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Bretón de los Herreros, una peatonalización que divide opiniones

Rioja2

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“Lo han hecho con mucho mimo, de manera muy meticulosa”, Pilar vive en una casa de la calle Bretón que este año ha cumplido un siglo, “mi abuelo ya vivía aquí en 1910”, comenta, y ha sido testigo directo, y casi cronista oficial, de la transformación que la calle ha sufrido en los últimos ocho meses. El trabajo de cronista mencionado viene dado porque, desde el amplio balcón de la alcoba estilo italiano que para Pilar hace las veces de despacho, ha ido tomando fotografías de la evolución de una calle que, para muchos, responde a una insensatez y mala planificación de algunas mentes políticas y, para otros tantos, un vestigio de desarrollo que pone a Logroño en la misma posición que a muchas ciudades europeas que han desterrado los vehículos del centro urbano en beneficio del peatón.

Hay opiniones para todos los gustos; aunque todas ellas pueden resumirse en dos simples, pero no menos tajantes, afirmaciones: o está muy bien, o está muy mal. La calle Bretón de los Herreros, todavía pendiente de inauguración, no ha dejado indiferente a nadie, y Rioja2 ha querido hablar con los protagonistas que le dan sentido a su existencia: los comerciantes y hosteleros de la zona, los cuales, a pesar de tener la opinión común de que es todavía pronto para una evaluación universal y consistente de una realidad que aún no ha empezado, sí que tienen ciertas consideraciones y augurios de lo que puede suceder con tan emblemática vía logroñesa.

Pilar mira las fotos superponiéndolas al marco de la ventana. Como comparando el ajetreo de trabajadores, “casi todos de fuera”, que muestran las instantáneas, con el sosegado devenir de los transeúntes que ahora discurren sobre el pavimento ya finiquitado. Un antes y un después en un momento. “Mira”, indica Pilar señalando una fotografía, “iban poniendo las baldosas una a una, con la cuerda esta para que quedaran alineadas. La verdad es que lo hacían muy bien”. A pesar de los quebraderos de cabeza que cualquier obra cercana produce en cualquier morador de las inmediaciones, Pilar ha preferido quedarse con la dedicación que, a su parecer, han mostrado los obreros que en ocho meses escasos han concluido la peatonalización de la calle, “aunque yo ya me ha caído dos veces”, me confiesa. Pero lo dice de una manera que hace que parezca que caerse dos veces sea la cosa más natural del mundo.

Y muy extraño no debe de ser porque otra vecina ya mayor – con un modelito rojo presumido y un brillo jovial y luminoso en los ojos- comenta más adelante que hay ratos en que la calle resulta un tanto peligrosa, porque los zapatos a veces se encajan entre las aberturas de los adoquines, y hay riesgo de caída inminente. “Vosotros no”, dice haciendo una referencia a los hombres en general, “pero las mujeres, con zapatos de tacón o con sandalias, se tropiezan. Decían de la Gran Vía, pero aquí se tropieza también”. Y es que, y ahora viene al caso casi a propósito, el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, “yo creí que eso lo habían corregido, viendo lo que pasaba en Gran Vía, pues no. Y eso que está recién terminado, igual todavía tienen que corregirlo”.

Con la esperanza de que la separación entre adoquines no haga un complot para arrojar mujeres al suelo nos dirigimos al comercio de nuestro personaje anónimo. “Tú no digas quién soy, porque todo el mundo está tan encantado con el resultado de la calle que si saben lo que pienso me van a coger ojeriza”, así es más que fácil saber por qué derroteros van a ir las opiniones de nuestro comerciante, aún así tiene que haber opiniones para todos los gustos, y que la diversidad de las mismas es tan frecuente como loable, “pues yo no estoy a favor de las peatonalizaciones”, acaba por decir, “para mí las peatonales son bonitas cuando no vivo en la calle o no tengo un comercio en la calle, cuando vengo de fuera a tomarme un café. Entonces sí”.

Como a la mayoría de los comerciantes de la zona, a nuestro interlocutor le ha afectado en el modelo de negocio la restricción que en la calle se ha hecho a los vehículos a motor, “antes llegaban y aparcaban un momento en doble fila, recogían el encargo y se iban, ahora eso es mucho más complicado, porque tienen que aparcar bastante lejos”. Además, nuestro anónimo ve también un menoscabo en la seguridad personal la prohibición del paso de vehículos, que ha dejado una calle mucho más ancha de lo que hubiera podido parecer, ya que, la noche unida al habitual consumo de alcohol del entorno, puede llegar a crear “situaciones poco seguras, sobre todo en invierno, que habrá que ver esta calle, cuando no pase ni un coche. A mí los coches me dan seguridad”.

