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Las Escuelas de Padres registraron casi 2.000 asistentes el curso pasado

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Las Escuelas de Padres organizadas por el Ayuntamiento registraron, durante el curso 2006-07, un total de 1864 asistentes. La iniciativa, en marcha en Logroño desde el año 2000, pretende ser un apoyo orientativo para los padres a la hora de enfrentarse a asuntos como la alimentación de sus hijos, la presencia de las drogas, el uso de las nuevas tecnologías o la sexualidad. Las Escuelas de Padres, de las que se informa a través de colegios y APAs, comprenden cursos, talleres y charlas, además de un servicio de asesoría para dudas más concretas o personales. Durante el pasado curso, se impartieron un total de 171 cursos y talleres en diferentes colegios de la ciudad.

Las clases tienen lugar en los propios centros escolares, en horario de tarde, mientras los niños asisten a clase. Los cursos tienen un programa establecido, de manera que cada sesión se dedica a un tema. Pero generalmente las dudas e inquietudes de los padres marcan el desarrollo de cada una.

“Procuramos que no sean charlas magistrales”, cuenta Jonathan Apellániz, uno de los tres psicólogos que imparten los cursos (en la imagen, junto a dos madres participantes y, ala izquierda, la responsable de la unidad de Salud municipal). “El sistema es completamente participativo, ellas -porque la inmensa mayoría son mujeres- comparten sus opiniones y sus vivencias, presentan sus dudas y se dan consejos”, señala.

La formación que buscan estas particulares escuelas tienen cinco pilares básicos: la información, el estilo educativo democrático, la importancia de marcar límites, el trabajo de la autoestima y la presencia de afecto y comunicación. “El equilibrio es complicado, se puede muy fácilmente tender a ser sobreprotector o, por el contrario, negligente”, apunta el especialista.

“Luego, en casa, haces lo que puedes”, admite Ana Ramírez, una de las participantes, que tiene hijos de 13 y 7 años, “pero la verdad es que ayuda mucho, orienta, sobre todo si no dominas el tema, como nos pasa a casi todas con las nuevas tecnologías, en las que ellos te dan mil vueltas”.

El taller de Nuevas Tecnologías da una formación básica a los padres para que aprendan a poner límites al uso. “En el campo tecnológico la mayoría de familias sufren un cambio de liderazgo, porque los hijos saben mucho más que los padres”, indica Apellániz, “nosotros damos la información, los peligros y las posibilidades que conlleva el uso de ordenadores, móviles o videoconsolas, y después aconsejamos unas pautas de prevención para eliminar los riesgos”.

“Ahora, por lo menos, sabemos de qué nos están hablando, y ponemos imponer ciertas normas”, explica Rosa María Alcedo, que tiene dos hijos de 7 y 16 años.

Los resultados se notan, sobre todo, en las formas: “ahora siempre hablo con ellos en lugar de ponerme a gritar, he aprendido a moverme en su terreno y ser algo más sutil. Por ejemplo, ya no vas y le preguntas directamente si fuma o no, porque ya sabes lo que te va decir, sino que aprovechas cuando sale el tema para preguntarle su opinión y ver un poco por dónde va”, explica Alcedo.

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