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El corazón afgano de Steve McCurry

Un hombre y un niño empujan un carro en Kabul. Foto: Steve McCurry / Magnum Photos

Iñigo Sáenz de Ugarte

Cuando tenía 19 años, Steve McCurry trabajaba en una empresa farmacéutica. No era un puesto muy interesante y comenzó a hacer foto de partidos de fútbol universitario. Realmente, no quería pasarse toda la vida haciendo algo así. Sus planes consistían en viajar por todo el mundo. Sólo le faltaba encontrar algo que diera sentido, y una ocupación laboral, a ese sueño. Compró un billete de ida a Nueva Delhi y metió en la maleta unos 200 rollos de película.

Se iba a quedar seis semanas. Al final, resultaron ser dos años en los que viajó por todos los países cercanos a India: Pakistán, Afganistán o Tailandia, entre otros. En 1979, muy poco antes de la invasión soviética de Afganistán entró en el país de forma clandestina. Las fotos que sacó –con los carretes cosidos dentro de la ropa– fueron de las primeras sobre la invasión que se vieron en el mundo.

Desde entonces ha vuelto una y otra vez a Afganistán. Una selección de cien de sus fotos aparece en el libro 100 fotos de Steve McCurry por la libertad de prensa, publicado por Reporteros sin Fronteras. Esta organización publica álbumes de fotos desde 1992 para financiar sus actividades de forma independiente.

En 1985, McCurry hizo una foto a una niña en un campo de refugiados afganos en Pakistán. Era Sharbat Gula, de 12 años. Por entonces, no conocía su nombre. Era una más de las víctimas de un conflicto bélico que había creado millones de refugiados en Pakistán e Irán. Los ojos y la mirada de Sharbat la convirtieron en la niña afgana, un símbolo de esa guerra después de que la revista National Geographic la llevara a su portada.

17 años después, un equipo de la revista en el que estaba McCurry volvió al campo de refugiados de Nasir Bagh, que iba a ser clausurado, en un tiempo de localizar a Sharbat. Además de algunas mujeres que decían ser la niña afgana, encontraron al hermano de la auténtica niña. A través de él, conocieron el nombre del pueblo afgano al que su familia había vuelto en 1992. Allí la encontraron.

Sharbat tenía ya 30 años y tres hijos. Nunca había visto la foto de McCurry, pero sí recordaba haber sido fotografiada. Era la primera vez en su vida en que le habían hecho una foto.

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