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La rebelión en Disney para frenar la nueva ley homófoba de Florida

Un grupo de activistas LGBT se manifiesta en Disney en Orlando, Florida, el 3 de marzo.

Sarah Yáñez-Richards

Nueva York —

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Los profesores y orientadores escolares de Florida no podrán hablar con sus estudiantes sobre la orientación sexual e identidad de género e, incluso, se podrán enfrentar a demandas por parte de los padres de los alumnos si el gobernador conservador Ron DeSantis firma el proyecto de ley conocido popularmente como “No digas gay”, que ha sido aprobado este mes por el Senado estatal controlado por los republicanos.

La comunidad LGTB busca el apoyo de Disney, que es clave para la economía de este estado como sede de sus parques de atracciones. La presión para la empresa ya está en forma de parones de 15 minutos entre los empleados que trabajan en los parques de atracciones de Florida y California –este martes hubo una huelga general– y con la movilización en redes sociales con las etiquetas #DisneyDoBetter (“Disney, hazlo mejor”) o #DisneySayGay (“Disney, di gay”), entre otras. 

Disney podría ser clave en este caso por el poder económico que tiene en el estado, ya que da trabajo a más de 77.000 personas en Florida y sus extensos parques temáticos de Walt Disney World juegan un papel importante en la salud económica del turismo. Un estudio patrocinado por la compañía en 2011 señala que Disney genera 18.200 millones de dólares al año para Florida, una cifra que en ese momento representaba aproximadamente el 2,5 % del PIB total del estado.

Disney pide perdón  

Aunque Disney no ha hecho declaraciones públicas, el consejero delegado de la compañía, Bob Chapek, dijo en un correo interno a los empleados que fue divulgado por Variety que Disney suspenderá todas las donaciones políticas en el estado y también se disculpó directamente con los trabajadores LGTBI.

“Está claro que éste no es solo un problema sobre un proyecto de ley en Florida sino otro desafío a los derechos humanos básicos”, dijo Chapek. “Necesitabais que fuera un aliado más fuerte en la lucha por la igualdad de derechos y os defraudé. Lo siento”. En una asamblea virtual con sus empleados este lunes reconoció también que había cometido un “error” al no criticar en público antes la ley. Disney dice que planea crear grupos de trabajo para escuchar las “preocupaciones” de sus empleados LGTBI.

En 2019, la empresa obtuvo una puntuación perfecta en el Índice de Igualdad Corporativa de HRC, una encuesta nacional que evalúa la inclusión de las empresas estadounidenses hacia los trabajadores LGTBI. Extraoficialmente, el primer sábado de junio se celebra el “Día Gay en el Reino Mágico” en los parques de atracciones de Disney estadounidenses, en el que personas de la comunidad LGBTI se ponen una camiseta roja.

Además de condenar el texto llamado Ley para el derecho de los padres en la educación, Chapek también se comprometió a donar cinco millones de dólares a Human Rights Campaign (HRC), un grupo de defensa LGTBI. Pero HRC hasta ahora ha rechazado el dinero. Según Politico, Disney tiene una larga trayectoria histórica de donaciones al Partido Republicano: en los dos últimos años la compañía donó casi 300.000 dólares a políticos que impulsaron esta medida.

La respuesta del gobernador republicano

Tras la carta interna de Chapek, DeSantis, que pese a aún no haber firmado la ley ha indicado que lo hará, dijo en un acto público que Disney no está a la altura de sus valores para los niños. “Cuando tienes empresas que han hecho una fortuna siendo amigables con la familia y atendiendo a familias y niños pequeños, debes entender que los padres de niños pequeños no quieren que esto se inyecte en el aula de las guarderías de sus hijos”, ha indicado.

El político conservador, que es uno de los favoritos para las elecciones presidenciales de 2024, también acusó a Disney de estar “demasiado involucrado con el partido comunista de China”, sugiriendo que los lazos comerciales de la compañía con China han anulado su “autoridad moral”.

La medida, que permite que los padres demanden a los distritos escolares si sienten que sus hijos han recibido lecciones inapropiadas, ha sido criticada, además de por ser homófoba y transfóbica, por lo ambigua que es tanto a la hora de señalar qué es lo que se puede decir y qué no, y hasta qué edad.

Los impulsores del proyecto de ley han señalado que el proyecto de ley no prohibiría a los estudiantes hablar sobre sus familias LGTBI ni que de discuta en el aula sobre la historia del colectivo, incluso sobre eventos como la masacre de la discoteca Pulse, un club en Orlando donde en 2016 fueron asesinadas 49 personas. 

En cambio, el texto dice en su preámbulo que su objetivo es impedir “la discusión en el aula sobre la orientación sexual o la identidad de género”. Asimismo, el proyecto de ley en sí establece que “las enseñanzas del personal de la escuela o de terceros sobre orientación sexual o identidad de género no pueden ocurrir desde la guardería hasta el tercer grado (cuando el alumno tiene entre ocho y nueve años) o de una manera que no sea apropiada para la edad o el desarrollo de los estudiantes de acuerdo con las normas estatales”.

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