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Un cazador de tumbas del Gulag desentierra verdades incómodas en Rusia

El cazador de tumbas durante una entrevista // Youtube: Ruslan Kotsaba

Alec Luhn

Los pinos crujen y chirrían ominosamente ante la brisa más suave, como si este amplio bosque entre el lago Onega y la frontera con Finlandia se negara a contar sus oscuros secretos.

La policía secreta trajo 6.241 prisioneros del Gulag a este bosque durante la época del terror de Iósif Stalin, entre 1937 y 1938. Los tumbaron boca abajo en hoyos cavados en la tierra arenosa y les dispararon en la nuca con un revólver. A medida de que los cuerpos se fueron descomponiendo, la tierra que cubría cada fosa común se fue hundiendo más abajo.

Estas marcas en la tierra del bosque fueron la pista que ayudó a Yury Dmitriyev y otros miembros de Memorial, la organización de derechos humanos más antigua de Rusia, a encontrar este sitio en Sandormokh, en 1997. Es una de las fosas comunes más grandes de la antigua Unión Soviética.

Junto a Memorial, este cazador de tumbas del Gulag de 61 años, oriundo de Petrozavodsk, se ha dedicado durante casi tres décadas a sacar a las víctimas de la represión soviética del “olvido promovido por el Estado”, publicando varios libros con nombres, fechas y ubicaciones de las ejecuciones desde el descubrimiento.

“Para que el Gobierno se responsabilice, primero tenemos que informar al pueblo,” afirmó Dmitriyev sobre sus esfuerzos por revelar detalles de la represión soviética.

Pero no todos quieren recordar esta parte olvidada de la historia, especialmente en medio del actual fervor patriótico ruso. El presidente Vladímir Putin dijo en junio que “la excesiva demonización” de Stalin ha sido “una forma de atacar a la Unión Soviética y a Rusia”, y varias sedes de Memorial han sido declaradas “agentes extranjeros” en los últimos años.

Dmitriyev fue arrestado en diciembre, acusado de tomar fotografías indecentes a su hija adoptiva de 12 años, cargos que él niega. Se encuentra detenido mientras dure el juicio y se enfrenta a una posible condena de 15 años de cárcel.

Un experto en desórdenes sexuales ha asegurado que las fotografías no son pornográficas, y Memorial y otras organizaciones afirman que Dmitriyev es un preso político arrestado por haber revelado una parte de la historia rusa que dificulta al Kremlin la glorificación del pasado soviético.

Dmitriyev también cuenta con el apoyo de su hija adulta, que dice que su padre tomó las fotografías para documentar la mejoría de salud de la niña, en caso de que los servicios sociales quisieran quitarle la custodia a la familia. La niña estaba desnutrida cuando Dmitriyev y su esposa la adoptaron a los tres años, y según el abogado de Dmitriyev, las fotos estaban guardadas en una carpeta con el nombre “la salud de la niña”. Cada foto tenía apuntada la altura, el peso y el estado de salud general de la niña, y muchas fueron tomadas antes de la visita de un trabajador social.

Más de 30.000 personas han firmado una petición online reclamando que se le devuelva al caso “la legalidad y la justicia”. Mientras tanto, los medios de comunicación han hecho públicos informes que retratan a Dmitriyev como un pedófilo y a Memorial como un grupo de subversivos en contra del Gobierno.

“Hoy también hay persecución”

“Igual que en la época del Terror Rojo, cuando las represalias políticas, los asesinatos y las ejecuciones extrajudiciales eran comunes en la vida soviética, hoy también hay persecución, arrestos, represión policial en manifestaciones, cierre de organizaciones independientes, y eso se ha vuelto normal en Rusia”, declaró Irina Flige, directora de Memorial San Petersburgo, que descubrió Sandormokh junto a Dmitriyev.

“La mayoría cree que el régimen puede hacer lo que quiera con una persona, en función de sus propios intereses”.

Situada cerca de las islas Solovetsky, lugar de nacimiento del Gulag, en la región de Karelia en el noroeste de Rusia asesinaron a decenas de miles de prisioneros, mientras muchos otros murieron cavando el famoso Canal Mar Blanco-Báltico, durante el primer plan quinquenal de Stalin. Como ayudante de un funcionario regional, al principio Dmitriyev comenzó a buscar las tumbas después de que lo pusieran a cargo de unos cuerpos que había quedado al descubierto por una excavadora en una base militar en 1988.

