Condenado el hombre que descuartizó a su mujer en Valladolid
El jurado popular, tras cuarenta y seis horas de deliberación, declaró culpable de un delito de homicidio a Eugenio R.R, el hombre que el día 1 de marzo de 2006 acuchilló a su ex esposa en el domicilio familiar y luego, con el fin de fingir que se había fugado, descuartizó su cadáver con un cuchillo y una sierra de carpintero y arrojó sus pedazos al río. La causa probada de la muerte fue una herida por arma blanca, frente a la versión del estrangulamiento a la que se aferró durante el juicio el procesado a lo largo del juicio.
Los integrantes del jurado fueron unánimes al descartar la tipificación de los hechos como asesinato, contrariamente a lo que pretendían las acusaciones particulares, y encuadraron la conducta analizada en el delito de homicidio, al considerar que no hubo alevosía, ya que, en su opinión, la víctima tuvo posibilidad de defenderse, aunque mermada por el hecho de que su verdugo se valiera para ello con un cuchillo con el que la hirió mortalmente en el lateral izquierdo del cuello.
Como circunstancias agravantes, los cinco varones y cuatro mujeres que componían el jurado estimaron las de abuso de superioridad, motivada por el uso de la referida arma blanca que penetró 3,7 centímetros en la vena tirolingual, y la de parentesco, al haber mantenido la pareja una relación conyugal, mientras que rechazaron las atenuantes de arrebato y confesión de los hechos esgrimidas por la defensa.
“SABÍA LO QUE HACÍA Y QUISO HACERLO”
Y es que el jurado fue categórico al afirmar que Eugenio R.R. “sabía lo que hacía y quiso hacerlo”, pese a reconocer que sufría un trastorno ansioso de la personalidad, al tiempo de que no estimó como atenuante la entrega del homicida puesto que éste confesó la autoría cuando ya tenía sospechas de que la policía estaba tras su pista y su detención era cosa de horas.
Respecto de la posibilidad de remisión condicional de la posible pena que pudiera recaer en el homicida y de una posible petición de indulto al Gobierno, el jurado, por unanimidad, se mostró totalmente en contra.
Emitido el veredicto, tras el cual Eugenio R.R. se derrumbó en su silla y, entre sollozos, comenzó a gritar “¡no, no, no!”, las partes personadas en la causa volvieron a tomar la palabra para ajustar las peticiones de pena.
Así, el Ministerio Fiscal y la Abogada del Estado mantuvieron invariable su escrito de conclusiones, es decir, solicitaron 15 años de cárcel--la máxima para este delito--por homicidio, con las agravantes de abuso de superioridad y de parentesco, así como la prohibición del acusado de residir en Valladolid o de comunicarse por cualquier método con sus cuatro hijos por espacio de diez años, además del pago de indemnizaciones de 40.000 euros para cada descendiente.
Por su parte, las acusaciones particulares, en representación de los cuatro hijos, se vieron obligadas a modificar su postura y a renunciar a la petición de 20 años por asesinato, con lo que finalmente se adhirieron a los 15 años por homicidio, pero incluyendo como tercera circunstancia agravante la de abuso de confianza. Además de interesar otros 10 años de incomunicación del reo con sus hijos, las acusaciones particulares pidieron indemnizaciones de 200.000 euros para cada uno de los cuatro vástagos.
Finalmente, el defensor, quien había pedido 10 años de cárcel, modificó también y elevó la petición de pena a 12,6 años de privación de libertad por delito de homicidio con la agravante de parentesco, además del pago de indemnizaciones de 20.000 euros para los hijos.
DESENCADENANTE, MENSAJES SMS
Respecto de la causa que desencadenó la trágica muerte de Benita del Valle, el jurado consideró probado que fue el tono de reproche de los mensajes SMS que el homicida envió la noche de autos a su ex esposa ante la tardanza en llegar a casa, después de que ella hubiera pasado todo el día en Medina del Campo (Valladolid) con un amigo de Fuenlabrada (Madrid) al que había conocido por Internet.
Fue al llegar la víctima al domicilio conyugal de la calle Mirlo de Valladolid capital, que ambos seguían compartiendo pese a contar con una sentencia de divorcio en firme y a la espera de vender el inmueble, cuando Eugenio R.R. decidió acabar con su vida, para lo cual se sirvió de un arma blanca de filo monocortante con la que la acometió en el cuello. La muerte no fue instantánea, según entiende el jurado.
Tras matar a su ex mujer, el homicida, sobre quien casi con toda probabilidad recaerán los 15 años de cárcel que piden las acusaciones, despedazó el cadáver, lo introdujo en bolsas de deportes y las arrojó al río Pisuerga para tratar de hacer creer a sus hijos que su madre había desaparecido sin dejar rastro alguno. La progresiva aparición de los restos y el estrechamiento del círculo de la investigación sobre Eugenio R.R. fueron lo que, finalmente, llevaron a éste a personarse en comisaría para confesa.
“MATAR A UNA MUJER SALE MUY BARATO”.
Tras conocer el veredicto del jurado, la presidenta de la Asociación de Asistencia a Víctimas de Agresiones Sexuales y Malos Tratos de Valladolid (ADAVASyMT), Rocío Mielgo, expresó su estupor por el hecho de que finalmente no hubiera prosperado la tesis del asesinato mantenida por las dos acusadoras particulares.
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