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The Guardian en español

El favorito de los conservadores iraníes para suceder a Jamenei ejecutó a disidentes políticos en los 80

Ayatolá Jamenei, actual líder supremo de Irán.

Saeed Kamali Dehghan

Un clérigo conservador de 56 años y relativamente desconocido para el resto del mundo se está consolidando poco a poco como el favorito para ser el siguiente líder supremo de Irán.

Ebrahim Raisi es el responsable de Astan Quds Razavi, la organización benéfica más rica en el mundo islámico y encargada del templo más sagrado de Irán. Se cree que Raisi está siendo preparado para ser el candidato favorito que suceda al Ayatolá Jamenei, de 77 años.

El mandato de Jamenei, que se ha extendido durante más de un cuarto de siglo, terminará exclusivamente tras su muerte, pero la repentina muerte el pasado domingo del expresidente Hashemi Rafsanjani, el superviviente político más importante del país, ha despertado especulaciones sobre su sucesión. En 2014, Jamenei, quien tiene la última palabra sobre todas las decisiones en Irán y es también su comandante en jefe, pasó por una operación de próstata, rompiendo así un tabú sobre el tema.

Rafsanjani, que fue enterrado el martes, era una destacada fuerza política en Irán. Aunque su influencia había disminuido en los últimos años por su lealtad política a los reformistas, seguía siendo considerado como un actor influyente a la hora de presionar por un candidato moderado para suceder a Jamenei.

Rafsanjani desveló en una entrevista para un periódico realizada en junio que la Asamblea de Expertos, órgano encargado de elegir al siguiente líder supremo del país, había seleccionado a dos personas, aunque no ha habido confirmación oficial.

Además de Raisi, se escuchan otros tres nombres que podrían ocupar el cargo: los ayatolás Hashemi Shahroudi y Sadeq Larijani, anterior y actual líder del poder judicial; y el presidente actual de la república islámica, Hassan Rouhaní. Raisi es el más cercano al círculo íntimo de Jamenei, pero comparativamente tiene poca experiencia ejecutiva.

El auge de la influencia de Raisi desde que fue nombrado en marzo ha sorprendido a muchos analistas políticos. Raisi lleva un turbante negro, lo que indica que es un seyed, es decir, descendiente del profeta Mahoma en el islam suní. Mohsen Kadivar, que ha sido profesor en el seminario Qom, el centro religioso chií más importante de Irán, dice que solo este factor ya aumenta sus opciones de conseguir el puesto en un 30% o 40%. El ayatolá Shahroudi también es un seyed.

Hosseim Rassam, antiguo asesor sobre Irán para el Ministerio de Exteriores británico, señala que el papel actual de Raisi es una buena plataforma para aumentar sus opciones como próximo líder supremo. “Es el guardián de un templo al que acuden millones de peregrinos chiíes cada año y creo que eso es muy importante”, indica Rassam. Se calcula que cerca de 30 millones de peregrinos visitan el santuario de Imán Reza cada año.

“También tiene vínculos muy cercanos con actores fundamentales en la República Islámica de Irán, desde el mismo líder supremo hasta la Guardia Revolucionaria. Todo indica que cada vez tiene más opciones para convertirse en el siguiente líder supremo”, añade.

Ejecución de disidentes

Raisi apenas había alcanzado la mayoría de edad cuando ocurrió la Revolución Islámica de 1979, pero su ascenso fue rápido. En el verano de 1988, Raisi era uno de los cuatro jueces de la sharía responsables de la ejecución en masa de izquierdistas y disidentes.

Más recientemente ocupó el cargo de fiscal general de Irán y actualmente sigue manteniendo un importante departamento en el poder judicial como presidente de tribunal que juzga a los clérigos problemáticos. Raisi está casado con la hija de un ayatolá radical que es el representante de Jamenei en la provincia oriental de Khorasan-Razavi, donde se encuentra la mezquita Reza.

Rassam señala también que Raisi parte con ventaja por la implicación de Shahroudi y Larijani en casos de corrupción y por la distancia que ha mantenido de las luchas internas en Irán. Su papel en la ejecución de disidentes políticos de los años 80 probablemente no le perjudique, sostiene Rassam. Sin embargo, la publicación de fotografías de comandantes militares de alto rango sentados a sus pies simbólicamente durante una visita de Raisi a Mashhad enfatiza su autoridad, opina.

Morteza Kazemian, un destacado activista político iraní exiliado en París, señala que las relaciones de Raisi con la Guardia Revolucionaria, las agencias de inteligencia y el círculo más cercano de Jamenei —incluido su hijo Mojtaba— lo convierten en el favorito para ser el próximo líder supremo. “Raisi tiene muchas opciones, pero lo que ocurra el día que muera Jamenei depende en gran parte del equilibrio político en ese determinado momento”, afirma.

Kadivar, que actualmente es profesor e investigador en la Duke University, se muestra más cauto. Aunque ve a Raisi como un potencial candidato, cree que no hay indicios suficientes para considerarlo el favorito. “La autoridad de Jamenei es efectiva mientras siga vivo, pero cuando muera todas las lealtades políticas pueden cambiar, lo que convierte en especulación cualquier conversación sobre potenciales candidatos”, advierte. “Rouhaní tiene muchas más opciones que el resto. Tiene la experiencia, el conocimiento islámico y la credibilidad entre las élites”, añade.

Un líder menos supremo

Kadivar, un firme opositor de la jurisprudencia islámica, cree que hay indicios de que Jamenei busca cambios constitucionales para abolir la posición de presidente o hacerla simbólica y reimplantar en su lugar la figura de primer ministro. “Los presidentes en Irán han demostrado ser demasiado molestos para el líder supremo, mientras que el parlamento ha actuado habitualmente dentro de las líneas rojas. Un primer ministro nombrado por dicho parlamento reduciría las preocupaciones del líder”, explica Kadivar.

Otra teoría es que Jamenei podría limitar temporalmente el mandato de la máxima figura iraní a diez años, convirtiendo al próximo líder supremo en menos supremo. Y aunque muchos creen que Jamenei querrá elegir él mismo a su propio sucesor, Rassam sostiene que el ayatolá dejará la decisión en manos de sus asesores más cercanos, y que la Asamblea de Expertos se limitará simplemente a autorizar el nombramiento sin cuestionarlo. Dada la situación actual en Irán, Raisi tiene “muchas opciones de convertirse en el próximo líder supremo”, concluye Rassam.

Traducido por Javier Biosca Azcoiti

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