¿Y a ti, te molesta el Talento?
Hace unas semanas publiqué un artículo titulado “El Talento NO se puede retener”, donde compartía una experiencia personal que marcó profundamente mi manera de entender el liderazgo: una llamada hostil e inesperada, poco después de asumir un nuevo reto profesional, que me hizo reflexionar sobre lo absurdo de intentar “retener” o “encadenar” el talento, como si fuese posible encerrar al viento en una caja.
Hoy vuelvo a esa misma vivencia, pero desde otra mirada. Porque, además de comprender que el Talento no se puede retener, también entendí que, muchas veces el talento incomoda…y hasta molesta.
La llamada que lo desencadenó
Poco después de asumir aquel alto cargo directivo, recibí una llamada sorprendente, directa, contundente:
“Paco, no me está gustando nada tu forma de hacer desde que has llegado. Aquí siempre se han hecho las cosas de otra manera, y ahora tienes el deber de ajustarte a ello y dejar de hacer las cosas como las estás haciendo”
Tras un silencio reflexivo por mi parte, tan largo que la persona llegó a preguntarme si seguía en línea, respondí con calma:
“Si siempre lo habéis hecho así, ¿Cómo sabes que es la mejor manera, si no habéis probado otras? Soy consciente de mi responsabilidad y sé que debo adaptarme a este nuevo entorno, pero también sé que debo seguir siendo yo mismo. De lo contrario, dejaría de ser la persona y el profesional que habéis contratado para generar un cambio”
Aquel momento fue un espejo nítido: el talento no solo atrae admiración, también puede despertar miedo y resistencia.
¿Da miedo el talento?
Desde la observación de esta experiencia, y de muchas otras de personas cercanas, puedo asegurarte que sí, en más ocasiones de las que te imaginas, el talento da miedo.
Y no porque el talento sea amenazante en sí mismo, sino porque nos obliga a mirar lo que a toda costa queremos evitar ver: nuestras inseguridades, nuestras debilidades, la falta de innovación o el miedo a perder control.
3 aprendizajes profundos desde el Liderazgo Humanista que me regaló esta llamada.
El miedo al talento revela más de la persona líder que del talento. Cuando un/a líder se siente amenazada por la brillantez de otra, está mostrando un liderazgo basado en el ego, no en la confianza.
- El modelo de Liderazgo Humanista, en cambio, transforma esa incomodidad en curiosidad: ¿Qué puedo aprender de esta persona que me hace sentir esta inseguridad?
El talento no compite: trasciende. Solo las mentes pequeñas lo ven como amenaza; las grandes lo reconocen como chispa y motor de transformación colectiva.
- El reto es cambiar el chip de “yo o tú” por “tú y yo”
El talento nos obliga a soltar el control. Los entornos de confianza y autonomía multiplican resultados, pero requieren líderes que sepan acompañar sin vigilar, inspirar sin imponer.
- El talento florece cuando se siente libre de desplegar toda su autenticidad y potencia.
En resumen, cuando el talento da miedo, el liderazgo tiene una oportunidad de oro: pasar del control a la confianza, del ego a la colaboración, del miedo a la inspiración.
¿Y cuando el talento molesta?
Cuando el talento molesta, no suele ser por su presencia, sino porque pone en evidencia la falta de crecimiento de su entorno. A veces incomoda porque desafía lo conocido, rompe inercias, hace preguntas incómodas y muestra alternativas más brillantes y eficaces.
4 aprendizajes prácticos para transformar la incomodidad en crecimiento.
- Convierte la molestia en espejo. Antes de reaccionar ante alguien que te incomoda por su talento, pregúntate: ¿Qué parte de mi se siente amenazada o cuestionada? Esta pregunta es una de las bases del aprendizaje emocional y la madurez profesional.
- Reconoce la función del “talento disruptivo”. No todo el talento encaja de inmediato. Algunos perfiles generan fricción porque traen innovación, pensamiento crítico o nuevas maneras de hacer. Liderar es tener el coraje de distinguir entre lo que incomoda porque amenaza y lo que incomoda porque transforma.
- Aprende a convivir con la diferencia. El talento diverso, en pensamiento, ritmo o estilo, amplía las perspectivas. El Liderazgo Humanista no busca homogeneizar, sino integrar: distintas maneras de pensar, sentir y hacer.
- Acompaña el talento con propósito. El talento molesta menos cuando se le acompaña con propósito y se le integra en la visión. El talento no pide permiso, pide propósito.
Por eso, cuando el talento molesta, la persona que lidera tiene dos opciones: Defender su comodidad o usar esa incomodidad como catalizador de aprendizaje, innovación, crecimiento y transformación colectiva
Talento y Liderazgo Humanista
Como ya compartí en “El Talento NO se puede retener”, el verdadero desafío no es controlar el talento, sino inspirarlo para que elija quedarse y desplegar a nuestro lado todo su potencial.
Desde la mirada del Liderazgo Humanista, eso significa crear espacios donde las personas se sientan escuchadas, acompañadas y libres de ser quienes son.
Liderar humanamente no es un acto de poder, sino un acto de confianza. Y confiar en el talento implica aceptar que brillará de formas que quizás no controlemos, pero que nos harán crecer como líderes y como organizaciones.
Recuerda, el talento no viene a molestarte, viene a despertarte
Aquella llamada me enseñó dos cosas esenciales:
- El talento nunca se puede retener, porque es movimiento y energía viva.
- Cuando el talento incomoda o molesta, revela quién está preparado/a para liderar con apertura y quién prefiere quedarse en la comodidad del pasado.
Por eso, la verdadera pregunta no es si el talento molesta, sino:
- ¿Qué haces tú cuando aparece?
- ¿Lo rechazas para proteger tu seguridad o lo abrazas para dejarte transformar?
Porque, al final, el talento no viene a molestar. El talento viene a despertarte.
A recordarte que siempre hay una versión mejor de ti, de tu equipo y de tu manera de liderar.
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