25 candidatos pelean por la presidencia en Costa Rica en unas elecciones inciertas

Ayelén Oliva

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Más de 3.500.000 ciudadanos están habilitados para elegir al próximo presidente de Costa Rica y a los 57 diputados de la Asamblea Legislativa que gobernará hasta el 2026. El alto número de indecisos y la multiplicidad de candidatos pronostican una segunda vuelta el 3 de abril.

La cantidad de costarricenses que una semana antes de la elección no tenía definido su voto estaba por encima del 32%, según la última encuesta del Centro de Investigación y Estudios de Políticas de la Universidad de Costa Rica. Mientras que ningún candidato superaba el 20% de apoyo, muy lejos del 40% necesario para ganar la presidencia este domingo. 

Esta elección cuenta con 25 candidatos a presidente, la explicación está en la llamada “doble postulación”. “En Costa Rica existe la posibilidad de que el candidato vaya en la papeleta presidencial pero también encabece la lista de Diputados. Todos los que tienen doble postulación, que son más de 14 de estos 25, están inscriptos en la provincia de San José que es la circunscripción de mayor tamaño”, dice Ilka Treminio, doctora en Ciencia Política por la Universidad de Costa Rica y directora de Flacso en ese país.

Pero la incertidumbre también domina en el plano legislativo. Una semana antes de la elección, una de cada dos personas no tenía decidido su voto. “Por lo general, el elector costarricense decide en las últimas dos semanas o el mismo día de la elección, pero la volatilidad ha crecido en estos comicios. Todas estas variables dejan un escenario abierto para ver quién va a pasar al balotaje o segunda vuelta”, dice la politólga costarricense Carolina Ovares-Sánchez.

Es por eso que los analistas consideran que el próximo Congreso estará dividido en varios bloques. “El multipartidismo ya es una característica del sistema de partidos costarricense y aunque llegue a la presidencia alguno de los dos candidatos de los partidos tradicionales, este se va a topar con un congreso fragmentado. No se espera que el próximo Presidente tenga mayoría en el Congreso, por lo cual se verá obligado a negociar y ceder en sus propuestas”, dice Ovares-Sánchez.

Los candidatos con más posibilidades

Todo indica que la pelea por la presidencia será entre los candidatos de los dos partidos tradicionales de Costa Rica: el centro-derecha Partido Liberación Nacional y el conservador Partido Unidad Social. Durante más de tres décadas, estos dos partidos han gobernado el país hasta que en 2014 el Partido Acción Ciudadana, de centroizquierda, consiguió la victoria, la cual repitió en 2018. El actual presidente del país es Carlos Alvarado Quesada, que no se presenta a la reelección porque no está permitida en Costa Rica, deja el poder con una baja imagen positiva.

José María Figueres, expresidente de Costa Rica entre 1994 y 1998 es quien tiene mayor intención de voto, con el 17%. Figueres, del Partido Liberación Nacional, viene de una familia de políticos, hijo del también expresidente en tres ocasiones y fundador del partido, José Figueres Ferrer, un mandatario recordado por haber abolido el Ejército en 1948. El candidato llega a esta nueva campaña después de un largo recorrido en política. Fue ministro de Comercio Exterior y de Agricultura durante el primer gobierno del premio Nobel de la Paz Óscar Arias y con 39 años se convirtió en presidente en 1994.

Unos años más tarde, terminó envuelto en un escándalo de corrupción por presunto tráfico de influencias por una asesoría a la empresa de telecomunicaciones Alcatel entre el 2000 y 2003. Figueres argumentó que el pago fue lícito, sin embargo, vivió en Suiza durante casi ocho años y regresó a Costa Rica recién después de que en 2007 la Fiscalía determinara que no cometió ningún delito.

Figueres representa en esta elección una opción de centroderecha con experiencia. En su plan de Gobierno destaca su objetivo de avanzar en la transición ecológica y eliminar el uso del petróleo. El cuidado por el medioambiente ya ha dicho en campaña que es una posición que quiere defender también en el plano internacional.

