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Con la moderación y templanza que les caracterizan, políticos y periodistas nos advierten de la llegada de las siete plagas si no les hacemos caso.

Cuando las portadas declararon la guerra a Argentina

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  • La crisis de Repsol ha acabado con la inevitable negociación y un principio de acuerdo que puede beneficiar a ambas partes. Hace 19 meses, no era eso lo que se podía prever en la prensa española. Lo que las portadas reclamaban era mano dura con el Gobierno de Fernández

La intervención de los gobiernos mexicano y español, además obviamente de la del argentino, ha sido decisiva en la resolución de la crisis creada por la expropiación de Repsol. El acuerdo debe ser ratificado este miércoles, pero parece que al final se ha impuesto la alternativa más lógica de las negociaciones. Esta vía parecía difícil tras observar las portadas de la prensa española en abril de 2012.Digamos que el lenguaje era más bélico.

Los primeros indicios en las portadas del 14 de abril indicaban que el anuncio inminente de la expropiación de YPF iba a enfrentarse a una reacción furibunda del Gobierno español. Por lo que se veía en los titulares, no era un ataque a una de las empresas privadas más importantes del país, sino a toda España, y por tanto la respuesta del Gobierno de Rajoy sería inmediata. Con porte marcial, Soraya Sáenz de Santamaría dijo que “las medidas no se anuncian, se adoptan”. Cristina Fernández se escondía de forma sospechosa tras un abanico.

La reacción de Rajoy iba a ser supuestamente muy efectiva. La Razón daba por hecho que el Gobierno iba a “poner firme” a Fernández, como si la segunda estuviera en una posición de inferioridad con respecto a España. Cualquiera pensaría que los argentinos serían neutralizados de inmediato. El dedo de Margallo los pondría en su sitio.

En otra demostración de lo que podría hacer el Gobierno, El Mundo destacó en portada un posible boicot de las exportaciones argentinas de carne y soja. Y una vez más, el dedazo del ministro de Exteriores.

El Gobierno tenía aliados de peso, según El País. Nada menos que la UE y EEUU, que iban a ser activados (sic) como si fueran peones en la inminente lucha.

Se consumó la expropiación y se desató la tormenta. En la portada de ABC, con la imagen de las manos de Fernández como garras, el periódico tronaba: “Expolio”. En algunos lugares de América Latina, el uso de esta palabra sonó a broma de mal gusto.

Cristina Fernández no era un rival al que respetar en este conflicto. La suya era una “guerra sucia”.

Al final, y sobre todo desde que la mexicana Pemex se cansó de esperar, todos volvieron a la mesa de negociaciones. No había tal guerra, sino un conflicto jurídico grave que ambas partes necesitaban resolver para centrarse en sus prioridades. El de Argentina en torno a los acuerdos con otras compañías extranjeras para explotar los yacimientos de Vaca Muerta, el de Repsol en relación a su futuro sin YPF.

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