El auge de los 'hoteles del amor' en China
La habitación 204 del Hotel Mucho Amor de Pekín es la “habitación Shakespeare”. En una placa en la puerta se puede leer: “zhongxia ye zhi meng” o “El sueño de una noche de verano”. Sin embargo, el interior carmesí de la estancia no hay ni rastro del Bardo de Avon. Los amantes chinos son invitados a retozar en un colchón circular con estampado de rosas o a sumergirse en un jacuzzi rebosante de espuma. “Masajea tu cuerpo”, explica entusiasmado Wang Ziwen, un joven de 23 años que es el director de marketing de este hotel situado en el centro de la capital, mientras muestra el establecimiento, decorado en tonos rosas y púrpuras.
Durante décadas, Japón, que presume de una industria hotelera “del amor” que mueve billones de yenes y que está formada por más de 30.000 establecimientos, ha sido considerada la capital mundial de los moteles. En ese país, las parejas jóvenes y mayores pueden pagar por horas o por noches y huir de las miradas de una sociedad profundamente conservadora, o también convertir en realidad sus fantasías más íntimas en compañía de un amante o de un desconocido.
Ahora, en el país más poblado del mundo se va despertando lentamente el interés por los “hoteles del amor” ya que los emprendedores chinos ven que la evolución de los comportamientos sexuales de la sociedad abre nuevas oportunidades de negocio.
Desde la inauguración del primer 'hotel del amor' en 2008, en la ciudad de Nanning, situada en el suroeste del país, han florecido cientos de establecimientos similares, con nombres como Amor a primera vista o El hotel de nuestro amor.
“Tenemos demanda. Hay muchos amantes y tienen la necesidad de amarse”, afirma Wang, cuya franquicia ha abierto nueve establecimientos desde 2011; en Pekín, Wuhan, Chengdu y Guiyang. En los próximos meses también abrirá hoteles en Kunming y Nanjing. “Nuestras habitaciones están ocupadas todos los días”, añade.
Sun Yanping, una mujer de negocios de Wuhan que abrió su primer 'hotel del amor' en 2013 y ahora tiene cinco, indica que espera construir un imperio de 100 establecimientos antes de 2020. “Deberíamos escuchar a nuestro corazón y dejarnos llevar, también en lo referente a la búsqueda del placer sexual, forma parte de la naturaleza humana”, señala. Sun confiesa estar cansada de hoteles aburridos y con normas estrictas.
China ha protagonizado una revolución económica pero también sexual desde la muerte de Mao en 1976, que supuso el fin de una era profundamente conservadora.
Un estudio de la Universidad de Pekín publicado esta semana muestra que los chinos se casan más tarde, pierden la virginidad más pronto que antes y tienen más relaciones extramatrimoniales que en décadas anteriores. En 1989, solo el 15% de los chinos había tenido relaciones sexuales antes del matrimonio, según un medio de comunicación estatal. En la actualidad es el 70%.
China también se ha convertido en el principal fabricante de juguetes eróticos. Desde que se inauguró la primera tienda erótica en Pekín en la década de los noventa del siglo pasado, un emprendedor visionario ha amasado una fortuna valorada en muchos millones de euros con la venta de consoladores. Y, sin embargo, los moteles en China no podían competir con los de Japón, que ofrecen habitaciones con cascadas o dedicadas al sadismo y al masoquismo.
En el hotel Mucho amor, las habitaciones (80 euros) cuentan con televisores de plasma, pero las leyes del Partido Comunista que luchan contra la indecencia impiden que los clientes puedan ver un canal porno.
Wang trata de diferenciar sus hoteles, que presumen de habitaciones temáticas con bodega, acuario y ambiente suizo, de los establecimientos de alto contenido erótico ubicados en Brasil o en Japón. “En Japón encuentras un hotel del amor en cada esquina. Están pensados para el sexo”, indica. “Nuestro establecimiento tiene otro objetivo, hemos creado un espacio romántico, queremos proporcionar una experiencia romántica y sana”, afirma mientras recorre los pasillos escasamente iluminados de su negocio, en los que se puede leer la palabra “amor” en idiomas como el letón, el hebreo y el noruego.
Wang asegura que la decoración es tan romántica que son frecuentes las peticiones de mano. “Ocurre prácticamente a diario”, dice. Otros deciden pasar allí sus vacaciones, aniversarios o incluso su noche de bodas. Zheng Li, una mujer de 50 años que es la responsable del servicio de habitaciones, afirma que no le importaría que su hijo de 25 años se colara en una de ellas con una amante. “Me haría feliz que optaran por este tipo de experiencia”, dice con una sonrisa: “La sociedad está cambiando y somos más tolerantes”.
Sun también se está distanciando de la etiqueta 'hotel del amor', a pesar de que su cadena debe su nombre al film erótico 37°2 le Matin, dirigida por el cineasta francés Jean-Jacques Beineix en 1985. “Nuestros hoteles deberían llamarse hoteles de los amantes, no hoteles del amor”, puntualiza, y añade: “no ofrecemos juguetes eróticos ni objetos similares”. En algunos ambientes, este floreciente negocio todavía causa asombro.
Wang explica que los habitantes de más edad de una comunidad cerca al Hotel Mucho amor en el noreste de Pekín se sintieron ofendidos por una campaña publicitaria reciente que tenía el lema: “Pasión extrema, romanticismo extremo”. “Pensaron que podía confundir a sus hijos”, explica Wang. Cambiaron el lema.
Exceptuando este contratiempo, Wang cree que a este sector le espera un prometedor futuro. Está entusiasmado por el hecho de que en los moteles de Tianjin el éxito es tan rotundo que incluso hay padres que reservan habitaciones para sus hijos.
Cada noche se forman colas en la recepción del hotel Mucho amor, donde los clientes hambrientos de afecto pueden escoger una de las 55 habitaciones temáticas, incluida la habitación Shakespeare, desde un ordenador. Antes de tomar el ascensor los huéspedes inspeccionan con detenimiento una vitrina con lambrusco rosado de 60 euros y paquetes de fideos instantáneos. “Proporcionamos un espacio romántico para los amantes”, concluye Wang.