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Tocado y hundido

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Las paradas de Miguel Angel Moyá y una genialidad del “Caño” Ibagaza fulminaron al mejor Real Madrid de la temporada, que brilló en su juego pero echó de menos su pegada letal para aumentar a quince años su mal fario copero.

El Real Madrid suspendió, una temporada más, su asignatura pendiente, la Copa del Rey. El equipo de Bernd Schuster fue víctima de su propia medicina. Se topó con un portero que emuló los milagros de Iker Casillas y perdonó un arsenal de ocasiones para dejar de soñar con el triplete a las primeras de cambio.

Y eso que el conjunto madridista firmó uno de sus mejores partidos de la temporada, pero se topó con Gregorio Manzano, un técnico que tiene tomado el pulso a la competición del ko. Soportó el vendaval de fútbol blanco de la primera mitad. No se descompuso pese a mostrar un Real Mallorca desconocido, miedoso, que apenas cruzó el medio campo. Y mató en el momento clave del duelo.

Todas las miradas se dirigieron de inicio al colegiado del partido. Luis Medina Cantalejo debía capear el temporal tras las quejas de Manzano. “Tendremos que luchar contra dos rivales” dijo fruto de la desesperación por numerosos errores arbitrales en su contra, los últimos en el partido de ida.

La reacción de Bernd Schuster, amigo de quejas arbitrales, no hizo más que incrementar la presión y el partido comenzó con polémica. El primer tiro a puerta del Real Madrid, a los tres minutos, acabó sobre el cuerpo de Sergio Ballesteros y el estadio pidió mano. Medina estuvo firme, acertó y el diálogo le ayudó a superar el partido, aunque hoy era Schuster el que podía pedir dos penaltis.

El fútbol se abrió paso para hacer olvidar la polémica. Presión, toque y esfuerzo máximo en cada balón hicieron al Real Madrid dominador total del tempo del partido. Schuster volvió al doble pivote, con Gago y Guti, que generaron fútbol a raudales.

Se acercan partidos ineludibles, como el del Calderón, y Guti quiere recuperar su rol. Desde el inicio estuvo en todo. En la creación y la destrucción. Sabía que con Gago de escudero y Baptista cerca, era su oportunidad para demostrar a Schuster que es el momento de su regreso a la titularidad.

Con la velocidad que impuso Guti, un Real Madrid con suplentes con hambre, devoró al Real Mallorca. Acostumbrados en el Bernabéu a los milagros de Iker Casillas y la pegada letal de Raúl y Van Nistelrooy, los aficionados no creían lo que veían. Dudek era un espectador más y Moyá tuvo que salvar hasta seis claras ocasiones y cuatro disparos lejanos. Una primera mitad aplastante sin premio.

La Copa daba la oportunidad a Drenthe y Saviola. Dos de los pocos habituales que impusieron sus ganas de triunfar en el Real Madrid. Detalles de calidad y raza del holandés. Movimientos y remates del argentino, que primero lamentó las tres ocasiones falladas en manos a manos ante Moyá y se alió con la mala suerte para retirarse lesionado tras una entrada de Sergio Ballesteros.

Al desacierto de Saviola se sumó el de Higuaín. Estuvo en todas las partes, brillante en sus jugadas pero la portería se le hace pequeña cuando lo tiene más fácil. De extremo maquilla su mal, pero como delantero le falta la confianza del matador.

Manzano reaccionó en el descanso. Dio entrada a Ibagaza y el Real Mallorca aumentó su tiempo de posesión del esférico. El silencio del Bernabéu y el primer tiro a puerta de Jonás, en el 48, hacía recordar eliminaciones pasadas coperas.

El Real Madrid se encomendó a Van Nistelrooy primero, que prolongó el carrusel de fallos con un remate plácido en el área chica a las manos de Moyá, y posteriormente a Robinho, que revolucionó el duelo por minutos pero acabó desesperado.

Los nervios aumentaban con ocasiones como la marrada por Baptista (m.65). Dormido toda la noche, un rebote de un pase le dejó con la portería a placer y remató fuera.

Los minutos pasaban y la máxima del fútbol planeaba el Bernabéu. Quien tanto perdona al final lo paga. En esta ocasión la jugada fue en contra del Real Madrid por un grave error de Fabio Cannavaro, que no desvió un pase largo que pinchó Ibagaza y con una genialidad se la picó a Dudek para matar la eliminatoria a siete del final.

La desesperación madridista era el reflejo de las últimas catorce eliminaciones coperas. Lo rondó el modesto Alicante y el Mallorca de Manzano termina sacándose una espina del Bernabéu, curiosamente en su peor encuentro, para asestar el primer palo a Schuster.

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