Juicio envenenamiento: el acusado asegura que la víctima le ofreció su herencia a cambio de sus cuidados
El acusado de envenenar a un hombre impedido de 82 años con un producto desatascador que acabó produciéndole la muerte ha asegurado ante el juez que “nunca jamás” le pidió “que me dejara su herencia”. “Él se ofreció diciéndome que si yo le cuidaba me lo dejaba a mí todo”. Ha afirmado también que “no sabía que tenía otro testamento en nombre de sus sobrinos”. En el primer día del juicio, el acusado ha tomado la palabra para responder a las preguntas del Ministerio Fiscal y de su abogado dejando claro también que “nunca administró a la víctima pastillas para dormir” porque “no le dejaba, lo hacía él solo”. Además, y sobre el cambio de titulares de la herencia, el procesado ha asegurado que “sí” que acompañó a la víctima a la notaría en dos ocasiones pero la primera “no sabía para qué”. “Me enteré la segunda vez que fuimos a la notaría de que me había puesto como heredero pero no me dijo que sus sobrinos estaban en el testamento”.
El procesado, A.V.M, de 46 años y sin antecedentes penales, se enfrenta desde este lunes a un juicio por jurado popular ante un delito de asesinato con alevosía, al envenenar presuntamente -en agosto de 2020- a la persona que cuidaba, un hombre impedido de 82 años, con un líquido desatascador. Además, el escrito del Fiscal le reclama una indemnización de 300.000 euros para “quienes resulten ser los herederos”.
En su turno de declaración, el acusado ha respondido al Ministerio Fiscal que tras llegar a Logroño hace 20 años, en el momento de los hechos (agosto de 2020) llevaba diez en su vivienda de la calle Beratúa, mismo tiempo que llevaba conociendo a la víctima “del barrio” porque eran vecinos. Aunque como ha relatado su relación se intensificó en el año 2018 “cuando yo caí de baja y nos veíamos más por la mañana y por la tarde en un bar” de la zona, ha indicado el procesado.
Además, en el piso de la víctima, por primera vez, estuvo en el año 2019, y en ese tiempo pudo “estar unas 10 veces, momentos en los que juntos veíamos la televisión o tomábamos café”. Por su parte, cuando comenzó la pandemia, recuerda, “y ante la imposibilidad de salir, el acusado me daba dinero para que le comprara comida” y, desde entonces, “empecé con él una relación mucho más cercana”.
En su relato al Fiscal, recuerda también que “ya empecé a vivir con él en julio de 2020, una vez que a la víctima le dieron el alta tras sufrir un ictus”. A partir de ahí “convivía con él unas 24 horas y, cuando yo no estaba, porque tenía que ir a comprar, dejaba a mi hijo y a su novia a su cuidado”. Tras el ictus -ha querido matizar- la víctima “hacía todo solo” por lo que no tuvo grandes secuelas, “se podía mover libremente” aunque “sí se cansaba” y, por eso, en ciertas ocasiones salía a la calle “con silla de ruedas”. En el proceso también se ha relatado la relación de la víctima con algunos de sus sobrinos, quienes en un primer momento eran beneficiarios de la herencia, diciendo que la relación “era muy escasa”. “Hablé con uno de sus sobrinos una vez que le dio el ictus y me dijo que iría a verlo una tarde a su domicilio pero nunca lo hizo”.
La compra del desatascador
Por su parte, y acerca del producto desatascador que adquirió el procesado el mismo día del suceso, éste afirma que lo compró porque “había un problema con el desagüe del lavabo” del domicilio de la víctima. Por ello “un día entré en una tienda y compré el líquido desatascador”, compra que hizo “junto a la víctima que se quedó esperando en el coche”.
Precisamente por estas declaraciones, el Ministerio Fiscal ha asegurado que había “una contradicción” entre la primera declaración de la víctima y la realizada hoy en el juicio porque “en su primera declaración dijo que compró el desatascador que le dieron el de la tienda, algo que ahora el acusado niega”. Por su parte, y siguiendo con el relato del acusado, cuando llegaron a casa dejó la botella en el suelo, en una parte del salón. La noche de los hechos, indica el acusado, “yo me fui a la cama sobre las 23,00 horas”. “Cuando me fui a dormir en la mesa de centro del salón ”había tabaco, pastillas para dormir y un cenicero“ que él ”recuerde“.
“Yo me fui a la cama, y más o menos sobre las 01,00 horas de la noche oí ronquidos fuertes y me levanté de mi cama y vi que estaba tumbado en el sofá boca arriba, haciendo ruidos, y cogí el teléfono y llame al 112. Me pasaron con el médico y les dije que no sabía que había pasado”. En ese momento en la mesa de centro “estaba la botella, un vaso, el paquete de puros, el cenicero y las pastillas”. Posteriormente, recuerda, “llegaron los médicos, a mí me sacaron fuera y después entró la Policía Nacional en el salón”. Al salir “una chica, una Policía, me dio un manuscrito. Yo no vi ni di ningún manuscrito a nadie anteriormente”.