Otro de los aspectos negativos en los que coinciden todos los propietarios y trabajadores de las inmediaciones es la forma en la que se ha tratado el tema de las basuras. Quizá todavía es pronto para valorar una realidad a la que para ser del todo cierta le quedan apenas dos semanas – la calle se inaugurará oficialmente en la segunda quincena de julio- , pero la visión de una barricada de contenedores verdes al comienzo de la calle, acompañada por un olor de desecho orgánico proveniente de los desperdicios de los locales de la calle Laurel, -que el calor, además, tiende a resaltar-, no es el mejor recibimiento que el paseante puede tener al entrar en Bretón.

“A los comerciantes sí que nos preguntaron sobre el tema de los contenedores”, comenta nuestro anónimo, “y yo dije que los pusieran y los quitaran a determinadas horas, pero claro, es que también cargan con el peso de toda la Laurel. Que también es lamentable que aquí tengamos que cargar con toda la basura de la Laurel y de San Agustín, ¿por qué no les ponen contenedores a ellos?”

Carmela, del café Berlín, tiene la misma opinión respecto a la situación de las basuras, “lo que tienen que hacer en la Laurel es poner contenedores a una hora, y a otra hora quitarlos. Que los tengan en su zona, porque la calle es estrecha para lo que quieren, porque la furgoneta que ahora pasa por aquí pasa perfectamente también por ahí. Lo que no pueden hacer es dejarnos a nosotros aquí comiéndonos toda la mierda”. Carmela, como me comenta, tiene esa visión negativa del tratamiento de las basuras en la calle donde se encuentra su negocio, pero ve muy positiva la peatonalización gracias a la cual, como dice, se han librado de la dependencia que antes sufrían de la calle Laurel, “antes te asomabas un poco y, si no había gente por la Laurel, ya podías cerrar. Ahora aquí hay gente desde por la tarde”. Para Carmela las expectativas puestas en la calle se han cumplido con creces, y se muestra partidaria de la peatonalización en general “como en la mayoría de ciudades de Europa”, pero tiende también a ser prudente en cuanto a vaticinios de éxito supremo oídos, como comenta, por los alrededores, “que va a ir mejor, sí, pero que vamos a ganar como en aquellos tiempos (los anteriores a la recesión) en los que la calle todavía estaba abierta, pues no”. Le explico a Carmela que los comerciantes echan de menos, por extraño que parezca, los coches en doble fila, ya que ése era un modelo de cliente que funcionaba –llegar, aparcar, comprar y salir- “yo también he perdido un montón de desayunos” me advierte, “pero se compensa por la tarde”. Lo que por un lado se va, por otro viene, parece ser.

Hablaba con Carmela de los efectos de la crisis, los cuales, peatonalizaciones o no, parecen haber hecho mella en muchos negocios de la zona. Es cierto que la situación es general, universal se podría decir, pero a veces los factores peatonalización-recesión se conjugan para dañar todavía más al pequeño comerciante.

Eso, por ejemplo, le ha sucedido a Raúl, propietario de la conocida Rioblanc, donde prensa, revistas de todo tipo, coleccionables por fascículos o libros se ofrecen al cliente tras bajar unas pequeñas escaleras, “esto es una ruina, este mes no se vende nada, incluso los últimos días que han estado las vallas de las obras se ha vendido más que ahora”. Raúl es de la opinión que esta peatonalización favorece a los bares que colocan las terrazas, “pero el comercio no está ninguno contento. Yo antes vendía todas las semanas 80 ‘Hola’, ahora me traen 15 y me sobran. Pero, como te digo, no es sólo por la peatonalización, sino también p

or la crisis“.

Otro de los aspectos que no convencen a Raúl vuelve a ser el de las basuras, pero esta vez es otro recipiente en el que se depositan el que está involucrado. Las jardineras, todavía sin plantas ni tierra en su interior, son unos cofres oxidados que en más de un comentario se ha oído asegurar que guardan cierta similitud con los féretros, pero es su función de papeleras la que ahora ocupa al propietario de Rioblanc, “como las papeleras, que no son papeleras, son jardineras, pero como para tirar la basura tienes que irte hasta el otro extremo de la calle, pues muchos de los bares de la calle Laurel y de por aquí cogieron y tiraron las basuras ahí dentro. Esta mañana me he asomado a una de ellas y están llenas de latas, de botellas, de colillas… no han puesto papeleras y los contenedores están lejísimos, pues es hasta normal”.

Raúl, que según dice lleva una semana sin fumar, explica con una serenidad que no parece mermar la falta de nicotina otra anécdota venida a cuento de la peatonalización de la calle, “yo, por la mañana, hago un reparto de periódicos a algunas residencias de ancianos, el caso es que el otro día dejé el coche afuera para cargar y unos policías me increparon. Les dije que estaba cargando, pero me contestaron que la carga o descarga sólo se hace con camiones o furgonetas”. Desde luego que la autoridad es a veces muy ocurrente. Respecto al tema de los vehículos, Raúl también ha visto un descenso en sus ventas debido al asunto de la doble fila, “antes pasaban los coches por aquí para ir a trabajar, paraban un momento y cogían el periódico. Ahora ya no”.

