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“Guardián de los secretos” de Erdogan y jefe de los espías: quién es el polémico nuevo ministro de Exteriores turco

Hakan Fidan (centro), durante un acto con el nuevo gabinete nombrado por el presidente Erdogan.

Javier Biosca Azcoiti

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Hakan Fidan sale de las sombras para convertirse en ministro de Exteriores de Turquía. Hasta que asumió el cargo, muy poca gente había escuchado siquiera la voz de uno de los hombres más poderosos del país y jefe de los espías durante los últimos 13 años. “Es mi guardián de los secretos”, dijo hace años el presidente Recep Tayyip Erdogan, con quien lleva trabajando de cerca desde hace dos décadas.

El ahora jefe de la diplomacia y nuevo interlocutor turco con el mundo es uno de los hombres de confianza del presidente y una figura enigmática. Su mandato en los servicios secretos, MIT, ha estado marcado por el secuestro de opositores en el extranjero, las negociaciones con la guerrilla kurda PKK y su polémica intervención en la guerra de Siria.

Tras salir de la universidad, Fidan sirvió como suboficial de inteligencia de las Fuerzas Armadas. En los 90 estuvo destinado durante tres años en la dirección de operaciones de los Cuerpos de Reacción Rápida de la OTAN en Alemania. Tras la llegada de Erdogan al poder, fue nombrado presidente de la Agencia de Cooperación y Coordinación de Turquía y en 2007 se convirtió en subsecretario del primer ministro responsable de la política exterior y seguridad internacional poco antes de ejercer como subsecretario del MIT. Finalmente, en 2010, fue elegido por Erdogan como director de la agencia de inteligencia.

“Es un experto de primer nivel y es muy respetado en Washington”, dice a elDiario.es Soner Cagaptay, director del Programa de Investigación de Turquía del think tank Washington Institute. “Ha estado escondido mucho tiempo, ni siquiera hay muchos archivos con su voz. Ahora se muestra en público y creo que no quiere que su acto de presentación como ministro de Exteriores sea la de gran perturbador de la OTAN si acaba bloqueando la entrada de Suecia. Creo que intentará que esto se materialice y es una oportunidad para los suecos”.

Negociaciones con el PKK

Incluso antes de dirigir la MIT (Organización Nacional de Inteligencia), Fidan participó en las negociaciones de paz con la milicia kurda PKK, enfrentada al Estado turco desde 1978 y considerada organización terrorista por varios países occidentales. El propio Fidan viajó a la diminuta isla carcelaria de Imrali para reunirse en prisión con Abdullah Öcalan, fundador del grupo. Aunque oficialmente no estaba en régimen de aislamiento, entre febrero de 1999 y noviembre de 2009, Öcalan fue el único preso del centro penitenciario de la isla. Durante esos casi 11 años, el líder kurdo estuvo en la misma celda y solo podía salir dos veces al día durante 30 minutos a un patio de 45 metros cuadrados amurallado y cubierto por arriba con una malla.

En 2012, un fiscal turco citó a Fidan por sorpresa para interrogarlo por supuestos vínculos “terroristas” por su papel en las conversaciones con el PKK. Según la versión oficial, los responsables de aquella operación fueron funcionarios del poder judicial pertenecientes al Movimiento Gülen, una red de miles de seguidores del predicador Fethullah Gülen que durante años había desarrollado una buena relación con el Gobierno de Erdogan. Para muchos analistas, el incidente fue el inicio de la ruptura y la guerra entre el entonces primer ministro y los gülenistas.

Erdogan salió firme en su defensa. A los pocos días promovió una ley en el Parlamento que exigía la autorización del primer ministro para abrir investigaciones a agentes de los servicios de inteligencia y pronunció el ya famoso: “Es mi guardián de los secretos”. “Fui yo quien le envió a Oslo y a Imrali”, dijo el primer ministro. El fiscal que había citado a Fidan fue castigado en 2021 con una condena a 11 años de prisión por pertenencia a la “Organización Terrorista Fethullah Gülen”.

El escándalo de los camiones

Dos años más tarde, un nuevo escándalo sacudió a los servicios de inteligencia de Fidan y, de nuevo, Erdogan culpó a elementos gülenistas “infiltrados” en las instituciones estatales. A finales de 2013 y comienzos de 2014, la Policía retuvo varios camiones cerca de la frontera siria con un cargamento sospechoso. El Gobierno alegó que se trataba de un secreto de Estado. “No pueden registrar lo que la agencia de inteligencia lleva y trae”, afirmó Erdogan, que después acabó asegurando que los camiones eran de la agencia de inteligencia y llevaban ayuda humanitaria a Siria.

