta de crédito fue a los bancos hace cincuenta años”. Al habla el primer 'e-ciudadano' del mundo, que se llama Edward Lucas y desde el 1 de diciembre es, además de inglés, residente 'online' de Estonia. Una y otra vez repite, halagando al país, lo mucho que le interesa el gobierno digital y la importancia de esta nueva identidad electrónica en su progreso.

Estonia, la república exsoviética de la tecnología, va por delante del resto del planeta en innovación en la administración y su última ocurrencia es la siguiente: hazte 'e-estonio' y disfruta de una vida cómoda, de la vida digital. Si quieres vivir en la Estonia 'online', adelante. ¡Regístrate!¡Regístrate!

Por 50 euros y un viaje al país - está en 'beta' y hasta que no esté implementado en las embajadas hay que ir a una comisaría a dar los datos biométricos, iris y huellas dactilares - puedes solicitar la 'e-ciudadanía'. Si en un plazo máximo de catorce días Estonia te la concede, te llevas una tarjeta como la de la foto (nombre, código y microchip con dos certificados, uno para autenticación y otro para la firma), un lector y el quid de la cuestión: una serie de derechos 'online' para operar en el país.

A saber: registrar una empresa, firmar documentos con proveedores o empleados, enviar archivos cifrados, operar en los bancos estonios, declarar impuestos en Estonia y recibir prescripciones de farmacias del país. Si te aceptan como 'e-estonio' accedes a algunos de los servicios 'online' que tienen los ciudadanos 'reales', pero sin ningún privilegio físico. Ni entrar ni vivir en el país. Para entendernos, es como si el Gobierno abriera nuestro exitoso DNI electrónico y sus servicios a gente de fuera y creara así su propio clan de 'e-españoles' por el mundo, sin derecho a vivir físicamente aquí.

Suena Londres de fondo cuando Lucas coge el teléfono. Ya ha vuelto a casa tras recibir su tarjeta y celebrar su recién adquirida ciudadanía digital en un acto junto al presidente del país. Edward Lucas es, además de inglés y primer 'e-ciudadano' del mundo, editor de The Economist: una figura conocida y respetada para promocionar y explicar esta disruptiva forma de residencia. Estonia, que no llega al millón y medio de habitantes, pretende que de aquí a diez años haya como Lucas 10 millones de personas más. Lucas fue el primero pero no es el único, y de momento lo han solicitado 10.000.

“Con una identidad digital posibilitas muchas cosas. Yo no tengo modo fácil de firmar un documento de manera electrónica y así, simplemente, pongo la tarjeta en el lector y me identifico. Es algo que está mal en internet: no fue diseñado como herramienta de autentificación, sino de investigación. El enfoque estonio resuelve uno de los grandes problemas de la arquitectura de la web y es muy escalable. Es un gran reto, pero es una forma de tener a un montón de gente operando en el país sin que ni siquiera estén allí. Una diáspora digital”.

Ciudadanos de primera, de segunda y de internet

La residencia en internet no hay que entenderla tanto como a utopía tecnológica de un mundo descentralizado y sin barreras geográficas, sino más como un servicio práctico que resuelve - tecnológicamente muy bien - un problema complejo: la burocracia de la administración. Igual que Reino Unido lleva a la suya a internet poco a poco y sin morir en el intento, Estonia tiene trámites 'online' desde hace años y es el sitio al que miran los que vienen por detrás.

El país tiene el mejor gobierno digital del mundo, según la ONU. Por poner un par de ejemplos, el 85% de los colegios usan la 'e-escuela', una plataforma para que los profesores pongan las notas, los alumnos los deberes y los padres se enteren; y el 25% de la población vota por internet. Su identidad 'online' funciona para ellos desde 2002.

Abrirla al resto - y parte de su tecnología también - es el siguiente paso. ¿Es un privilegio ser 'e-estonio'? “Sí, es un privilegio. Se reservan el derecho a aceptar a quien quieran. Es como una visa electrónica”, afirma Lucas. Según cuentan desde la administración, buscan tres perfiles: gente que tenga relación con Estonia, emprendedores tecnológicos y negocios que busquen operar allí (o en la Unión Europea, si son extracomunitarios).

Estonia es al gobierno digital lo que Suiza es a la banca. “Introduce competición en una de las funciones del estado”, considera Lucas. Si la vida 'online' - que empezó cuando leíamos, continuó cuando participábamos y crece a medida que operamos más - se completa cuando a nuestra identidad digital la respalda un gobierno (que encima permite hacer trámites, abrir empresas y pagar impuestos segura y fácilmente), el que lo haga bien se llevará más 'e-ciudadanos'. Estonia es pequeña y la tecnología es su recurso para competir con el resto del mundo.

“No creo que sean los últimos en hacerlo”, considera Lucas. “La gente fue a los bancos de Suiza porque eran seguros y flexibles. Son países que ofrecen sus servicios más allá de sus fronteras. También tengo cuatro carnés de conducir de diferentes lugares, no es nada inusual. Lo que esto nos dice es que puedes ofrecer los servicios digitales de tu gobierno a cualquier persona. Y hay otro punto importante: no siempre confías en tu gobierno. Los hay con mala reputación en la protección de sus sistemas, pero Estonia sabe hacerlo bien y hay quien necesita confiar en otro, no en el suyo propio. Si quieres una identidad digital fuerte, entonces es tu lugar”.

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