A Figueres le sigue en intención de voto la candidata del Partido Unidad Social Cristiana, la exvicepresidenta Lineth Saborío, con un 13%. Saborío, ubicada un paso más hacia la derecha que Figueres, busca convertirse en la segunda mujer en llegar a la Presidencia en Costa Rica, después de Laura Chinchilla. La última vez que su partido gobernó el país fue durante su vicepresidencia entre 2002 y 2006.

En campaña Saborío centró parte de su discurso en la importancia de la participación política de las mujeres, también prometió paridad de género en su gabinete si gana las elecciones y reducir la brecha salarial. Sin embargo, es una declarada opositora a legalizar el aborto incluso en casos de violación.

En tercer lugar se ubica el exdiputado conservador Fabricio Alvarado, pastor evangélico y periodista, del Partido Nueva República, con poco más del 10%. Alvarado no es la primera vez que se presenta, ya lo había hecho en 2018 cuando consiguió el 25% de los votos que le permitió pelear en una segunda vuelta con el centrista Carlos Alvarado Quesada, quien resultó electo presidente.

En esas elecciones la bancada evangélica, una religión que profesa alrededor del 20% de la población costarricense, alcanzó un muy buen resultado al conseguir 14 de los 57 escaños del Congreso. Durante su campaña, Alvarado se había opuesto al matrimonio entre parejas del mismo sexo, aunque más tarde fue aprobado, convirtiendo a Costa Rica en el primer país de Centroamérica en legalizar el matrimonio igualitario. 

También existen otros 21 candidatos, 19 de ellos, incluido el candidato Welmer Ramos, candidato del actual partido gobernante, no superan el 1% en intención de voto. Muchos de esos partidos políticos llevan poco tiempo de existencia o solo se activan cada período electoral. 

Las pocas posibilidades del candidato del Gobierno

Entre los datos más sorprendentes de esta elección está que el candidato del partido Acción Ciudadana del presidente Carlos Alvarado Quesada no llega en los sondeos al 2% en intención de voto. Uno de los principales motivos es el desgaste propio de un presidente en pandemia pero también la incapacidad que ha tenido para llevar adelante una agenda progresista.

“Carlos Alvarado nunca fue un candidato realmente popular pero además las políticas restrictivas de la pandemia golpearon su imagen, aún cuando Costa Rica restringió menos la movilidad que muchos otros países de América Latina. A eso hay que agregarle la ausencia de una mayoría en la Asamblea, Acción Ciudadana era la tercera fuerza política en Diputados y no tuvo capacidad para llevar adelante su agenda política, obligando al Gobierno a moverse bastante más a la derecha en la negociación de proyectos de ley como la reforma fiscal. Eso alejó a su base de simpatizantes progresistas”, dice Ilka Treminio.

Costa Rica de cara a Centroamérica

El triunfo de Xiomara Castro en Honduras, la reelección no reconocida por gran parte de la comunidad internacional de Daniel Ortega en Nicaragua y la omnipotente presidencia de Nayib Bukele con mayoría en el Congreso en El Salvador marcan el ritmo de una región agitada.

“Tener unas elecciones que cumplan, como sucede desde hace décadas, con la integridad electoral tiene un importante impacto en la región centroamericana, la cual está actualmente marcada por países con regímenes autoritarios o híbridos y democracias electorales no plenas, con excepción de Panamá”, dice Ovares-Sánchez.

Por el contrario, Costa Rica ha sido siempre sinónimo de estabilidad regional, con la democracia más estable de Centroamérica y con un fuerte contrapeso legislativo al poder del Ejecutivo.

“Costa Rica, comparativa con el resto de los países de Centroamérica, tiene un presidente muy débil con una Asamblea Legislativa que tiene mucho poder, cuando el presidente pierde sus mayorías tiene grandes limitaciones para gobernar”, dice Treminio.