El 10 por ciento de los mayores de 80 años padece insuficiencia cardiaca
Actualmente, la insuficiencia cardiaca tiene una prevalencia elevada, que aumenta con la edad, tal y como se ha puesto de manifiesto en la Reunión Anual de la Sección de Insuficiencia Cardíaca y Trasplante de la Sociedad Española de Cardiología (SEC) que se ha celebrado recientemente en Alcalá de Henares (Madrid).
Concretamente, “en pacientes octogenarios la insuficiencia cardíaca afecta al 10% de la población”, señala el presidente de la Sección de Insuficiencia Cardíaca y Trasplante de la SEC, Juan F. Delgado. Además, la insuficiencia cardiaca está muy relacionada con problemas “como la hipertensión arterial y la cardiopatía isquémica”, apunta el especialista. Sin embargo, cuando aparece en pacientes jóvenes, suele ser consecuencia de problemas primarios del músculo, cuando es débil funcionalmente.
Los pacientes con insuficiencia cardiaca tienen una calidad de vida inferior a la media, que influye considerablemente en su vida diaria. “Es una de las enfermedades que más afecta a la calidad de vida percibida por los pacientes”, señala Delgado. Posee un coste directo importante en cuanto a medicación, sin embargo los costes indirectos son clave. “Hay muchos pacientes afectados que ven resentida su actividad laboral y dependen de un cuidador, lo que hace que este coste social sea elevado”, matiza el presidente de la Sección.
Dada esta situación, durante los últimos tiempos el personal sanitario se ha comenzado a preocupar por la calidad de vida de estos pacientes. “Hasta ahora, nos hemos centrado en reducir la mortalidad y la morbilidad asociada, y sólo en la última etapa estamos orientados a solucionar aspectos relacionados con la calidad de vida”, matiza.
Otro de los principales problemas a los que se enfrentan los pacientes con insuficiencia cardiaca es la dependencia que tienen de los hospitales, lo que les afecta de forma considerable a su calidad de vida. Esta situación ha motivado, que “entendamos la insuficiencia cardíaca como una enfermedad crónica”, puntualiza.
Encaminados a mejorar la calidad de vida de los pacientes, hoy en día hay métodos para la telemonitorización de la enfermedad — en pacientes con marcapasos o desfibriladores, pueden llevar en su interior un software que analiza las posibles complicaciones que pueden surgir en estos pacientes y avisa al paciente para que acuda a su médico— sin necesidad de acudir si el caso no lo requiere.
En definitiva, el presidente de la Sección, concluye que actualmente “trabajamos en aspectos relacionados con la anticipación, para poder entender la insuficiencia cardiaca como una enfermedad crónica, entendida desde un aspecto multidisciplinar, en el que interviene el cardiólogo, el internista, el farmacéutico, la enfermería especializada y la atención primaria”.
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