Además, y sobre el relato al 112, el acusado asegura que le dijo al médico que se había tomado desatascador “porque vi la botella encima de la mesa, con el vaso y el tapón abierto”. Además, en su declaración - y a preguntas ya de la Defensa- ha asegurado que “nunca le llamaba ningún familiar” y “no me dejó avisarles” de que había sufrido un ictus“. Sobre la propuesta de cuidar a la víctima, el acusado explica que ”como se veía muy solo, él me propuso a mí que si yo le cuidaba, me lo dejaba a mí todo, no me dijo la herencia, me dijo todo lo que tengo“ pero condicionado a que ”le cuidara“. Una vez le dio el ictus, ha indicado, ”nadie fue a verlo al hospital algo que le dolió mucho a la víctima“. Por su parte, el abogado de la defensa también le ha preguntado sobre las vacaciones que víctima y acusado hicieron días antes de su fallecimiento. ”Fuimos a Salou y a San Sebastián, ésta última porque fue donde conoció a su primera novia“.
“Fue la víctima quien bebió del vaso directamente”
Previamente al testimonio del acusado, su abogado ha asegurado que “fue la propia víctima quien bebió directamente un vaso con ese líquido desatascador” e, incluso, esa misma noche, el anciano “dejó dos cartas -o manuscritos- para su verdadera familia en las que les reprochaba su ausencia de cuidados” y a la vez “daba gracias a dios” por “tener a otra familia que lo hiciera. El abogado del acusado defiende así la teoría del suicidio y explica de esta manera los hechos que ocurrieron la madrugada del pasado 5 de agosto de 2020 en el domicilio de la víctima.
Por su parte, el Ministerio Fiscal asegura que se trató de un delito de asesinato con alevosía, al matar a la persona que cuidaba, un hombre impedido de 82 años, con un liquido desatascador. “El acusado quería ser nombrado heredero y, después, cobrar la herencia cuanto antes”.
El abogado del acusado por presuntamente envenenar a un hombre de 82 años con líquido desatascador ha asegurado que fue la propia víctima quien “bebió directamente un vaso con ese líquido” e, incluso, esa misma noche, el anciano “dejó dos cartas para su verdadera familia en las que les reprochaba su ausencia de cuidados” y a la vez “daba gracias a dios” por “tener a otra familia que lo hiciera. El abogado del acusado defiende así la teoría del suicidio y explica de esta manera los hechos que ocurrieron la madrugada del pasado 5 de agosto de 2020 en el domicilio de la víctima.
Asesinato con alevosía para la Fiscalía
Por su parte, el Fiscal asegura que se trató de un delito de asesinato con alevosía, al matar a la persona que cuidaba, un hombre impedido de 82 años, con un liquido desatascador. “El acusado quería ser nombrado heredero y, después, cobrar la herencia cuanto antes”. Además, el Fiscal le reclama una indemnización de 300.000 euros “a quienes resulten ser los herederos”. “Nosotros con las pruebas que tenemos estamos convencidos de que la teoría del suicidio está completamente descartada porque no hay ningún dato concluyente que nos diga que puede ser un suicidio”, afirma el Fiscal.
Además, en los escritos de la víctima -según el Fiscal- “no se desvela de ninguna forma clara nada el propósito suicida. Entendemos que el acusado perpetró un plan para hacerse cuanto antes con la herencia”. Por su parte, la defensa insiste en que “la víctima fue decepcionada por su verdadera familia” y precisamente “por esa decepción” decidió quitarse la vida. Se suicidó “tomándose pastillas para dormir y tomándose de un trago un vaso de puro ácido sulfúrico que le mató y le destrozó por dentro”.
Según el escrito del Fiscal, al que ha tenido acceso Europa Press, el acusado entró en contacto con la víctima, J.V.L., cuando le alquiló una plaza de garaje y un trastero de su propiedad en la calle Beratúa de la ciudad de Logroño. Poco después el acusado comenzó a ejercer funciones de asistencia a J.V.L., en un principio sólo durante el día y con posterioridad llegando a pernoctar el domicilio de la víctima, debido a que éste sufrió un ictus -por lo que estuvo hospitalizado desde el día 11 hasta el día 14 de julio de 2020- y necesitaba una mayor atención, al quedarle como secuela problemas de movilidad.
Tres días después de salir del hospital, el acusado acompañó a la víctima a una notaría, donde éste último “otorgó testamento instituyendo heredero al acusado con la obligación de prestarle asistencia y cuidados hasta su fallecimiento”. Dicho testamento revocaba otro en el que instituía como herederos, por mitad e iguales partes, a sus sobrinos.
Posteriormente, el 4 de agosto de 2020, el acusado acudió al establecimiento de productos de fontanería donde compró un producto desatascador profesional. Esa misma noche, administró a la víctima el medicamento Noctamid, “en cantidad ligeramente superior al rango terapéutico, para provocarle somnolencia, y hallándose en ese estado, que le impedía defenderse, el acusado le hizo ingerir parte del producto desatascador mencionado anteriormente, con el propósito de causarle la muerte y poder heredar sus bienes”.
Transcurrido un cierto tiempo desde dicha ingesta, el acusado llamó al servicio de emergencias SOS Rioja. Tras acudir el personal sanitario al domicilio, y tras una primera asistencia, fue trasladado al servicio de urgencias del Hospital San Pedro, donde ingresó a las 02,32 horas del día 5 de agosto. La víctima falleció a las 07,50 horas del mismo día, siendo la causa inmediata de la muerte “fallo multiorgánico secundario a perforación gástrica y la causa inicial o fundamental perforación gástrica por ingesta de producto químico ácido”.
Para el fiscal estos hechos constituyen un delito de asesinato con alevosía por los que pide 23 años de cárcel al acusado, así como una indemnización “a quienes resulten ser herederos' de 300.000 euros, en concepto de daño moral.
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