Las huellas de la violencia de género en la infancia
Las personas adolescentes expuestas a la violencia de género en sus hogares durante la niñez desarrollan conductas diferentes en función del sexo: ellos tienden a ser más agresivos y dominantes mientras que ellas suelen identificarse con la madre agredida y son propensas al aislamiento y la depresión.
Así lo aseguró a los medios de comunicación el delegado del Gobierno para la Violencia de Género, Miguel Lorente, antes de participar en las I Jornadas sobre consecuencias en niños y niñas víctimas de la violencia de género en sus hogares que organiza la Facultad de Psicología de la Universidad de Granada.
En esta jornada, diferentes ponentes abordan el impacto de la violencia género sobre las personas menores y su posterior desarrollo y madurez. Los últimos estudios realizados al respecto, revelan que la reacción de los niños y niñas a esta lacra depende en gran medida de si existe o no una crítica firme por parte de la sociedad.
“No todos los menores que sufran maltratos son violentos y cada vez hay menos porque hay un contraste entre lo que viven en el hogar -donde tiende a ”normalizarse“ la agresión a la mujer- con ”lo que se ve fuera“. ”Si hay crítica social se cuestionan que no es normal y les lleva a no reproducir la misma conducta“, añade Lorente.
Según indica el experto, hay dos conductas diferentes entre los niños y las niñas expuestos a la violencia. Ellos suelen ser más agresivos, desarrollan relaciones de amistad con personas a las que puedan dominar y presentan comportamientos más delictivos, lo que unido al frecuente consumo de estupefacientes que se da en estos casos desemboca en una “dinámica de detenciones y fracaso escolar”.
Por su parte, las chicas “se identifican con la madre, eso les hace mujeres aisladas y con pocas amigas durante la adolescencia. Además, suelen urdir relaciones sentimentales de tipo ”depresivo“ y a ”normalizar la violencia por parte de sus parejas“. ”A la larga, en la edad adulta, pueden aparecer conductas de depresión, de reproducción de maltratos hacia los menores“ y, en ocasiones, sufren ”un deterioro de la salud orgánica“ que afecta a su sistema inmune y favorece los problemas de salud crónicos y neurológicos, como las migrañas, mareos”.
En este contexto, Lorente ha destacado la necesidad de ser críticos con la violencia machista para no dar argumentos sociales o de tipo cultural a los que se aferran los potenciales maltratadores para ejercer la violencia sobre la mujer.
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