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India se prepara para unas elecciones muy disputadas, para sorpresa de su primer ministro Modi

El primer ministro indio, Narendra Modi, se dirige a sus simpatizantes durante un acto de campaña del partido Bhartiya Janta Party

Michael Safi

Delhi —

En este año que comienza se va a producir el mayor ejercicio democrático del mundo. En los pueblos costeros del estado de Kerala, en las aldeas de la montaña del Himalaya y a lo largo de las polvorientas ciudades de la llanura del Ganges se calcula que 850 millones de personas van a votar en las elecciones nacionales que se celebrarán en India en algún momento entre marzo y mayo. Y esta carrera electoral acaba de ponerse interesante.

Hace unos meses el primer ministro Narendra Modi parecía invencible. Su partido, Bharatiya Janata, siguió ganando elecciones en los estados más grandes del país después de hacerse con las generales de 2014. El partido Congreso Nacional Indio, que lideró la independencia india hace 70 años y que gobernaba desde entonces, quedó tan tocado tras los comicios que los líderes de Bharatiya Janata y el Partido Popular Indio (BJP) se jactaban de que el país pronto sería “Congress-mukt”, es decir, un país sin Congreso (en referencia al partido).

Pero unos cuantos meses pueden ser un mundo en la política india. Modi llega a 2019 con su aura hecha añicos. En diciembre, Congreso Nacional Indio ganó tres elecciones estatales que se pueden considerar algo así como semifinales de cara a las nacionales. Los sondeos de opinión muestran que los indios adoran a Modi. Pero las elecciones estatales también demostraron que los indios están dispuestos a votar en contra de su partido.

“El BJP perdió mucho terreno”, explica Gilles Vernier, un politólogo de la Universidad de Ashoka en el estado de Haryana. “Ha conseguido muchos menos votos. Su principal preocupación es que esta caída ha sido casi uniforme tanto en las zonas rurales como urbanas”.

India es tremendamente compleja. Los partidos idean campañas completamente diferentes para cada estado. Pero el tema más de peso que podría decidir el destino de Modi es el laboral.

Aunque la economía de India está creciendo más rápido que la de cualquier otro país importante, no lo hace lo suficientemente rápido como para crear trabajo para una población en expansión. Cada mes de los próximos años se calcula que cumplirán 18 años un millón de indios. El desempleo no ha dejado de crecer. Como ejemplo, el Ministerio de Ferrocarriles de India apunta que en marzo recibió 20 millones de solicitudes para unos 100.000 puestos.

Por su parte, Modi ha dicho que las estadísticas que se publican no son del todo fiables porque no reflejan la gran cantidad de gente que trabaja por dinero en metálico en el sector informal. Pero se nota el descontento: el Pew Reserch Center ha publicado que la confianza de los indios en la economía ha caído un 27% el año pasado, la mayor caída de cualquier país del que se tengan registros.

Por otro lado, aunque también vinculado a esto, existe una gran desesperación entre los agricultores de India que luchan contra la fuerte caída de los precios de alimentos básicos como los garbanzos, las cebollas y las semillas oleaginosas. El estado de ánimo de estos trabajadores puede hundir a un Gobierno en un país en el que el 70% de la población se gana todavía la vida de manera directa o indirecta con la agricultura. Los agricultores se han manifestado en Delhi cinco veces en los últimos 12 meses.

Algunos economistas consideran que la India rural todavía está tambaleándose por la sorprendente decisión de Modi del año 2016 de invalidar la mayor parte de la moneda en circulación (para luchar contra la evasión fiscal), algo que condujo a meses de escasez de efectivo y redujo en un 2% el PIB del país.

Si Modi no hubiera prometido tantas cosas en 2014, estos traspiés económicos importarían menos. Durante sonoros mítines electorales aseguró que crearía 10 millones de puestos de trabajo. Probablemente, todo esto se volverá a repetir a medida que Congreso Nacional Indio avance en su campaña y en redes sociales.

“La realidad es que después de cuatro años ha habido pocos cambios en la vida de la gente y las estructuras estatales tampoco han mostrado signos de mejora”, dice Verniers. “La capacidad que tiene el estado para prestar servicios públicos no ha sido reformada de una manera importante”.

“Si el BJP se empieza a desesperar, puede ser que se sientan tentados a utilizar temas que dividan más como la seguridad nacional y las amenazas internas”, añade. Eso se traduciría en una campaña de advertencias excesivas sobre la protección de las vacas (de los musulmanes), la salvación de las niñas hindúes (de la conversión al islam) y la construcción de un templo en la ciudad norteña de Ayodhya (sobre las ruinas de una mezquita medieval demolida).

Modi sigue siendo muy popular, sobre todo si se compara con su rival más destacado, el presidente del partido del Congreso, Rahul Gandhi. Esto debería garantizar su reelección. Pero los analistas creen que en esta ocasión su victoria será menos arrolladora y dependerá coaliciones que también tendrán sus exigencias.

“La última elección, en la que el BJP obtuvo la mayoría de los escaños por sí solo, fue una anomalía”, dice la profesora Katherine Adeney, del Instituto de Investigación de Asia de la Universidad de Nottingham.

Modi es el hindú nacionalista más importante que jamás haya ocupado el cargo de primer ministro. Y una victoria le daría cinco años más en el cargo. Pero a pocos meses de las urnas, está claro que los votantes irán a votar con la pregunta más básica: “¿Qué has hecho por mí en este último tiempo?”

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