“Trump está matando a pobres”: las víctimas ocultas de los ataques de EEUU en el Caribe contra “narcoterroristas”
La Toya, de Trinidad y Tobago, acusa a Trump de haber matado a su primo, Chad “Charpo” Joseph, en uno de sus ataques militares contra embarcaciones en aguas del Caribe. “Todo el mundo tiene derecho al debido proceso y ese derecho no se respetó. Ya no parece que estemos bajo el mando de nuestro propio gobierno cuando se trata de lo que ocurre en el mar: esas ya no son aguas de Trinidad”, dice a The Guardian durante el velatorio de su primo mientras se pregunta por qué las autoridades estadounidenses decidieron destruir la embarcación en lugar de detener a sus ocupantes e interrogarlos. La Toya acusa también al Gobierno de Trinidad y Tobago de haber cedido su soberanía a Estados Unidos.
Los familiares de dos hombres de Trinidad que aparentemente murieron en uno de los ataques militares estadounidenses acusan a Donald Trump de “matar a gente pobre” sin el debido proceso y exigen que se haga justicia.
Chad “Charpo” Joseph y Rishi Samaroo, del pueblo pesquero de Las Cuevas, en el norte de Trinidad, figuran entre las seis personas que habrían muerto en un ataque aéreo estadounidense contra una embarcación que presuntamente transportaba drogas desde Venezuela, según EEUU.
Solo quiero saber por qué Donald Trump anda matando a la gente pobre así porque sí. Solo porque quiere el gas y el petróleo de los países. Va tras la riqueza de las poblaciones y mata a los hijos de los pobres
Donald Trump ha descrito a los seis fallecidos como “narcoterroristas” y ha afirmado que “los servicios de inteligencia confirmaron que la embarcación traficaba con droga”.
Los familiares y miembros de la comunidad presentes en el velatorio afirman sentirse traicionados por su propio Gobierno y a merced de la Administración Trump, a la que se le ha concedido acceso ilimitado a las aguas soberanas del país.
“Solo quiero saber por qué Donald Trump anda matando a la gente pobre así porque sí”, lamenta el tío de Joseph, conocido únicamente como Dollars. “Solo porque quiere el gas y el petróleo de los países. Va tras la riqueza de las poblaciones y mata a los hijos de los pobres”.
Lynette Burnley, tía de Joseph, explica que desde la muerte de su sobrino el Gobierno de Trinidad no ha contactado con la familia.
“Eso también me deja con un mal sabor”, dice Burnley. “Gente de todas partes del mundo nos está llamando, desde el extranjero, pero aquí en Trinidad, nada. Son lamentables, nos han fallado”.
La semana pasada, la primera ministra de Trinidad, Kamla Persad-Bissessar, que anteriormente había expresado su firme apoyo a una operación militar estadounidense en la región, esquivó las preguntas de los periodistas sobre el ataque aéreo estadounidense en el que habrían muerto Joseph y Samaroo.
“Imagínate, la primera ministra... Le preguntan sobre el ataque y ni siquiera responde”, lamenta Burnley, que añade que las autoridades hacen como si Joseph y Samaroo “no existieran”.
La abuela de Joseph, Christine Clement, explica que estaba muy unida a su nieto. Que se mudó de la casa de su madre en otro pueblo pesquero, Matelot, y se fue a vivir con ella. Según cuenta, solo ha recibido apoyo de la comunidad.
“Todo el mundo está muy afectado porque en esta comunidad todos somos familia y amigos y estamos muy unidos... Nuestra propia policía, nadie viene a hacer preguntas. No hay investigación, nada”, lamenta. Cuenta que intenta mantener la calma y controlar su presión arterial.
En relación con el segundo hombre que habría muerto en el ataque, Samaroo, los habitantes del pueblo tienen poca información sobre él.
Parece que salió de la cárcel en 2021 tras cumplir condena por su participación en el asesinato de un vendedor ambulante en 2009. Muchos de los vecinos solo lo conocían por su apellido. Explican que solía ofrecerse para ayudar en lo que fuera —pequeños trabajos, mecánica—, pero sobre todo con los animales.
En los distintos ataques recientes en el Caribe, las autoridades estadounidenses no han hecho ningún esfuerzo por reducir los daños ni han tratado de demostrar que las personas a bordo de los buques representaban una amenaza inminente para la vida
Al no haber ningún cuerpo que enterrar, la familia y los amigos están organizando una misa en su recuerdo. “Hablé con el sacerdote y le conté lo que había pasado”, explica Burnley.
El jueves pasado, los medios de comunicación estadounidenses se hicieron eco de otro ataque a un barco en el Caribe, del que, según se informa, hay supervivientes. Al menos 27 personas han muerto en ataques anteriores frente a las costas de Venezuela, que la Administración Trump considera necesarios para proteger a Estados Unidos del narcotráfico procedente de Venezuela, pero que los expertos de la ONU y los grupos de derechos humanos han calificado de ejecuciones extrajudiciales.
El mes pasado, pescadores de Las Cuevas contaron a The Guardian que temen quedar atrapados en el fuego cruzado de la “guerra contra las drogas” de Trump en la región. En lugar de seguir su ruta habitual hacia el oeste, en dirección a Venezuela, explicaron que ahora prefieren navegar hacia el este, manteniéndose cerca de la costa trinitense. El jueves, los aldeanos explicaron a The Guardian que los pescadores ya no quieren salir a faenar.
Ese mismo día, el activista David Abdulah, en nombre del comité ejecutivo regional de la Asamblea del Pueblo Caribeño, se manifestó frente a la embajada de Estados Unidos en Puerto España y declaró que el Caribe debe seguir siendo una “zona de paz”.
En referencia a los episodios de injerencia de Washington en Haití y América Latina a lo largo de la historia, así como a la invasión de la isla caribeña de Granada en 1983 por parte de Estados Unidos, Abdulah advirtió de que se enfrentan a una amenaza inminente para la soberanía y la paz de la región.
Al presentar una declaración regional que condena la renovada militarización estadounidense, afirmó: “Los pueblos del Caribe deben mantenerse firmes ante cualquier intento de arrastrarnos a la guerra.”
Por su parte, Juanita Goebertus Estrada, directora para las Américas de la ONG Human Rights Watch, señala que los ataques vulneran el derecho internacional y constituyen ejecuciones extrajudiciales. “Estados Unidos no está involucrado en un conflicto armado con Venezuela, Trinidad y Tobago ni con los presuntos grupos criminales implicados”, dice. “Conforme a las normas del derecho internacional, los agentes de la ley deben tratar de reducir al mínimo los daños y preservar la vida humana. Sólo pueden recurrir al uso letal de la fuerza cuando sea estrictamente inevitable para protegerse ante una amenaza inminente de muerte o lesiones graves”, añade.
En este sentido, la directora de la ONG sostiene que “en los distintos ataques recientes en el Caribe, las autoridades estadounidenses no han hecho ningún esfuerzo por reducir los daños ni han tratado de demostrar que las personas a bordo de los buques representaban una amenaza inminente para la vida”.
Traducción de Emma Reverter
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