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La Navidad 'patriótica' arranca en Madrid con el encendido de las banderas

Víctor Honorato

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Los habituales tonos verdirrojos asociados a la Navidad han cedido terreno esta tarde en la gran arteria de Madrid, el Paseo de la Castellana, a los colores de la bandera de España. Más de un kilómetro de luces led entre farolas en dos cenefas paralelas a cada lado de la vía, entre Neptuno y Colón, se encendieron con cierto suspense a las 20.00 horas, pues la hora inicial prevista eran las 19.30, para dar el pistoletazo de salida a la temporada de fiestas y de paso disipar definitivamente las dudas que pudiese haber sobre que Madrid es España dentro de España, tal y como proclamó su presidenta, Isabel Díaz Ayuso, en una comparecencia reciente. De los 3,17 millones de euros destinados por el Ayuntamiento capitalino al alumbrado navideño, 154.100 se dedicaron a las luces rojas y amarillas, sumando el kilómetro largo entre Neptuno y Colón, los puentes de Juan Bravo y Raimundo Fernández Villaverde y el centro cultural Fernando Fernán Gómez, según los datos que facilitó el consistorio cuando anunció la disposición del alumbrado.

Manuel e Ilda, jubilados, estaban puntuales bajo el puente de Juan Bravo, en el paseo de la Castellana, para ver el encendido. “No hay otra cosa que hacer”, explicaba el hombre, quien opinaba que, aunque las luces supongan un gasto, también conllevan “trabajo y mano de obra”, con lo que ello tiene de estímulo económico. Keynes vuelve a Madrid por navidad. Sobre la elección cromática, la mujer no dudaba. “Pues es que estamos en España”, razonó. Él opinaba que los colores podrían molestar a aquellos “que cuando van por la carretera de A Coruña y ven la cruz de los caídos se les ponen los pelos como escarpias”. La pareja acabó aburriéndose y decidió seguir de paseo al comprobar que no se cumplía el horario. “Se le habrá olvidado al alcalde”, bromeó al despedirse Manuel. 

Más abajo, en la Plaza de Colón, la de la famosa foto, había varias decenas de personas más pacientes. Estaba también allí la “menina gigante de Navidad”, como describía una mujer por teléfono a su interlocutor el esqueleto de luces inspirado en el cuadro de Velázquez, plantado al final de la calle Génova. Luis y Rosa conectaron la televisión en el móvil para ver si explicaban el retraso. A Rosa le parecía “muy bien” la opción rojigualda de las luces led. “Es la bandera del Estado”, recordaba, y defendía que quienes tengan reservas sobre los colores nacionales, “deberían viajar” a otros países como Francia y Reino Unido, donde a su entender la cuestión simbólica es menos problemática. 

Pilar, “vecina del barrio de Salamanca”, fue un paso más allá e insistió en que “habría que poner una bandera en cada esquina” y también, sin solución de continuidad, “quitar a los de Podemos”. Raúl, melillense que estaba en Madrid por trabajo, venía dando un paseo y al llegar a Colón decidió quedarse al encendido. “Al final son colores primarios”, bromeó, para decir después que “no hay que buscar fantasmas ni sacarle punta a todo”. Lamentaba, no obstante, que el retraso con las luces fuese a dejar sin batería a la chica que llevaba media hora enfocando con el teléfono a la menina. Darío, por su parte, desearía que la bandera reuniese los mismos afectos que la Roja. “Toda España está a favor de la selección española”, apuntaba.

No hubo entre los consultados ninguno que argumentase en los mismos términos que la vicealcaldesa, Begoña Villacís, quien al respecto de la cuestión de la bandera y las bombillas se descolgó hace unos días diciendo que la elección municipal “representa más a los madrileños que un partido que no ha condenado los asesinatos y no se ha solidarizado con las víctimas”, en referencia a Bildu. Leah, que volvía de compras por Recoletos con tres amigas, apuntaba, también en clave política, que “si está [la anterior alcaldesa, Manuela] Carmena, no las pone”. Desplegar las banderas luminosas sería, así, una manera de “rebelarse contra el antiespañolismo del Gobierno”. “No soy facha, ojo”, apostilló.

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