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El hombre que quería ser presidente

Leopoldo López saluda a sus partidarios el 8 de julio tras su salida de prisión.

Francisco de Zárate

Con su licenciatura en Economía por el Kenyon College de Ohio, su master en Políticas Públicas por la Universidad de Harvard y su experiencia como asesor en la petrolera PDVSA, en el año 2000 Leopoldo López ya estaba listo para el siguiente paso: su primer cargo público. El problema era que dentro de Primero Justicia, la ONG reconvertida en partido político donde comenzó su carrera, nadie creía en López.

Por mucho que su abuelo hubiera sido ministro de Agricultura de Rómulo Betancourt y de que en la caraqueña y exclusiva urbanización de Los Palos donde vivía se hablara de un lejano vínculo entre su familia y la de Simón Bolívar, al López de 29 años le sobraba en tozudez y amor propio lo que le faltaba en imagen y experiencia. La alcaldía de Chacao, en Caracas, nunca podría ser suya.

Hasta que su madre, Antonieta Mendoza, llamó a Esteban Gerbasi y le pidió que llevara la campaña. Amigo personal del padre de Antonieta (Eduardo Mendoza Goiticoa, el abuelo ministro), Gerbasi se había labrado una reputación tras varias campañas presidenciales exitosas en la región.

Como explicó a eldiario.es durante una entrevista por Skype desde Miami, con López no tuvo dudas: “Había nueve candidatos en Chacao y Leopoldo estaba en noveno lugar. Todos decían que era imposible, pero yo sabía que era un candidato muy bueno y muy disciplinado. Fue un reto personal”.

La transparencia de López también lo sedujo. “Desde el primer día me dijo cuál era su proyecto político: ser presidente de la República”.

Con la ayuda inesperada del Consejo Nacional Electoral (por problemas técnicos retrasó la elección tres meses que resultaron cruciales para darse a conocer), en agosto de 2000 López ganó la alcaldía de Chacao.

Como recordó a eldiario.es el que ha sido su abogado desde entonces, Juan Carlos Gutiérrez, sólo dos años después comenzaron los problemas legales: (Hugo) “Chávez no lo subestimó. Su estrategia fue abrirle muchos casos penales pero nunca encarcelarlo. Tenerlo ocupado con un árbol que había roto un auto en Cachao o con otras cosas nimias, absurdas, pero que lo obligaban a perder un día a la semana en tribunales”.

La judicialización fue subiendo de tono hasta que en 2008 la Auditoría General de la República lo inhabilitó para ejercer cargos públicos (la Corte Interamericana de Derechos Humanos consideró ilegal esa decisión en 2011, pero Venezuela nunca acató el fallo).

Inhabilitado políticamente, el problema de López parecía solucionado, hasta que tras la muerte de Chávez en 2013 Nicolás Maduro ganó unas elecciones denunciadas por la oposición como fraudulentas y López decidió distanciarse del más moderado Capriles para encabezar “La salida”, una serie de protestas callejeras que exigían la celebración de elecciones y el fin de Maduro como presidente menos de un año después de su victoria electoral. 

Cuarenta y tres venezolanos murieron durante esas protestas. “Pronto tendrá que conocer una cárcel por sus crímenes”, dijo Maduro poco antes del encarcelamiento de López. “Llueva, truene o relampaguee, el prófugo fascista debe ir preso. Ya están requeridos por la justicia así que yo les digo a estos prófugos fascistas: entréguense”.

Con más muertos en la calle y menos olfato en política que su predecesor, Maduro decidió meter a López entre rejas (acusado de incitación a la violencia), una oportunidad que el hombre que quería ser presidente no dejó escapar.

Minutos antes de entregarse, encaramado a una estatua de José Martí que él mismo había restaurado como alcalde de Chacao, dijo a sus seguidores que se presentaba “ante una justicia injusta” y que para él no era una opción irse de Venezuela ni esconderse. Fue condenado a 14 años de prisión. 

Los tres años y cinco meses que vivió encerrado hasta su excarcelación el 8 de julio –ahora cumple arresto domiciliario– no fueron en vano. En la oposición, es el político con mejor imagen, por delante de Capriles, según la empresa Datanálisis (hace unos meses, daba un 20,3% de apoyo a López y un 16,5% a Capriles). Fuera, es el más conocido, en gran parte por el trabajo de su esposa y madre de sus dos hijos, Lilian Tintori.

Según Gerbasi, Tintori “se montó la cárcel de su marido en los hombros y la llevó por el mundo”: “Si Leopoldo es hoy el preso político más importante, no de América sino del mundo, es gracias a ella. Su esposa, con su familia, logró el apoyo de la Unión Europea, de Canadá, Estados Unidos, Argentina, Brasil, México, la OEA...”.

La importancia de Tintori también quedó de manifiesto esta semana cuando agradeció la excarcelación de López a los hermanos y dirigentes chavistas Delcy y Jorge Rodríguez. Sus palabras provocaron la indignación de los opositores que rechazan cualquier tipo de negociación y ven en ellas signos de ablandamiento del líder. Gerbasi dice que nada más lejos de la realidad: “Tú puedes matar a Leopoldo que jamás va a ceder en un valor o en un principio. Leopoldo no negocia”.

Ahora “es más estratégico y analítico”

Gutiérrez, que a diferencia de Gerbasi ha visitado mucho a López en los últimos días, tiene una visión menos radical. “Ayer (López) me lo volvió a decir: 'Juan, prepárate porque yo voy a seguir. Ya más que lo que me han hecho, no me van a hacer'. Él no ha bajado el perfil en la determinación de su lucha pero es más estratégico y analítico y sí puede considerar conversaciones con la contraparte dentro de un esquema de soluciones, avances y alternativas. Pero no se trata de una conciliación ni de una claudicación de los valores que motivan esta lucha”.

En poco tiempo se sabrá exactamente lo que piensa López sobre la estrategia a seguir en la confrontación. Más difícil será averiguar qué modelo de país tiene en mente si finalmente cumple su sueño de presidirlo. En una conocida entrevista de 2012, el entonces periodista chavista y hoy ministro de Información Ernesto Villegas trató de emparentarlo con el gobierno de Mariano Rajoy por una propuesta opositora de abaratar los sueldos de los jóvenes para favorecer su empleo.

López esquivó la pregunta con la soltura del político entrenado pero lo cierto es que en Venezuela nadie sabe bien qué proponen los líderes de la oposición en política económica o social. Terminar con el chavismo domina el discurso, un escenario ideal para los que prefieren no revelar sus intenciones.

Según el filósofo venezolano Erik Del Bufalo, una forma de medir las intenciones es mirando los grupos económicos detrás de los principales candidatos. Según Del Bufalo, el gobernador del Estado de Miranda, Henrique Capriles, “está vinculado con la industria alimentaria”, mientras que López lo está al grupo mediático Cisneros.

Culebra, contó Gerbasi que le decían a López de niño. Una palabra que según él no tiene connotación negativa en Venezuela y que López se ganó por su vivacidad. “Le decimos así a las personas que están todo el día metiéndose en todo, involucrándose en las cosas. La culebra es una cosa que se va metiendo y que, cuando tiene que picarte, te pica”.

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