Bañarse en el mar, con menor riesgo de contagio que en ríos, lagos o pozas

Bañarse en el mar, con menor riesgo de contagio que en ríos, lagos o pozas

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El anuncio de numerosos municipios riojanos de que no abrirán sus piscinas este verano, así como la incertidumbre sobre la apertura de piscinas comunitarias hace que muchos comiencen a valorar otras opciones para refrescarse este verano.

Y según el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), el riesgo de contagio de coronavirus es menor en el agua del mar que en ríos, lagos o pozas de agua dulce.

De acuerdo con un estudio publicado por el CSIC este mes de mayo, se advierte en primer lugar de que la gran cantidad de personas en estos espacios de baño puede ser un foco de contagios, pero apuntan que el contagio en el medio acuático “es muy poco probable” y que las características de las playas pueden hacer disminuir el riesgo.

Otros de los factores que pueden preocupar es la prevalencia del virus en la arena presente en playas o riberas. “Aunque no existen estudios experimentales al respecto, la acción conjunta de la sal del agua de mar, la radiación ultravioleta solar y la alta temperatura que puede alcanzar la arena, son favorables para la inactivación de los agentes patógenos. También se hace hincapié en que cualquier forma de desinfección de la arena de la playa debe ser respetuosa con el medio ambiente y no es recomendable su desinfección con los procedimientos habituales para espacios públicos urbanos”, recogen.

“Las aglomeraciones que pueden darse en las piscinas y playas, así como los objetos de uso común pueden continuar sirviendo de mecanismo de contagio. Otras posibles vías de contagio revisadas son las derivadas de la presencia del virus en aguas residuales que puedan llegar a masas de agua de baño y la supervivencia del virus proveniente de los bañistas en aguas, arenas y superficies limítrofes”, señalan en cualquier caso los investigadores.

De las posibles vías de contagio en los ambientes a los que se refiere este informe (piscinas, playas, ríos, etc.), argumentan que la vía de transmisión principal del SARS-CoV-2 es “a través de secreciones respiratorias que se generan con la tos y los estornudos y el contacto de persona a persona”.

Los investigadores se han basado en la literatura científica disponible hasta la fecha para dar una serie de indicaciones y recomendaciones para los espacios destinados a actividades acuáticas recreativas. En actividades recreativas, la infección por SARS-CoV-2 por contacto con el agua de condiciones estándar para el baño es “muy poco probable”, argumentan. “Sin embargo, estas actividades generalmente implican una pérdida de las medidas recomendadas de distanciamiento social”, alertan.

En piscinas y spa, indican que el uso de agentes desinfectantes “está ampliamente implantado” con el fin de evitar la contaminación microbiana de las aguas por la afluencia de usuarios. Así, creen que esta medida “debería ser suficiente para la inactivación del virus”.

“Los aerosoles generados en un balneario o en una instalación de aguas medicinales tendrán las mismas características de desinfección que las aguas de baño de estas instalaciones. En aquellos casos en los que el ambiente de las instalaciones se mantiene a temperaturas elevadas, como en el caso de las saunas y los baños de vapor, se espera que, debido a la alta temperatura (mayor de 60 ºC), la supervivencia del virus se reduzca”, agregan.

En lo relativo al agua el mar, aunque afirman que “actualmente no existen datos de la persistencia del SARS-CoV-2”, el efecto de dilución, así como la presencia de sal, “son factores que probablemente contribuyan a una disminución de la carga viral y a su inactivación por analogía a lo que sucede con virus similares”.

“Sin embargo, la supervivencia del SARS-CoV-2 en agua de ríos, lagos, pozas de agua dulce y no tratada es superior en comparación con las piscinas y el agua salada y, por tanto, deben extremarse las medidas de precaución para evitar aglomeraciones, siendo éstos los medios acuáticos más desaconsejables en relación con otras alternativas”, añaden.

El informe ha sido redactado por seis investigadores de centros del CSIC: Ana Allende, del Centro de Edafología y Biología Aplicada del Segura (CEBAS-CSIC); Alicia de Andrés, del Instituto de Ciencias Materiales de Madrid (ICMM-CSIC); Antonio Figueras, del Instituto de Investigaciones Marinas (IIM-CSIC); Gloria Sánchez, del Instituto de Agroquímica y Tecnología de Alimentos (IATA-CSIC); Joan Grimalt, del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA-CSIC); y Carlos Prieto, Vicepresidencia Adjunta de áreas Científico-Técnicas del CSIC.

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