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Conseguidos los tanques, Kiev quiere aviones de combate: ¿son útiles en esta guerra?

Exhibición de aviones de combate ucranianos durante un desfile militar en agosto de 2021.

Javier Biosca Azcoiti

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Con los carros de combate de camino a Ucrania, Kiev quiere pasar de pantalla y ha vuelto a una petición que ya hizo al inicio de la guerra: los aviones cazabombarderos. El miércoles, inmediatamente después de que Alemania y EEUU anunciaran la entrega de los tanques, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, habló con el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, y pidió aviones. “Tenemos que desbloquear el suministro de misiles de largo alcance a Ucrania, es importante ampliar nuestra cooperación en artillería y tenemos que lograr el suministro de aviones. Esto es un sueño y es una tarea importante para todos nosotros”, señaló en un comunicado.

En la misma línea se expresó el ministro de Exteriores ucraniano, Dmytro Kuleba, tras conocerse las entregas de carros de combate: “He tenido una llamada con Zbigniew Rau [ministro de Exteriores polaco] y le he dado las gracias porque Polonia fue el primero en anunciar públicamente el envío de Leopard 2 y contribuyó a crear la coalición de los tanques. Ahora tenemos nuevas tareas por delante: aviones de combate occidentales, sanciones e implementación de la fórmula de paz”.

“El año pasado envié una carta a Santa Claus y también estaban los aviones de combate”, ha declarado esta semana Oleksii Reznikov, ministro de Defensa ucraniano, a la cadena CNN. Yuriy Sak, asesor del ministro de Defensa cree que “el próximo gran obstáculo serán los cazas de combate”, dijo a la agencia Reuters. “No querían darnos artillería pesada, y nos la dieron. No querían darnos Himars [sistema lanzamisiles], y nos los dieron. No querían darnos tanques, y ahora nos los están dando. Aparte de las armas nucleares, no hay nada que no vayamos a conseguir”, afirmó. “Si los conseguimos, las ventajas en el campo de batalla serán inmensas... No se trata sólo de los F-16, sino aviones de cuarta generación, eso es lo que queremos”, añadió.

Qué dicen los aliados de la OTAN

En Occidente, algunas piezas han empezado a moverse y el debate está abierto. En las primeras semanas del conflicto, el Pentágono señaló que “el envío de aviones de combate [a Ucrania] proporciona un aumento de las capacidades reducido a un riesgo elevado”. “Probablemente no cambie significativamente la efectividad de la fuerza aérea ucraniana relativa a las capacidades de Rusia”, decía John Kirby, portavoz del Departamento de Defensa. El riesgo, decía Kirby, era “aumentar las posibilidades de una escalada militar con la OTAN”.

Después de casi un año de guerra, la percepción del riesgo ha cambiado. “Estas decisiones las tomamos en coordinación con nuestros aliados y, por supuesto, con los ucranianos. Por eso no hemos descartado ningún sistema específico y hemos intentado adaptar la asistencia a cada fase en la que están los ucranianos. Lo discutiremos con mucho cuidado”, ha señalado esta semana Jon Finer, asesor de Seguridad Nacional adjunto.

Mucho más contundente fue el canciller alemán, Olaf Scholz, uno de los actores más reacios hasta el último momento a enviar carros de combate. “No habrá entrega de cazas a Ucrania. Esto se dejó claro muy pronto, incluso por el presidente de EEUU. Esta posición no ha cambiado y no cambiará”, dijo ante el Parlamento tras anunciar el envío de los tanques. 

En Francia, Thomas Gassilloud, presidente de la Comisión de Defensa Nacional y Fuerzas Armadas del Parlamento y diputado del partido de Emmanuel Macron, también se ha pronunciado sobre el envío de aviones: “Debemos estudiar las solicitudes caso por caso y dejar todas las puertas abiertas. Veremos qué pasa en las próximas semanas porque las cosas se mueven rápido”.

“Tenemos la mente abierta. No hay tabús”, dijo esta semana el ministro de Exteriores de Países Bajos, Wopke Hoekstra, sobre los cazas. El mes pasado, su homólogo eslovaco, Rastislav Káčer, dijo que su Gobierno estaba “preparado” para enviar aviones MiG-29 (soviéticos) a Kiev. “Hablamos con nuestros socios en la OTAN sobre cómo hacerlo”, dijo en una entrevista con la agencia ucraniana Interfax. Suecia, por su parte, ha dicho que no tiene “planes inmediatos de enviar Gripen [sus aviones de combate] a Ucrania”.

Al inicio de la invasión, Polonia ofreció desplegar toda su flota de cazas MiG-29 en la base aérea estadounidense de Ramstein (Alemania) para ponerla a disposición del Ejército ucraniano, pero EEUU rechazó la propuesta.

