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Borrell, tras su viaje a Moscú: “Rusia mira los valores democráticos como una amenaza existencial”

Josep Borrell, Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad y vicepresidente de la Comisión Europea, con el ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov, el 5 de febrero en Moscú.

Andrés Gil

Corresponsal en Bruselas —

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Josep Borrell describe una encerrona. El jefe de la diplomacia europea, después de 48 horas en Moscú, relata en su blog el viaje a Rusia, mandatado por los 27 gobiernos de la UE para tomar la temperatura a las diferencias entre la UE y Rusia, agravadas por la condena a Alexander Navalni y las detenciones masivas de miembros de la oposición. Si antes de su llegada todo apuntaba a que en el Consejo Europeo de marzo los líderes de la UE podrían debatir imponer más sanciones a Moscú, a su vuelta a Bruselas el panorama es mucho más oscuro. Eso sí, él defiende que, precisamente en los momentos complicados, es cuando hay que verse con las contrapartes.

“Una rueda de prensa organizada de forma agresiva y la expulsión de tres diplomáticos de la UE durante mi visita indican que las autoridades rusas no querían aprovechar esta oportunidad para tener un diálogo más constructivo con la UE”, escribe Borrell en su blog. En efecto, la rueda de prensa, en la que él se expresaba en inglés y Sergei Lavrov en ruso, su lengua materna, parecía que ambos líderes se encontraban en diferente frecuencia de radio. Mientras Borrell criticó la situación de los derechos humanos, la película Palmeras en la Nieve y llegó a alabar a los científicos rusos por la vacuna Sputnik V, Lavrov le replicó con los líderes independentistas presos, sin que Borrell le respondiera y, después, durante la comida, le informó de la expulsión de tres diplomáticos de la UE acusados de participar en manifestaciones en contra del encarcelamiento de Navalni.

“Mi encuentro con el ministro Lavrov y los mensajes enviados por las autoridades rusas durante esta visita confirmaron que Europa y Rusia se están distanciando”, reconoce Borrell: “Parece que Rusia se está desconectando progresivamente de Europa y mirando los valores democráticos como una amenaza existencial. Discutiremos estos temas con mis compañeros ministros de Exteriores de la UE. Como siempre, corresponderá a los Estados miembros decidir los próximos pasos y sí estos podrían incluir sanciones. Como UE, tendremos que sacar las consecuencias, reflexionar detenidamente sobre la dirección que queremos dar a nuestras relaciones con Rusia. En ocasiones, la discusión con mi homólogo ruso alcanzó altos niveles de tensión, como cuando le pedí la liberación inmediata de Navalni”.

“Nos encontramos en una encrucijada”, sostiene Borrell: “Las decisiones estratégicas que tomemos ahora determinarán la dinámica del poder internacional en el siglo XXI y, en particular, si avanzaremos hacia modelos más cooperativos o más polarizados, basados en sociedades cerradas o más libres. La Unión Europea puede influir en estos acontecimientos, lo que requiere una visión y unos objetivos claros, acompañados de un intenso compromiso diplomático, respaldado por nuestros múltiples medios de acción exterior y proyección de influencia”. Y concluye, con una clara definición de cómo entiende su trabajo como jefe de la diplomacia europea: “Tenemos que afrontar desafíos, reunirse con el otro en su propio territorio, justo cuando se están desarrollando acontecimientos negativos para permitirnos evaluar mejor las situaciones que afrontamos y las acciones que debemos tomar. Prefiero esto a permanecer reactivo y esperar a que sucedan las cosas. Si queremos un mundo más seguro para el mañana, tenemos que actuar con decisión hoy y estar preparados para asumir algunos riesgos”.

El propio Borrell, el primer Alto Representante en viajar a Rusia en cuatro años, expresaba este viernes que las relaciones entre la UE y Rusia se encontraban en horas muy bajas. Hay sanciones aplicadas contra Rusia por conflictos enquistados, como el de Ucrania; hay problemas que se atraviesan en la OTAN, con un acuerdo de reducción de armas en suspenso; se ha agravado con la crisis de Bielorrusia, tras la cual la UE ve la mano de Putin; el propio departamento de Borrell tiene un equipo dedicado a perseguir fake news de origen ruso; y, en último lugar, la detención y condena exprés de Navalni, rechazada por los 27, seguido de protestas y de detenciones masivas de manifestantes.

Y Lavrov respondió hablando del encarcelamiento de los líderes independentistas catalanes: “Están en prisión sentenciados a diez años por organizar un referéndum, una decisión que la justicia española no ha revocado pese a que tribunales de Alemania y Bélgica hayan fallado en contra. Ante esto, España ha defendido su sistema judicial y ha pedido no dudar de sus decisiones. Eso es lo que queremos de Occidente en términos de reciprocidad”.

La ministra de Exteriores, Arancha González Laya, respondió el viernes por la tarde, evidenciando la relación por la que pasan los dos países: “Yo quisiera recordar al ministro Lavrov que España es una de las 23 democracias plenas en el mundo y solo hay 23. Rusia está en el puesto 124 de 167 países. Quiero recordar que en España todos los ciudadanos, todos, tienen plenamente garantizados sus derechos y libertades. Que en España no hay presos políticos. Hay políticos presos. Y espero que Alexei Navalni tenga la oportunidad de participar y de hacer campaña en las próximas elecciones rusas, como lo están haciendo los líderes independentistas catalanes que cumplen condena en España”.

No es el primer encontronazo que tiene Borrell con el Gobierno ruso. En 2006, cuando era presidente del Parlamento Europeo, criticó los problemas con los derechos humanos en Rusia ante el presidente ruso, Vladímir Putin, en una cumbre UE-Rusia celebrada en Lathi (Finlandia). Putin respondió con la corrupción de los ayuntamientos españoles, como relata la crónica de El País.

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