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The Guardian en español

La plataforma de la OMS de intercambio de información para las farmacéuticas no se usa desde el inicio de la pandemia

Rueda de prensa de Tedros Adhanom Ghebreyesus

Michael Safi

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Un programa de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para que las empresas farmacéuticas compartan de forma voluntaria conocimientos, tratamientos y tecnologías relacionados con la COVID-19 con el objetivo de ampliar su distribución no ha recibido ninguna contribución en los ocho meses transcurridos desde su creación, según ha revelado The Guardian.

El fondo común de acceso a la tecnología de la COVID-19, llamado C-Tap, se puso en marcha en mayo de 2020 para facilitar el intercambio de información protegida por patentes en la lucha contra el virus, incluidos los diagnósticos, terapias y datos de ensayos. La “puesta en común” de los tratamientos y datos permitiría a los fabricantes cualificados de todo el mundo producir equipamiento, fármacos o vacunas esenciales sin temor a ser demandados por infringir las patentes.

El objetivo es reducir los costes de producción, aliviar la escasez mundial de tecnologías y medicamentos clave y, según sus defensores, terminar antes con la pandemia. En los últimos meses ha habido conversaciones para convencer a las compañías farmacéuticas de que participen en el programa. Pero, según ha confirmado a The Guardian un portavoz de la OMS, a fecha de enero no se ha compartido ninguna tecnología ni tratamiento.

“C-Tap es una iniciativa innovadora con potencial a medio y largo plazo, pero sabíamos desde el principio que harían falta mayores esfuerzos y plazos más largos para aunar a los diferentes actores interesados”, dice un portavoz de la OMS. Según esta misma fuente, se está confiando en otras iniciativas de acceso global, como el sistema de reparto de vacunas Covax, “para lograr resultados más rápidamente”.

“Ha habido demasiado 'yo primero”

La llamada Medicines Patent Pool (MPP) es otra plataforma de intercambio de patentes que cuenta con el respaldo de Naciones Unidas. El año pasado amplió su alcance para incluir los tratamientos contra la COVID-19, pero hasta ahora tampoco ha negociado ningún acuerdo sobre medicamentos, datos o tecnologías para luchar contra la pandemia de coronavirus.

El director ejecutivo de MPP, Charles Gore, dice que la falta de compromiso simboliza el fracaso generalizado de la lucha global contra la pandemia. “Desgraciadamente, ha habido muy poco de 'hagamos esto todos juntos como un mundo' y demasiado 'yo primero”.

En su opinión, la industria farmacéutica está siguiendo el modelo de los gobiernos que, en vez de priorizar la distribución mundial, han tratado de cerrar sus propios acuerdos para asegurarse vacunas, tecnología y tratamientos. “Inevitablemente, la industria también tiene que responder a eso”, asegura Gore. “Si los países dicen que lo más importante es el 'quiero que cierres un acuerdo ahora conmigo', las empresas no pueden decir: 'Volveremos a hablar contigo después, estamos intentando cerrar un acuerdo para el suministro global”.

Según Thomas Cueni, director de la Federación Internacional de Asociaciones y Fabricantes de Productos Farmacéuticos, los derechos de patente son “el motor que ha impulsado investigaciones y desarrollos innovadores”, incluyendo la obtención en tiempo récord de varias vacunas seguras contra la COVID-19. “Eludir los derechos de propiedad intelectual no resolverá los problemas de suministro que se perciben”, dice Cueni en un correo electrónico.

Cueni pone como ejemplo el caso de varias empresas que han firmado acuerdos específicos para mejorar el suministro a nivel global, como la licencia de AstraZeneca que permite producir miles de millones de dosis al Serum Institute de India, uno de los mayores fabricantes de vacunas del mundo.

Moderna, otro fabricante, ha acordado no hacer valer su patente durante el transcurso de la pandemia, aunque las organizaciones en defensa del derecho a la salud dicen que este compromiso tiene poco valor si no transfiere también la tecnología necesaria para producir su vacuna basada en el ARNm. C-Tap fue diseñado precisamente para facilitar esos intercambios de información.

Pero otros opinan que el actual sistema parcial del acceso global ha contribuido a la escasez de tecnologías y tratamientos que salvan vidas, una escasez que según un análisis de la Universidad Duke marcará el despliegue de las vacunas hasta al menos 2023.

El director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, alertó la semana pasada del “fracaso moral catastrófico” al que se asoma el mundo en la distribución de vacunas, con la mayoría de los países ricos acaparando gran parte de los suministros que se producirán en 2021.

“Las empresas repiten lo mismo que llevamos 30 años escuchando”

La experta en propiedad intelectual médica y activista Ellen 't Hoen dice que los gobiernos de países ricos de todo el mundo han invertido miles de millones de dólares de los contribuyentes en el desarrollo de unas vacunas que, en última instancia, serán propiedad y estarán bajo el control de las empresas y sus accionistas.

“Las empresas han recibido miles de millones en dinero público y ahora repiten las mismas declaraciones que llevamos 30 años escuchando: que la propiedad intelectual es la base de la innovación. Pero la base de la innovación en la COVID-19 ha sido la enorme financiación pública y ahora esa financiación pública se está privatizando a través el sistema de propiedad intelectual, eso es algo que C-Tap podría haber evitado”, dice.

Una coalición de organizaciones humanitarias y de salud pública, entre los que figura la People's Vaccine Alliance, envió el pasado jueves una carta a la OMS expresando su preocupación por la gestión de C-Tap y pidiendo una aclaración pública sobre la estrategia del programa, con informes periódicos de sus avances y que se detallara su actual apoyo financiero.

India y Sudáfrica lideran una iniciativa en la Organización Mundial del Comercio para que no se persigan las violaciones de patentes relacionadas con vacunas, tratamientos y datos de la COVID-19 mientras dure la pandemia. Estados Unidos, Reino Unido y Australia, entre otros países, se han opuesto a la iniciativa de renunciar a los derechos de patentes de forma general, argumentando que existen los sistemas de intercambio de patentes como C-Tap y MPP.

Según Gore, compartir tecnologías o tratamientos puede significar menos beneficios para las empresas, y no es sencillo, pero no hacerlo también puede representar un daño en su reputación una vez que la pandemia haya terminado y las empresas sean juzgadas por el papel que jugaron. “Las empresas van a ser juzgadas después de lo ocurrido por lo bien que lo hayan hecho en este sentido. Como empresa, no quieres encontrarte con que lo hiciste todo mal y con los inversores diciéndote 'no queremos ni tocarte”.

Traducido por Francisco de Zárate

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