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“Felipe VI y el Gobierno español han recibido a un Pinochet”

Felipe VI recibe al presidente egipcio Al Sisi en el Palacio Real de Madrid

Olga Rodríguez

El encuentro del Gobierno y Felipe VI con el presidente egipcio Abdelfatah Al Sisi ha dado que hablar. No en vano, se trata de un hombre del que la organización internacional Human Rights Watch ha dicho que debe ser investigado por crímenes contra la humanidad.

Las reacciones no se han hecho esperar. El portavoz del área internacional de los Hermanos Musulmanes, Yehia Hamad -exministro de Economía durante el Gobierno de Morsi- ha expresado su rechazo a la visita del presidente egipcio a España, invitado a un almuerzo “con honores” por el rey Felipe VI: “Es un día triste para la democracia, con el rey de España y el Gobierno español invitando a alguien que dio un golpe de Estado en Egipto, un golpe que resultó en la matanza de miles”, ha indicado en declaraciones a eldiario.es.

“El rey y el Gobierno español han recibido a otro Pinochet”, afirma el portavoz de la Hermandad, quien ha querido subrayar que “el carácter de los Hermanos Musulmanes es pacífico, pero la prohibición, persecución y condena de nuestra organización en Egipto está provocando lamentablemente la radicalización de algunos. Nosotros condenamos esa radicalización. También los arrestos masivos obligan a muchos a irse de Egipto como inmigrantes sin papeles en los barcos o pateras que zarpan hacia Europa y que nosotros llamamos los barcos de la muerte”, ha rematado.

Además, un comunicado firmado por integrantes de la oposición egipcia en el exilio también critica que se reciba a un presidente “que tiene las manos manchadas de sangre”.

Dicho comunicado señala que “el rey y el presidente del Gobierno español han invitado a Al Sisi atendiendo las órdenes de las empresas con intereses en Egipto. (...) Es preciso que se denuncie la ilegalización de los partidos egipcios que componían el anterior gobierno democrático. La opinión pública española debe conocer la naturaleza real de la sistemática persecución de todos los grupos de la oposición egipcia, de diversa naturaleza. Las fuerzas del Estado secuestran y asesinan sin proceso legal ni justificación a los opositores que se significan, con la intención de instalar el silencio y el terror.”

Los firmantes del manifiesto pertenecen al partido Libertad y Justicia -vinculado a los Hermanos Musulmanes- o al partido islámico moderado Al Wasat. También firma Maha Azzam, integrante del Consejo Revolucionario egipcio y Ahmed El Baqri, de la Unión de estudiantes egipcios.

Desde el golpe de Estado de Al Sisi en 2013 unas 3.000 personas han muerto en ataques de las fuerzas de seguridad contra manifestantes y decenas de miles de egipcios han sido encarcelados, muchos por el simple hecho de manifestarse o de pertenecer a los Hermanos musulmanes, ahora ilegalizados por Al Sisi.

También son objeto de persecución activistas de izquierdas, liberales, socialistas y laicos, entre los que destacan la joven Yara Sallam, el bloguero Alaa Abdel Fatah o Sanaa Seif, una joven integrante de la plataforma contra los juicios militares a civiles.

Sin referencias a la violación de derechos humanos

Organizaciones internacionales de derechos humanos como Amnistía Internacional han exigido al Gobierno de Rajoy que aborde con Al Sisi las violaciones de los derechos humanos en su país. El Ejecutivo español ha firmado este jueves convenios de cooperación con Egipto en materia de cooperación, infraestructuras y seguridad.

Entre otras cuestiones, se ha aprobado un acuerdo no vinculante para la participación de empresas españolas en el diseño de una línea de alta velocidad que uniría El Cairo con Luxor. Un proyecto de AVE -de El Cairo a Alejandría- con participación de compañías españolas ya se había contemplado con el dictador Mubarak aún en el poder, pero quedó interrumpido tras el estallido de las revueltas en Egipto.

Tras su encuentro con Rajoy, con los ministros de Exteriores y Economía y con empresarios españoles, Al Sisi ha acudido al Palacio Real, invitado a un almuerzo en su honor por los reyes de España. Felipe VI ha resaltado el papel “clave” de Egipto para “la estabilidad” y “el equilibrio” en la región, y ha destacado el papel de Egipto “en sus esfuerzos por hacer frente al extremismo islamista”. Tanto él como el Gobierno han evitado condenar las violaciones de los derechos humanos en Egipto.

El secretario de Estado de Asuntos Exteriroes español, Ignacio Ybáñez, ha dicho que “la faceta del respeto a los derechos humanos se tendrá en cuenta en los contactos a todos los niveles”, y ha advertido a la vez que Egipto “es mucho más” que un país donde pueda haber carencias en materia de derechos humanos.

El presidente egipcio, por su parte, se ha erigido de nuevo como luchador contra “el extremismo, la exclusión y el odio”, al igual que hacía su predecesor, el dictador Hosni Mubarak, quien precisamente acaba de mostrar su apoyo al presidente Al Sisi. La represión aplicada por Mubarak contribuyó a radicalizar a determinados sectores de la sociedad egipcia y desembocó en los estallidos sociales de 2011. Una de las advertencias actuales que hacen los críticos de Al Sisi es que su política represiva está radicalizando a jóvenes que han sido perseguidos solo por sus ideas.

La visita del presidente egipcio se enmarca dentro de su reconocimiento por Estados Unidos y Europa, durante la celebración de la cumbre de Sharm el Sheij el pasado mes de marzo. Washington ha renovado la ayuda anual que otorga al Ejército egipcio -1.300 millones de dólares-, la segunda mayor ayuda que EEUU da a unas Fuerzas Armadas (la primera va destinada a Israel).

Desde que diera el golpe de Estado en 2013 contra el Gobierno de Mohamed Morsi -elegido en las primeras elecciones democráticas egipcias- Al Sisi ha contado con el apoyo de la monarquía de Arabia Saudí. Su visita a España forma parte de una gira que también le ha llevado a Chipre, donde mantuvo una entrevista con el primer ministro griego Alexis Tsipras. También ha conversado por teléfono con el primer ministro italiano Mateo Renzzi. Estos gestos se enmarcan en la campaña de 'blanqueo' de Al Sisi impulsada por Estados Unidos y Europa y motivada por la realpolitik.

Mientras mandatarios europeos erigen a Al Sisi como adalid de la lucha contra el fundamentalismo, en su país se suceden los sobornos, las torturas, los arrestos y los ataques a la libertad de expresión. En los últimos meses se ha intensificado la persecución de los homosexuales, la lucha contra el ateísmo y la estigmatización de activistas que reclaman democracia.

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