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La nueva TV pública griega dispara las audiencias mientras las cadenas privadas entran en barrena

Control de la ERT, televisión pública griega. / Andrés Gil

Pablo García

Varios corresponsales en el extranjero de las cadenas de televisión privadas en Grecia (Mega, Skai, Star, Ant, Alpha) han sido llamados a filas: “Nos han dicho que tienen problemas para pagarnos el mes de julio y nos han convocado en Atenas. Evidentemente, lo peor podría suceder”, dice un periodista griego que prefiere no identificarse. Los directivos de esas televisiones, pero también sus trabajadores, aguardan una mala noticia que podría llegar este miércoles 22 de julio: por un lado, abonar por primera vez desde 1989 el canon televisivo del que llevan exentas un cuarto de siglo; por otro, una caída de los ingresos estatales con una probable retirada de un impuesto obligatorio para sufragar la publicidad. Un impuesto por el que los acreedores del país (Comisión, BCE, FMI) nunca se molestaron demasiado, a diferencia de otras áreas como Seguridad Social o educación.

No exenta de problemas, la televisión pública ERT atraviesa un periplo bien diferente. Uno de los puntos del doloroso acuerdo del Eurogrupo –que precedió al no menos doloroso acuerdo del 13 de julio que dio luz verde al tercer rescate griego- era revertir las medidas que Alexis Tsipras había conseguido que aprobara el Parlamento durante su medio año de mandato sin consultar con la Troika. Principalmente eran dos: la contratación de miles de empleados públicos despedidos, entre ellos las trabajadores de la limpieza de un Ministerio, y la reapertura del ente público en junio pasado, dos años después de echar el cierre.

ERT (Ellinikí Radiofonía Tileórasi) no cerrará en principio, gracias a sus espectaculares resultados. Una de las últimas estimaciones que han aparecido en Grecia al mes y poco de la reapertura son los datos de audiencia de las televisiones, en las que se aprecia una subida espectacular de ERT: según los números de finales de junio y principios de julio, la cadena estatal rebasa el 11%, y pisa los talones al resto, comandados por MegaTV que lidera la tabla con algo más del 14%. Una reciente entrevista a Tsipras en ERT rozó el 30% de audiencia. En cambio, las emisiones matinales siguen siendo un dominio de Mega, que también alcanza el 30% aunque luego cae estrepitosamente.

“Aquí nadie se extraña de que cada vez más y más gente sintonice ERT. Es como si nos desperezásemos tras vivir en dos realidades paralelas, la de los medios de comunicación y la de Grecia”, explica por teléfono desde Atenas otro periodista de la prensa escrita. Siempre desde el anonimato, porque los profesionales a sueldo de los medios privados trabajan para empresas furibundamente antiSyriza, como lo prueba la cobertura parcial del referéndum y la difusión de encuestas que daban ganador al (que perdió la votación estrepitosamente con más de un 61% de noes).

De hecho, desde los medios privados se ha promovido una especie de ofensiva contra el Gobierno de Tsipras al que se le acusa de atacar la libertad de expresión. Tsipras no solo pretende que las cadenas, radios y periódicos privados paguen impuestos como otras empresas, sino que su partido –en colusión con uno de los principales sindicatos de periodistas- interpuso una demanda contra varios medios por la “cobertura sesgada” que hicieron del referéndum. “Los medios convencionales cubrieron el referéndum como extraterrestres invadiendo la Tierra: ni siquiera pretendieron ser objetivos”, ha declarado al Wall Street Journal la semana pasada Giorgos Kyritsis, director de Avgi, uno de los pocos diarios próximos a Syriza.

Ya en marzo, la periodista griega Valia Kaimaki publicó un reportaje en Le Monde Diplomatique denunciando la desastrosa situación del espectro mediático griego: la puerta giratoria ha sido una constante con los últimos Ejecutivos del Pasok y Nueva Democracia. Pantelis Kapsis, exdirector de Ta Nea, formó parte del Gobierno de tecnócratas del exbanquero de Goldman Sachs Lucas Papademos, recuerda Kaimaki. El grupo DOL, un conglomerado en manos de la familia Lambrakis, fue de las primeras compañías en plasmar las exigencias de la Troika al imponer una bajada salarial del 22% a todos sus trabajadores. Esto hace que no sea difícil encontrar periodistas del sector privado alabando a Tsipras y a Syriza.

La situación de poderío de los medios privados fue recogida hasta por un cable de Wikileaks. En 2006, el embajador norteamericano Charles Ries dibujaba el espectro mediático heleno: “A primera vista, los medios griegos pueden parecerse a los americanos, una mezcla de diarios serios y tabloides, televisiones regionales y nacionales, garantías constitucionales a la libertad de prensa… Pero un vistazo más profundo refleja una industria mediática controlada por oligarcas”.

Ries dedicó unas frases muy reveladoras a la citada puerta giratoria: “Las relaciones entre los medios y el poder son más incestuosas que las que se daban entre los dioses, los semidioses y los hombres en la mitología griega”.

Pero el ascenso de ERT tiene su cruz: el Ejecutivo de Syriza, que prometió contratar a los 2.600 profesionales despedidos, aún no ha encontrado la manera de financiar el proyecto cuyo coste ascendería a 30 millones de euros y se pagaría con un canon mensual incluido en la factura de la electricidad. A menos de dos meses de su reapertura, gran parte de los salarios siguen sin pagarse. Varios de los corresponsales tienen una actividad paralela que les permite generar ingresos.

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