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May llega a la votación del Brexit con el miedo al desastre como última baza para evitar la derrota

La primera ministra británica, Theresa May, recibe al primer ministro japonés, Shinzo Abe, el pasado 10 de enero en Downing Street.

Cristina Armunia Berges / Javier Biosca Azcoiti

El Parlamento británico votará este martes el acuerdo de salida de la Unión Europea negociado por la primera ministra, Theresa May, con la Unión Europea. Ante una probable derrota, May ha apelado por última vez a los parlamentarios recurriendo al miedo como último recurso.

“Sin un acuerdo no tendríamos periodo de transición, cooperación en materia de seguridad, garantías para los ciudadanos británicos en el extranjero, seguridad para las empresas y trabajadores en Reino Unido y habría cambios en la vida diaria de Irlanda del Norte que pondrían en riesgo el futuro de nuestra unión”, ha afirmado este lunes la primera ministra en un discurso pronunciado en Stoke-on-Trent, donde más de dos tercios de la población votó a favor de salir de la UE.

May no solo ha agitado el miedo a un Brexit sin acuerdo, sino que también ha advertido que la salida de la UE podría estar en peligro si este sale rechazado en la votación. “Ahora creo que el resultado más probable [si los parlamentarios no aprueban el documento] es una parálisis en el Parlamento que abre la posibilidad de que no haya Brexit”.

En una sesión en la Cámara Baja celebrada este lunes, May ha pedido a los diputados críticos que reconsideren su posición: “En las próximas 24 horas, hagan una segunda lectura de este acuerdo. No, no es perfecto. Y sí, es un compromiso. Pero cuando se escriban los libros de historia, la gente verá la decisión de mañana de esta Cámara y se preguntará: ¿cumplimos con la votación del país de salir de la Unión Europea?”.

En un principio, la votación estaba programada para el pasado 11 de diciembre, pero la primera ministra decidió aplazar la sesión un día antes para evitar una derrota estrepitosa. Durante el último mes, May ha iniciado un último esfuerzo diplomático por conseguir más garantías de la UE que convenzan a los parlamentarios, pero el resultado de su maniobra está en el aire.

Por enésima vez, Europa responde a May: El acuerdo no se toca. Esto es lo que Jean-Claude Juncker y Donald Tusk han dicho este lunes. La UE insiste en que el pacto alcanzado con Bruselas no puede ser renegociado y que, tal y como está, es como tiene que ser valorado y votado en la Cámara de los Comunes. Se augura un martes negro (y quizá letal) para Theresa May y la andadura del Brexit. La primera ministra ya se vio en apuros después de aplazar la votación y se enfrentó a una moción de confianza interna en el Partido Conservador, la cual superó.

La primera ministra necesita 320 votos para sacar adelante el acuerdo, más de la mitad de los 639 miembros de la cámara. Sin embargo, May se enfrenta a la oposición del Partido Laborista, del Partido Nacional Escocés y del Partido Unionista Democrático, además de miembros de su misma formación que votarán en contra. El principal obstáculo para la aprobación del acuerdo es la denominada cláusula de 'salvaguarda'.

La 'salvaguarda' contempla que Reino Unido permanezca en la unión aduanera y que Irlanda del Norte también esté alineada con ciertas normas del mercado único salvo que Londres y Bruselas presenten una solución alternativa para la frontera o hasta que establezcan una nueva relación comercial entre ambas partes. Esta cláusula dificulta a Reino Unido la salida de la unión aduanera y del mercado único europeos, una de las principales promesas del Brexit.

Una vez más, Bruselas ha señalado este lunes en sus “aclaraciones” que “no desea que entre en vigor” la 'salvaguarda' del Brexit . Aún con esta respuesta, que seguramente decepcione a muchos de los parlamentarios, May ha insistido en que los legisladores acepten el acuerdo.

“Comprendo perfectamente que las nuevas garantías jurídicas y políticas que contienen las cartas de Donald Tusk y Jean-Claude Juncker no llegan tan lejos como algunos diputados desearían”, ha lamentado May. Sin embargo, ha tratado de incidir en los aspectos positivos que sí ha generado el acuerdo, como por ejemplo que la “futura relación se establezca lo más rápido posible” o el hecho de haber llegado a “un acuerdo sobre un proceso acelerado para que el pacto de libre comercio que negociaremos entre en vigor si se producen retrasos en la ratificación por parte de los Estados miembros”.

En su discurso del lunes, May ha reconocido que durante este mes ha propuesto sin éxito a la UE una fecha fija para garantizar el final de la 'salvaguarda'. “En estas conversaciones también he buscado una propuesta de una fecha fija con fuerza legal que garantice un punto en el cual entre en vigor la futura relación [entre Reino Unido y la UE] porque esa es la forma de acabar con la 'salvaguarda'”, ha señalado.

Por su parte, el líder de la oposición, Jeremy Corbyn, ha criticado este lunes a la primera ministra por no conseguir las garantías legales que prometió, alegando que la carta de los líderes europeos solo contiene “palabras amables”.

El domingo, la primera ministra publicó un artículo en The Sunday Express en el que afirmaba que el rechazo al acuerdo sería un “catastrófico e imperdonable atentado a la democracia”. “En ausencia de otra propuesta sobre la mesa nos arriesgamos a no dejar la UE en absoluto”, advertía.

Y para complicarle todavía las cosas un poco más a Theresa May, Gareth Johnson, uno de los responsables de la disciplina de voto de los tories, ha dimitido un día antes de la trascendente votación. Los analistas consideran que Johnson se ha echado a un lado para esquivar el previsible rechazo del Parlamente ante el acuerdo del Brexit. Con esta, el Gobierno de May acumula 13 dimisiones.

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