Las imágenes a cámara lenta pueden confundir a los miembros de un jurado
Las pruebas de vídeo se están convirtiendo, cada vez más, en evidencias importantes en los juzgados de todo el mundo. Desde las imágenes obtenidas a través de las cámaras corporales de los agentes de policía estadounidenses hasta las conseguidas con un teléfono móvil, así como las imágenes granuladas procedentes de cámaras de vigilancia. Sin embargo, investigadores estadounidenses lanzan ahora la advertencia de que dichas pruebas pueden distorsionar el desenlace de los juicios.
Cuando se muestra a los jurados imágenes a cámara lenta de un incidente, dicen los investigadores, son más propensos a pensar que la persona que aparece en la pantalla ha actuado deliberadamente. Mientras que una repetición a cámara lenta puede permitir a los jurados ver con mayor claridad lo que está sucediendo, esto también crea “una falsa impresión de que el protagonista tuvo más tiempo para actuar con premeditación” que si el incidente se ve en tiempo real.
Según los investigadores, un crimen calculado, en lugar de un crimen impulsivo, puede marcar la diferencia entre “una inyección letal y una sentencia menor”. Pusieron como ejemplo el caso de John Lewis, que está en el corredor de la muerte después de haber sido encontrado culpable por el asesinato de un agente de policía en 2007 durante un robo a mano armada.
El abogado de Lewis sostuvo en la apelación que ralentizar las pruebas de vídeo hizo que los miembros del jurado se inclinasen a pensar que el asesinato había sido premeditado. Los jueces rechazaron este argumento, sin embargo, porque los miembros del jurado vieron tanto la versión a cámara lenta como la versión a velocidad normal, y la grabación tenía un indicador digital que mostraba el tiempo transcurrido.
Sin embargo, en una serie de experimentos, científicos especialistas en comportamiento enseñaron a varios participantes una secuencia en la que se produce un intento de robo a mano armada en el que el dependiente de la tienda muere por un disparo. Aquellos que vieron las imágenes a cámara lenta eran tres veces más propensos a condenar al acusado que aquellos que los vieron a tiempo real. Si a los participantes se les enseñaban las dos versiones, de alguna manera se “mitigaba la inclinación pero no se eliminaba”, apuntan los investigadores.
Entonces, ¿qué está pasando? El neuropsicólogo cognitivo Ashok Jansari de Goldsmiths, de la Universidad de Londres, cree que el problema es que estamos añadiendo “datos perceptivos” a lo que estamos viendo. Apunta a las teorías de Daniel Kahneman, científico ganador del premio Nobel, que dice que tenemos dos formas de tomar decisiones. La primera es rápida y fruto de un proceso intuitivo. La segunda es más lenta y deliberada. En el caso de los vídeos a cámara lenta, los miembro del jurado sienten que el criminal está utilizando una decisión más calculada para llevar a cabo el proceso, incluso cuando en la pantalla el tiempo que se muestra es dudoso.
A la psicóloga forense Jacqueline Whearcroft de la Universidad de Liverpool no le sorprenden estos resultados. Whearcroft, que ha estado investigando el efecto de dar al jurado ciertas advertencias sobre prestar demasiada atención a determinadas pruebas, dice que “incluso el cambio más pequeño puede alterar la percepción”. Se necesita precaución y más investigación basada en las pruebas, según explica, “antes de precipitarnos y realizar cambios que pueden tener un impacto en la vida de la gente”.
Traducido por Cristina Armunia Berges