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The Guardian en español

El contrato de AstraZeneca y Oxford omite decenas de países pobres en su promesa de vender la vacuna a precio de coste

Trabajadores descargan en Nepal cajas que contienen la vacuna contra el coronavirus de AstraZeneca que llegó de India.

Michael Safi

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Tan pronto como AstraZeneca decida que la pandemia ha terminado, la farmacéutica podrá cobrar un precio mayor por su vacuna contra la COVID-19 en decenas de países pobres, según ha podido comprobar The Guardian tras acceder a una copia del contrato con la Universidad de Oxford.

La empresa anglo-sueca ha prometido suministrar la vacuna a precio de coste a perpetuidad en el caso del mundo en desarrollo. Pero esa promesa excluye a muchas naciones de ingresos bajos y medios, según se desprende de una versión con información tapada de su contrato con la Universidad de Oxford obtenida por el grupo de presión Universities Allied for Essential Medicines (UAEM, por sus siglas en inglés).

Entre los que quedan fuera de la lista –y a los que se les podría, por tanto, cobrar un precio más alto cuando AstraZeneca declare terminada la pandemia– hay 34 países que a ojos de Unicef y la Organización Mundial de la Salud (OMS) necesitan apoyo en materia de vacunas, como Sri Lanka, Angola, Timor-Leste, Honduras, Zimbabue y Filipinas.

A diferencia de sus competidoras dentro del sector farmacéutico, AstraZeneca renunció a miles de millones de dólares cuando decidió suministrar su vacuna a precio de coste, una promesa que fue clave para garantizar su alianza con el Instituto Jenner de Oxford, donde se diseñó la formulación.

Voces críticas defienden que, aunque AstraZeneca está haciendo más que ninguna otra empresa por garantizar el acceso a la inmunización en todo el mundo, su vacuna debería considerarse un bien público si se tiene en cuenta que el 97% de la financiación que se estima fue necesaria para su desarrollo procede de contribuyentes y organizaciones benéficas.

Otras vacunas, como la formulación de ARN mensajero de la farmacéutica Moderna, también recibieron un apoyo público importante, pero ya están generando miles de millones de dólares en beneficios para sus accionistas.

Varios países de COVAX, fuera del contrato

El contrato de Oxford/AstraZeneca nombra a 58 naciones en desarrollo como elegibles para el precio barato a perpetuidad, procedente de una lista elaborada en 2019 de países que necesitaban ayuda para vacunas del grupo internacional Gavi (Alianza para la Vacunación).

Pero en el marco de COVAX, el mecanismo global para distribuir las vacunas durante la pandemia, la lista de países que necesitan ayuda para comprar vacunas se amplió posteriormente a 92.

El contrato no se ha revisado para reflejar esta lista más larga, lo que ha creado un grupo de países que pueden dificultades para financiar sus propias vacunas, pero no hay una garantía contractual de que se les mantendrá el precio de coste una vez que AstraZeneca diga que la pandemia ha terminado. Entre ellos figuran países como Mongolia, Indonesia y Egipto, además de los territorios palestinos.

Según adelantó el Financial Times, en otro contrato que AstraZeneca firmó con un fabricante brasileño, la farmacéutica se reservaba el derecho a declarar el fin de la pandemia y fijaba el 1 de julio de 2021 como fecha provisional de finalización, aunque lo más seguro es que ese día se retrase teniendo que el número de casos aún está aumentando en muchas partes del mundo, y Reino Unido aún no ha puesto fin a las restricciones.

AstraZeneca ha indicado que es demasiado pronto para decir en qué países buscará, finalmente, obtener beneficios. “Todavía estamos en medio de una pandemia y, por lo tanto, nuestro objetivo actual es proveer la vacuna lo más rápidamente posible a las comunidades vulnerables de todo el mundo”, dice.

“Desde el comienzo de la pandemia, nuestro principal objetivo ha sido llevar la vacuna a países de todo el mundo, sin ánimo de lucro, independientemente de su nivel de ingresos. Fuimos los primeros en sumarnos a COVAX y nuestras vacunas representan más del 90% del suministro hasta la fecha, con 77 millones de dosis entregadas a 127 países, en su mayoría de ingresos medios y bajos”, dice la compañía.

Es probable que la empresa siga suministrando las vacunas a COVAX a precio de coste a largo plazo, pero, en virtud de su contrato actual, tendría la opción de cobrar un precio más elevado a ciertos países en desarrollo y de renta baja si pretenden comprar las dosis directamente a la compañía.

La promesa de AstraZeneca de no sacar beneficios con la vacuna durante la pandemia ha sido esgrimida por el Gobierno británico como prueba de que para mejorar el acceso no hacen falta medidas más contundentes, como la suspensión de las patentes de todas las vacunas y los tratamientos contra la COVID-19.

“El contrato entre Oxford y AstraZeneca pone de manifiesto que necesitamos un enfoque más inclusivo para el intercambio de conocimientos y la transferencia equitativa de tecnología, en lugar de que haya una empresa con el derecho exclusivo de fabricarla”, dice Florence Rodgers, coordinadora nacional del UAEM en Reino Unido. “Pedimos a Oxford y a AstraZeneca que compartan la vacuna con el fondo común de acceso a la tecnología COVID-19 [C-TAP, una plataforma de intercambio de conocimiento de la OMS que no ha recibido contribución de ningún desarrollador de vacunas] para permitir un acceso verdaderamente global”.

Para Heidi Chow, responsable de políticas y campañas en la ONG Global Justice Now, la laguna en el contrato de Oxford demuestra que el “modelo de AstraZeneca” no alivia la desigualdad en materia de vacunas. “COVAX no es capaz, ni de lejos, de vacunar al número de personas que haría falta para terminar con esta pandemia”, dice. “Incluso si recibiera todos los fondos, el programa solo aspira a vacunar al 30% de la población de los países participantes, y está muy por detrás de sus objetivos”.

Traducido por Francisco de Zárate

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