Pronto comenzó a intentar identificar las víctimas de las ejecuciones en masa, trabajo que realizaba en secreto. Durante el breve período en que estuvieron abiertos los archivos de la policía secreta, en los años 90, Dmitriyev leyó miles de órdenes de ejecución y las grabó en una cinta. Luego intentaba relacionar una orden específica con cada grupo de cuerpos encontrado.

Fue la larga búsqueda de Flige de los desaparecidos conocidos como “Solovetsky etape”, un grupo de 1.111 prisioneros –algunos de ellos importantes figuras políticas, culturales y religiosas de toda la Unión Soviética–, la que le llevó a Sandormokh. Siguiendo las pistas que dio en su testimonio el verdugo Mikhail Matveyev, Flige, Dmitriyev y Veniamin Iofe descubrieron las marcas delatoras en medio del bosque, camino al Canal Mar Blanco-Báltico, y comenzaron a excavar.

“No eran simplemente huesos, sino los huesos de personas que yo conocí, cuyos hijos conocí”, recuerda Flige. Hoy, el bosque está lleno de postes con las fotos y los nombres de las víctimas.

Al principio, las autoridades locales apoyaron el memorial, incluso construyeron una carretera de acceso y una capilla, y enviaban representantes del gobierno al acto de cada 5 de agosto, Pero el año pasado, por primera vez, ningún funcionario del gobierno ni representante religioso se presentó al acto.

La anexión de Crimea, una de las claves

La tensión política en Sandormokh ha ido en aumento desde 2014, cuando Rusia se anexionó Crimea. Ese año, la delegación ucraniana, que suele ser la mayor, faltó a la ceremonia y en su discurso Dmitriyev condenó el apoyo ruso a los separatistas del este de Ucrania.

También sugirió que el gobierno ruso no se está haciendo responsable de los crímenes de sus antecesores, una afirmación polémica en medio de la ola de patriotismo y nostalgia soviética. En muchos pueblos del país están levantando monumentos a Stalin y en junio el dictador lideró un sondeo en el que preguntaban por la persona “más sobresaliente” de todos los tiempos. El verano pasado, los medios de comunicación estatales comenzaron a difundir la versión infundada de que en Sandormokh en realidad estaban los cuerpos de soldados soviéticos asesinados por los finlandeses.

En noviembre, la cadena de televisión estatal acusó a Memorial de ayudar “a aquellos que quieren destruir al Estado ruso”, tras la publicación de la información sobre 40.000 oficiales de la policía secreta soviética. Dmitriyev supuestamente recibió llamadas telefónicas donde le recriminaban su participación en ese proyecto.

Dmitriyev fue arrestado inesperadamente el mes siguiente, después de que una fuente anónima le dijera a la policía que tenía fotos en el ordenador de su hija adoptiva Natasha desnuda.

La hija adulta de Dmitriyev, Yekaterina Klodt, dijo a the Guardian que su padre, que siempre ha documentado obsesivamente los restos humanos con fotos y medidas, había tomado esas fotos para demostrar que Natasha estaba saludable bajo su cuidado. El propio Dmitriyev fue un niño adoptado y tuvo problemas para obtener el permiso de adopción de Natasha en 2009. Klodt aseguró que su padre sólo quería documentar que la niña desnutrida estaba mejor de salud. Al parecer, Dmitriyev también se había enfurecido cuando una maestra confundió unas manchas de tinta en la piel de la niña con moratones.

Lev Shcheglov, presidente del Instituto Nacional de Sexología en Moscú, testificó en el juicio y dijo que esas fotos no podían ser consideradas pornográficas ni abusivas. La acusación sigue adelante con el juicio, que también incluye cargos por “actos perversos” y posesión ilegal de arma de fuego, por un rifle de caza de 60 años de antigüedad que Dmitriyev había encontrado en el bosque, según su abogado.

El verdadero crimen de Dmitriyev, según sus defensores, es haber criticado al gobierno y trabajar con activistas de los enemigos geopolíticos de Rusia, como Polonia y Ucrania, para homenajear a las víctimas de Sandormokh.

“Rusia no necesita todo este espectáculo,” dice Anna Yarovaya, periodista de la web de noticias 7x7. “Estamos buscando enemigos en todos lados, incluso fuera del país, pero para él todos éramos amigos”.

Traducido por Lucía Balducci

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