Dejamos a Raúl con la convicción de que la situación no le va a hacer encender un cigarro y paso a hablar con Óscar, de la agencia de viajes Incavisa, del grupo Star. Este negocio es, a mi modo de ver, distinto, pues no ofrece objetos físicos al momento, sino que su producto viene dado por la planificación y el proyecto de unas expectativas a posteriori de la venta. Aún así Óscar comenta que también tenían clientes de los de doble fila, pero que no cree que eso vaya a suponer un perjuicio para el negocio, “es cuestión de que la gente se acostumbre”.

Óscar opina que “todavía es pronto para evaluar la situación”, pero, dentro de su prudencia, se muestra optimista con el futuro y bastante satisfecho a nivel personal con los resultados. “El periodo de obras ha sido complicado, y esto acaba de empezar, todavía es pronto para barajar unas expectativas. Evidentemente para las terrazas ya es muy positivo. Pero la calle ha quedado muy bien, y se supone que el volumen de gente que pase va a ser mayor, así que esperamos que eso sea bueno también para el negocio”.

Mala situación de los contenedores. Adoquines un tanto peligrosos. Jardineras con usos múltiples. Poca seguridad. Buen aspecto en general. Nuevo foco de convivencia ciudadana. Amplitud y espacio. Las opiniones de comerciantes y vecinos son diversas, pero Rioja2 ha querido hablar también con el responsable político de las actuaciones llevadas a cabo en la calle Bretón de los Herreros, el concejal de Movilidad, Domingo Dorado.

Preguntamos al concejal por las quejas más frecuentes respecto a la peatonalización de la calle, “Bueno” me contesta, “a mí, en principio, quejas no me han llegado nada más que una impresión de que hay demasiadas terrazas. Las terrazas impiden el paso de la gente en algún momento. Las terrazas no tienen todavía su ubicación definitiva, el permiso es provisional hasta la inauguración, por lo tanto no tienen su sitio original y quizá están poniendo algún exceso”. Respecto a las terrazas, y aprovechando que ha salido a relucir el tema, le comento a Domingo Dorado la sensación impregnada en los comerciantes de que se ha beneficiado casi en exclusiva a los bares y restaurantes, un poco en detrimento de los comercios, “no hemos trabajado para los bares, siempre hemos dicho que las características de Bretón, ese ambiente bucólico, no es el mismo tipo de terrazas que Gran Vía o Plaza Mayor, está todo ligado. No premiamos a las cafeterías pero son parte importante del proyecto. No lo hemos percibido como un bien para los bares sino para el ciudadano, que le apetece sentarse en un ambiente tranquilo, sin ruidos, que los niños puedan correr, y creo que ese objetivo lo hemos conseguido”.

Porque claro, los bares, aunque algunas, pocas quejas habrán transmitido al concejal, el cual, con quien sí que habrá tenido que vérselas es con los comerciantes, “los comerciantes, en lo que yo he hablado con ellos, ha sucedido un poco como lo que pasó con lo de las 100 tiendas. Les he notado expectantes, no convencidos, porque siempre te hablan de los clientes que van en coche, pero tienen que tener en cuenta a los clientes que van andando. No les dio impresión de seguridad, pero no les vi en mal plan, como diciendo ‘a ver qué pasa’. Indudablemente que el cambio de mentalidad tiene que ser también importante, porque su escaparate se va a ver también de distinta manera. Ahora se verá desde otra perspectiva. Estoy convencido de que los comerciantes van a ganar, pero ahora están con precaución”.

Dorado también comenta que la peatonalización de esta calle, “frontera entre lo viejo y lo nuevo”, va a dar más protagonismo y brillo a todo el conjunto histórico de la ciudad, “hay una continuidad muy interesante con el Casco Antiguo, la Calle Laurel, el Teatro, Amos Salvador, el Museo cuando por fin se abra. Pero también la calle Siervas de Jesús, que no se le da mucha importancia, va a ser un punto de contacto con Gran Vía muy interesante. Siempre ha sido un paso de gente tremendo yendo y viniendo”.

Así pues, la percepción de Domingo Dorado sobre la peatonalización de Bretón de los Herreros es bastante satisfactoria; aunque, como ha comentado, todavía queda el toque definitivo, “alumbrado, papeleras, jardineras, un limpiado a fondo de los adoquines…”. Pero, lo que es cierto, es que su conclusión es clara, “estamos, por ahora, muy contentos y satisfechos, estamos pendientes de la empresa que lo lleva, pero la segunda quincena de julio esto se inaugura, no sabemos el día exacto. Las obras han ido muy rápido, y luego ya quedará todo muy bien con el mobiliario que falta. Esperamos que la segunda quincena de julio lo podamos inaugurar”.

Apenas quince días para que todo se resuelva. Esperamos también que este último empujón que se va a dar a la calle sirva para que, en todos aquellos que ahora sufren por el cambio, se abran nuevas perspectivas que no les hagan añorar lo que hasta hace poco fue la calle Bretón de los Herreros. Suerte para todos.

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