Sin embargo, en 2015, el periódico Cumhurriyet publicó una foto del armamento que llevaban los camiones bajo el titular: “Aquí están las armas que Erdogan negaba”. La agencia Reuters publicó posteriormente que las armas iban destinadas a zonas rebeldes controladas por fuerzas islamistas.

Inmediatamente después de la publicación, un tribunal prohibió toda cobertura informativa sobre el escándalo de los camiones e imputó al periodista Can Dundar, editor del periódico, por revelación de secretos y espionaje. “La persona que publicó la noticia pagará un gran precio por esto. No le dejaré así…”, confesó un Erdogan irritado en televisión. Dundar y un colega fueron condenados a cinco años. Tras pasar tres meses en prisión, el Tribunal Constitucional determinó que su detención era ilegal. En un nuevo juicio, el reconocido periodista volvió a ser condenado a casi seis años. El mismo día en que recibió su segunda condena, al salir del tribunal, Dundar sufrió un intento de asesinato a la vista de todo el mundo. Una persona sacó un arma y le intentó disparar, pero falló y fue reducida por un grupo de policías. Otro periodista resultó herido en la pierna. Dundar logró huir a Alemania y en 2020 volvió a ser condenado in absentia a 27 años de prisión.

Con el paso de los años, decenas de personas han sido condenadas a prisión por participar supuestamente en la detención de los camiones, incluidos policías y fiscales responsables de la operación.

Una red internacional de secuestros

Buena parte del mandato de Fidan ha estado precisamente marcado por la lucha contra el Movimiento Gülen, tanto dentro como fuera del Estado. Las autoridades han purgado a decenas de miles de personas desde el poder judicial hasta la policía, pasando incluso por la administración de lotería. En el exterior, Fidan ha puesto en marcha un programa secreto de secuestros similar al modelo estadounidense de entregas extraordinarias en la guerra contra el terrorismo. Entonces, Washington capturaba a sus objetivos y los enviaba ilegalmente a centros secretos en terceros países. En el caso del impulsado por Fidan, todos vuelven a Turquía y muy pocos se salvan de la prisión. Cuando el detenido pisa suelo turco, los medios oficiales presumen de la operación e informan abiertamente de la participación de los servicios secretos.

El Grupo de Trabajo de Desapariciones Forzosas o Involuntarias de Naciones Unidas y tres relatores especiales de la organización enviaron una carta a Erdogan en mayo de 2020 expresando su preocupación ante lo que parecía ser “una práctica sistemática de secuestros extraterritoriales promovidos por el Estado”. Fue en 2017 cuando los servicios de inteligencia crearon supuestamente un departamento encargado de dirigir las operaciones en el extranjero, señalaban los autores. A partir de la fecha de creación del equipo, muchos ciudadanos turcos de países como Afganistán, Azerbaiyán, Camboya, Gabón, Irak, Kazajistán, Kosovo, Moldavia, Malasia, Mongolia, Myanmar, Pakistán, Qatar, Arabia Saudí, Sudán y Ucrania, entre otros, empezaron a desaparecer.

A menudo estas operaciones cuentan con la participación de los agentes de seguridad del tercer Estado, lo que no convierte la misión en legal. En muchos casos se ha repetido el modus operandi: los agentes del tercer país, a veces sin la autorización de sus superiores, detienen a los objetivos y los trasladan al aeropuerto, donde les espera un avión privado que, según investigaciones periodísticas, pertenece a una empresa pantalla de la agencia de inteligencia.

Una de estas operaciones realizada en Moldavia llegó incluso al Tribunal Europeo de Derechos Humanos, que condenó al Gobierno moldavo y señaló públicamente a Turquía. “El material del caso indica que la operación conjunta de los servicios secretos moldavos y turcos se preparó mucho antes del 6 de septiembre de 2018 [fecha de la detención]. El hecho de que los solicitantes fuesen trasladados a Turquía en un avión enviado solo para ello indica que la operación se concibió y organizó de tal forma para cogerlos por sorpresa y que no tuvieran el tiempo ni la posibilidad de defenderse”, señalaba la sentencia.

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