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Miles de personas vuelven a la calle para sostener el pulso contra la política sanitaria de Ayuso: “Estamos colapsados”

Miles de personas en la 97ª Marea Blanca en defensa de la sanidad publica.

Víctor Honorato

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El pulso por el futuro de la sanidad pública madrileña continúa y la calle ha vuelto a congregar este domingo a miles de personas -30.000 según la Delegación del Gobierno- contrarias al modelo del gobierno de Isabel Díaz Ayuso. La Marea Blanca, surgida hace ya más de una década para hacer frente a la privatización de la asistencia sanitaria, ha celebrado su 97ª manifestación en concurrencia con la movilización periódica de la Mesa en Defensa de la Sanidad Pública de Madrid, que integran a colectivos vecinales y formaciones sindicales. El lema de la marcha era uno de hartazgo: “2023 y Sanidad Pública sin solución”, consecuente con la reanudada huelga de la Atención Primaria y la saturación de las urgencias hospitalarias.

“Estamos colapsados”, resume Javier del Valle, médico de familia en Colmenar Viejo, que esta semana, como todas, ha visto a una media de entre 50 y 60 pacientes por jornada. “Tenemos una semana y media de lista de espera”, ha explicado, tras insistir en que los médicos no están en huelga “por una cuestión económica”, sino porque precisan de “más personal”.

La manifestación ha avanzado dubitativamente al inicio, tras arrancar puntualmente a las 12h. Tuvo que ver en la vacilación que el recorrido fue el inverso del habitual, por el Paseo del Prado desde la sede del Ministerio de Sanidad, pasando por Atocha hasta la plaza de Juan Goytisolo, frente a la sede del Museo Reina Sofía. Esto hizo que muchos de los manifestantes caminasen, de entrada, en sentido contrario al de la cabecera, por el centro del paseo, cortado al tráfico los fines de semana. Conforme pasaron los minutos, la comitiva se fue reagrupando y sumando efectivos, de forma que al final de la marcha la cola del grupo apenas había dejado atrás el ministerio.

Una pancarta del Sindicato de Estudiantes pedía la dimisión de la presidenta regional, Isabel Díaz Ayuso, que sigue sin aceptar las propuestas de negociación del sector. En algunos profesionales cunde el desánimo ante el bloqueo, como la enfermera Ana María Cano, que lleva 20 años en Atención Primaria y viene observando el deterioro de su centro de salud, el de Almendrales, en el barrio de Usera. “No hay ningún cambio ni lo va a haber”, se teme, pero a pesar de ello insiste en la necesidad de acudir a las protestas.

La diferencia entre “despachar” y “atender” pacientes

El último desencuentro con el Gobierno regional ha sido, señala Cano, que se haya obligado al personal a coger las vacaciones pendientes antes del 31 de enero, cuando desde la irrupción del COVID se había alargado el plazo hasta el final de marzo. “Son dos meses difíciles, esta semana hemos visto 200 urgencias”, apunta. A su lado, la vecina de Puerta del Ángel Eva Rubalcaba explica que asiste a las concentraciones semanales del barrio, y que allí los médicos les explican que protestan porque no quieren “despachar” pacientes sino “atenderlos”. El hijo del doctor del Valle, Manuel, que vive en Lozoyuela, en la sierra, pide recordar que en el punto de atención continuada de la localidad, como en múltiples centros rurales, no hay médico de Urgencias.

Asociaciones de vecinos de todo Madrid y colectivos con reivindicaciones paralelas, como los pensionistas, participaron en la marcha, un “hito”, según los organizadores, que despidieron a los asistentes con un grito de contienda deportiva: “Esta batalla la vamos a ganar”.

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