El diario Politico confirma a través de varias fuentes diplomáticas de distintos países que el debate interno de los aviones entre los aliados existe. “El siguiente paso natural serían los cazas”, señala a ese medio un diplomático de un Estado europeo del norte. “Hay una línea roja, pero el verano pasado teníamos una línea roja con los HIMARS y se movió. Después fueron los tanques, y se está moviendo”. El mes que viene se celebrará una nueva reunión en la base aérea estadounidense de Ramstein (en Alemania).

El control de los cielos en Ucrania

La batalla en los cielos ha pasado por diferentes fases desde el inicio de la invasión. Al principio, en los primeros días, las fuerzas aéreas rusas llevaron a cabo “operaciones de ataque con aviones mucho más extensas de lo que se había documentado”, sostiene el informe ‘La guerra aérea de Rusia y los requisitos para la defensa aérea ucraniana’, del think tank británico RUSI. “Mientras tanto, las capacidades de las defensas aéreas de base terrestre quedaron suspendidas por los ataques iniciales”. En esta fase, los aviones de combate ucranianos infligieron algunas pérdidas a los cazas rusos, pero sufrieron también graves bajas porque estaban “totalmente superados tecnológicamente y en gran inferioridad numérica”, sostiene el informe.

“Los cazas rusos han sido muy efectivos y letales contra los aviones ucranianos cerca del frente durante toda la guerra”, señalan los autores. Sin embargo, desde marzo de 2022, los aviones rusos perdieron la capacidad de operar en el espacio aéreo controlado por Ucrania excepto a altitudes muy bajas y a un coste muy elevado, por lo que estas operaciones terminaron en abril. Del mismo modo, los sistemas antiaéreos rusos han sido muy efectivos desde marzo, lo que ha limitado notablemente las operaciones con aeronaves ucranianas.

Sin la superioridad del control de los cielos que Rusia buscaba, los ataques aéreos se han basado en descargas de misiles mucho más caros y en el bombardeo continuo de infraestructuras críticas con armas más baratas, como los drones iraníes.

Con este análisis de la batalla aérea, los autores señalan que la entrega de aviones tendría un efecto positivo de disuasión frente a Rusia, más que constituir un elemento fundamental para el avance ucraniano. “Desde abril, los pilotos rusos se han mostrado muy reticentes a entrar agresivamente en el espacio aéreo ucraniano debido a las pérdidas sufridas en sus primeros intentos. La amenaza de los sistemas antiaéreos ha condicionado su comportamiento y limitado considerablemente su efectividad”, dicen. “Por lo tanto, incluso unos pocos cazas occidentales modernos con misiles de largo alcance iguales o superiores técnicamente tendrían probablemente un efecto disuasorio desproporcionado”. 

“La fuerza aérea ucraniana se beneficiaría notablemente de los cazas occidentales en términos de letalidad aire-aire y (posiblemente) aire-tierra, pero cualquier avión de combate occidental seguiría en alto riesgo frente a los misiles tierra-aire de Moscú, por lo que tendría que volar a una altitud muy baja, lo que reduce dramáticamente la efectividad de los misiles y las opciones de ataque”, ha señalado en Twitter Justin Bronk, experto en fuerza aérea de RUSI y uno de los autores del documento. 

A ello se suman los problemas logísticos. “Mientras las bases aéreas ucranianas siguen corriendo un alto riesgo frente a ataques con misiles rusos, las largas pistas de alta calidad y los grandes hangares con amplio equipo de apoyo en tierra necesarios para operar la mayoría de los cazas estadounidenses serían difíciles de construir sin ser observados y alcanzados”, sostiene el informe.

“Merece la pena señalar que de los cazas occidentales actualmente disponibles que podrían ser suministrados, el Saab Gripen sueco es con diferencia el candidato más adecuado en términos de requisitos operativos. Fue diseñado desde el principio para facilitar el mantenimiento y puede ser reabastecido de combustible, rearmado y recibir mantenimiento básico por equipos de sólo seis tripulantes de tierra”. La fuerza aérea sueca siempre se ha centrado en tácticas de superioridad aérea a baja altura y desde bases dispersas, “de forma similar a la que opera actualmente la fuerza aérea ucraniana”.

“Estas consideraciones importan porque la capacidad de Occidente no es ilimitada. La logística, formación y personal trabajando en los cazas para Ucrania es una capacidad que no se usa para otras cosas como misiles tierra-aire, vehículos y munición. La cuestión es si esta debería ser ahora la prioridad o si debería esperar”, concluye Bronk.

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