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The Guardian en español

Los palestinos esperan el canje de presos por rehenes israelíes: “No hay familia que no tenga a nadie en la cárcel”

Un prisionero palestino puesto en libertad es recibido en Ramalá, Cisjordania, el pasado noviembre.

Jason Burke / Sufian Taha

Silwad (Cisjordania) —

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En una cafetería situada en una polvorienta rotonda de Silwad, una localidad de la Cisjordania ocupada, unos hombres juegan a las cartas con un ojo puesto en la pantalla de un gran televisor que muestra las últimas noticias de Gaza. Cada vez que se menciona un posible acuerdo de alto el fuego –y la consiguiente liberación de cientos de prisioneros palestinos de las cárceles israelíes– se hace el silencio.

“Nadie nos dice nada oficialmente. En las noticias vemos que hay un acuerdo. Así que lo único que sabemos es que mi hermano podría ser liberado”, dice Akhram Hammad, herrero de 45 años cuyo hermano Tayyer cumple varias cadenas perpetuas por haber matado a tiros a siete soldados israelíes y a tres civiles en un puesto de control no lejos de Silwad, en 2002. “Sería muy bueno y todo el mundo estaría muy contento. De lo contrario, pasará el resto de su vida entre rejas”.

Según los analistas, la liberación de presos palestinos en cárceles israelíes se ha convertido en uno de los ejes centrales de cualquier acuerdo que pueda frenar, aunque sea temporalmente, la guerra en Gaza.

“Los prisioneros son considerados un asunto crucial en materia de derechos humanos para los palestinos y un importante asunto en materia de seguridad para Israel. Pero, aunque se trata de uno de los temas más polémicos, es también donde vemos una voluntad de compromiso”, dice la doctora Julie Norman, profesora asociada de Ciencias Políticas del University College de Londres y autora de un libro sobre los presos palestinos.

Intercambio de presos por rehenes

Tras semanas de negociaciones infructuosas, una delegación israelí viajó a Qatar la semana pasada para participar en las conversaciones indirectas con el grupo palestino Hamás, a través de los mediadores de este país del Golfo Pérsico, de Egipto y de Estados Unidos.

Hamás ha renunciado a exigir a Israel la liberación de todos los palestinos recluidos en cárceles israelíes, que las organizaciones de defensa de los derechos humanos calculan que son más de 9.000. Sin embargo, según declaraciones de funcionarios palestinos a The Guardian, el grupo islamista pide ahora la liberación de entre 400 y 1.000 “presos comunes”, además de otros 57 condenados por delitos graves, incluido el asesinato múltiple.

Norman afirma que cualquier liberación de prisioneros sería “probablemente la píldora más amarga de tragar para los israelíes”. “No quieren recompensar lo que ha hecho Hamás y no quieren liberar a personas que podrían resultarles perjudiciales en el futuro. Uno de los objetivos del atentado del 7 de octubre era forzar la liberación de prisioneros y eso es una de las cosas más significativas políticamente que cualquier organización de este tipo puede conseguir”.

La doctora se refiere al ataque que lanzó Hamás contra localidades del sur de Israel, en el que mató a más de 1.200 personas, en su mayoría civiles, y secuestró a unas 240. Más de 100 de los secuestrados fueron liberados durante una tregua en Gaza de una semana, a finales de noviembre, cuando Israel excarceló a más de 240 detenidos, en su mayoría adolescentes a la espera de juicio o retenidos sin cargos. 

Hamás estaría dispuesto a liberar ahora a mujeres, hombres menores de 19 años y mayores de 50, y enfermos: un total de 40 rehenes, según fuentes palestinas. Israel estima que 134 personas permanecen en manos de los milicianos en Gaza, aunque unas 30 podrían estar muertos –y sus familias quieren recuperar sus cuerpos para darles sepelio–.

Liberados y arrestados de nuevo

“Hamás no quiere aceptar la derrota en la mesa de negociaciones si no es derrotado en el campo de batalla. Los prisioneros son muy importantes para la mentalidad de los palestinos”, explica Qadura Fares, jefe de la Comisión Palestina de Asuntos de los detenidos y expresos, con sede en Ramala (Cisjordania). “Existe una tradición de solidaridad con aquellos que hacen sacrificios. Al conseguir la libertad de alguien que cumple una larga condena, se devuelve la vida a un muerto. Crea esperanza”.

Según la Sociedad de Prisioneros Palestinos, 14 de los menores de edad que fueron liberados durante el alto el fuego de noviembre están entre rejas otra vez. Uno de ellos es Obeida Hammad, que pasó 17 meses en detención administrativa sin cargos, antes de ser puesto en libertad. Volvió a ser detenido por las tropas israelíes hace tres semanas, en una redada a las 04.00 de la madrugada en su casa de Silwad.

Badriya Hammad, madre del joven de 19 años, dice que su hijo no había participado en ninguna actividad ilegal tras ser puesto en libertad y que temía volver a la cárcel, donde tuvo que soportar duras condiciones. “Estaba estupefacto. Le dijeron que se vistiera y tomara las medicinas que necesitara, le pusieron las esposas y se lo llevaron. Desde entonces no hemos vuelto a saber nada de él. No hay cargos contra él, así que no sabemos qué hizo supuestamente”, lamenta Hammad.

Tala Nasir, abogada de la ONG palestina Addameer, dice que volver a detener a presos excarcelados genera un problema de confianza. “Los israelíes intentan encarcelar al mayor número posible de palestinos para evitar que alcen la voz. También son considerados moneda de cambio”, afirma.

Las autoridades israelíes no hicieron declaraciones a The Guardian sobre la nueva detención de Hammad.

Como consecuencia de las detenciones de los presos como Hammad, los negociadores de Hamás exigen garantías de que Israel no volverá a encarcelar directamente a ninguno de los prisioneros recién liberados. Esta puede ser una condición difícil de aceptar para los israelíes.

Entre los 57 delincuentes cuya libertad exige Hamás, se encuentran los autores intelectuales de los atentados con bomba en un hotel y un centro comercial de Israel en los que murieron 65 personas, y el que planificó el asesinato de un ministro. Otro cumple 54 cadenas perpetuas por organizar atentados suicidas en los que murieron 46 israelíes.

Opiniones opuestas

Aceptar un acuerdo que conduzca a la liberación de dichos prisioneros podría fracturar el Gobierno de coalición del primer ministro Benjamín Netanyahu. Las encuestas muestran una profunda oposición entre los israelíes a tales concesiones, aunque Netanyahu también se encuentra bajo presión para obtener la vuelta a casa de los rehenes que aún se encuentran con vida.

Los comentaristas israelíes han advertido en repetidas ocasiones de que “el tiempo se acaba” para los cautivos en Gaza y los que pudieron salir con vida de la Franja han descrito las duras condiciones en las que estuvieron retenidos, sometidos a maltrato psicológico y violencia sexual, y con escasez de alimentos.

Hamás también quiere sacar de la cárcel a 15 prisioneros que Israel se negó a liberar en 2011, en el marco de las negociaciones por la liberación de un soldado secuestrado por los islamistas. Ese acuerdo dio lugar a la liberación de más de 1.000 presos, entre ellos Yahya Sinwar, líder de Hamás en Gaza y supuesto cerebro del atentado del pasado octubre.

Entre esos 15, se encuentra Marwan Barghouti, uno de los políticos más populares, pero que ha pasado más de 20 años en prisión. Barghouti, de 64 años, sería el candidato presidencial favorito del pueblo palestino, muy por encima del actual presidente Mahmud Abás y también por delante de los líderes de Hamás. Los analistas consideran que la exigencia de su liberación es políticamente significativa, dado que sugiere que Hamás busca ser considerado el representante de todas las facciones palestinas y podría llegar a aceptar el liderazgo de Barghouti.

Hamás celebraría cualquier liberación de presos como una “gran victoria”. El acuerdo de noviembre generó un gran impulso de la popularidad del grupo y la liberación de un número mucho mayor de presos, incluidos dirigentes como Barghouti, sería aún más beneficioso, según los analistas. “Sería una gran victoria a corto y largo plazo”, dice Norman.

En Silwad hay una gran expectación. En el café, uno de los jugadores de cartas, que no quiso dar su nombre, admite: “Aquí no hay una sola familia que no tenga a alguien en la cárcel. Todo el mundo tiene amigos, primos, hermanos en la cárcel. Algún día, todos saldrán en libertad”.

Texto traducido por Julián Cnochaert y actualizado por elDiario.es

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